David Erritzoe: “Es muy probable que las drogas psicodélicas sean beneficiosas para gente sin trastornos mentales”
Las sustancias alucinógenas, empleadas en culturas tradicionales e ilegales en occidente, experimentan un renacimiento después de resultados científicos muy prometedores
Hace más de mil años, en lo que hoy es el sur de Bolivia, ya existía el conocimiento necesario para elaborar la ayahuasca, una bebida alucinógena tradicional de los pueblos amazónicos. En un yacimiento encontrado recientemente, se hallaron sus dos ingredientes principales, la harmina, que se obtiene de la enredadera Banesteriopsis caapi, y el DMT, la parte alucinógena del brebaje, que se extrae del arbusto Psychotria viridis. En yacimientos como ese, en el que también se encontraron restos de coca, ...
Hace más de mil años, en lo que hoy es el sur de Bolivia, ya existía el conocimiento necesario para elaborar la ayahuasca, una bebida alucinógena tradicional de los pueblos amazónicos. En un yacimiento encontrado recientemente, se hallaron sus dos ingredientes principales, la harmina, que se obtiene de la enredadera Banesteriopsis caapi, y el DMT, la parte alucinógena del brebaje, que se extrae del arbusto Psychotria viridis. En yacimientos como ese, en el que también se encontraron restos de coca, se demuestra la existencia de un conocimiento ancestral que cuestiona los prejuicios modernos sobre las limitaciones de los pueblos antiguos. Aquellos humanos identificaron sustancias con efectos psicoactivos entre las decenas de miles de plantas de su entorno, viajaron largas distancias para encontrarlas y aprendieron a combinarlas y a emplearlas en rituales para obtener los efectos deseados: acceder a la divinidad, fundirse con la naturaleza y su grupo o conocerse mejor a sí mismos. Y hay vestigios mucho más antiguos del uso de sustancias psicodélicas.
La sospecha de la mente occidental sobre estas drogas visionarias también es antigua. En una instrucción de 1638 del Santo Oficio español, citado por Antonio Escohotado en su Historia General de las Drogas, se lee cómo los inquisidores prohíben el peyote a los súbditos americanos por ser una fuente de “superstición opuesto a la pureza e integridad de la fe católica”. Durante el siglo XX, los científicos occidentales sintetizaron nuevos alucinógenos, como el LSD, y se observaron las posibilidades terapéuticas del uso controlado del MDMA o la psilocibina que se encuentra en algunos tipos de hongos. Después, llegó la prohibición y la guerra contra las drogas del presidente de EE UU Richard Nixon, que incluyó algunos fármacos psicodélicos en el índice de sustancias prohibidas e hizo prácticamente imposible seguir investigando con ellas.
Tras décadas de ostracismo psicodélico, se está viviendo un renacimiento del campo. Ensayos con MDMA han demostrado su potencial para tratar el estrés postraumático, una variante de la ketamina ya se comercializa como medicamento para la depresión y la psilocibina también ha demostrado eficacia, incluso mayor que otros antidepresivos tradicionales, contra una dolencia que no para de crecer. Para explicar algunos de los últimos avances en este campo estuvo la semana pasada en Madrid David Erritzoe (Dinamarca, 48 años), especialista en fármacos psicodélicos del Imperial College London, invitado por Inawe, el observatorio español para la divulgación de la ciencia alrededor del uso terapéutico de estas sustancias.
Pregunta. Se habla de psicodélicos y se incluyen la ketamina, el MDMA, el DMT que hay en la ayahuasca o la psilocibina de las setas mágicas, pero los efectos parecen diferentes.
Respuesta. Tienen muchas cosas en común. La psilocibina, el DMT o la mescalina que se obtiene de los cactus tienen efectos bastante similares. Son diferentes de lo que llamaríamos psicodélicos atípicos, como el MDMA. Y luego tienes la ketamina, que funciona en un sistema completamente diferente y su efecto está mediado a través de un sistema cerebral diferente. Pero todas estas drogas producen algún tipo de estado alterado de la conciencia. Estas sustancias serían como distintas puertas de la misma casa. La distinta duración del efecto puede variar cómo se usen en terapia. El MDMA, por ejemplo, produce una experiencia más agradable, que puede ser más útil para hacer un trabajo con el terapeuta, algo que no podrías hacer en el pico del efecto con otras drogas.
P. ¿Cuál sería la forma de utilizar estos fármacos para la salud mental? ¿Requerirían siempre un trabajo junto a un terapeuta o se podrían recetar, como ahora se hace con algunos antidepresivos, para tomar en casa?
R. La psilocibina, que es una de las drogas más avanzadas en el desarrollo para tratar la depresión resistente, para gente que no responde a los tratamientos convencionales, no es un fármaco que te prescribiría el médico de familia para tomar en casa. Tampoco se utilizaría con frecuencia. Se utilizaría en un contexto clínico con especialistas que harían alguna preparación psicológica y acompañarían a la gente en la experiencia y haciendo un trabajo de integración psicológica después. Luego está la ketamina, que viene de la anestesiología, y se ha utilizado en medicina desde hace décadas. Los médicos están cómodos con ella y es bastante segura, así que se ha utilizado con menos psicología de apoyo. Es probable que ese apoyo psicológico la haga más segura e incluso que incremente los efectos, pero aún no lo sabemos. Sí sabemos que el fármaco por sí solo tiene efectos terapéuticos.
Con los psicodélicos clásicos, creo que es importante ese apoyo terapéutico a la experiencia, porque puede sacar material subconsciente, traumático, de relaciones, difícil, así que es importante no dejar solas a esas personas en esa situación.
P. Los fármacos psiquiátricos habituales suelen mejorar el ánimo si una persona está deprimida o relajarla si está alterada, y ese cambio en el estado de ánimo parece más fácil de medir que los beneficios de este estado alterado de la mente que producen los psicodélicos. ¿Qué efecto se mide con los psicodélicos?
R. Un rasgo clave que suele expresar la gente que toma estos fármacos es un sentido de revelación psicológica y también una significación inherente de muchas experiencias. Hay cuestionarios que pueden servir para evaluar los resultados, pero creo que el hecho de que para la mayor parte de la gente que vive estas experiencias sean tan terapéuticas es porque, ya sea porque sufres una adicción o una depresión, estás atascado en ese estado. Estás atascado en unos patrones de pensamientos y unos hábitos nocivos. Has perdido tu capacidad para conectar con el mundo y con la gente que te rodea, y estos fármacos te permiten reconectar con el universo, con la naturaleza, con la gente y con tu propia vida emocional. Así que estabas atrapado y te liberas, y esos efectos terapéuticos duran hasta mucho después de que el fármaco desaparezca del cerebro. Es cierto que para algunas personas esta experiencia puede no ser fácil, y por eso es importante que el contexto en el que se aplique sea seguro.
"¿Pueden [los nuevos fármacos psicodélicos] convertirse en un gran negocio? Absolutamente"
P. Las culturas tradicionales en las que desde hace milenios se utilizan estas sustancias psicodélicas son muy distintas de la nuestra, mucho más individualista, por ejemplo, o menos conectada con la naturaleza. ¿Estas diferencias culturales hacen que los efectos de los psicodélicos sean muy distintos?
R. Sí, en algunas culturas esa relación con la naturaleza está integrada en su sistema de creencias y viven en contacto estrecho con ella. En nuestras sociedades, con grandes ciudades, eso no sucede y somos mucho más individualistas. Pero somos seres sociales. Necesitamos existir en un contexto social y necesitamos la conexión con la naturaleza y con los otros. Y aunque des estas drogas en un contexto clínico y occidental, la gente casi siempre siente esa conexión con la naturaleza después de la experiencia, es algo fascinante. Creo que hay algo en estas experiencias que va más allá de esas diferencias culturales e históricas.
P. Salvo alguna excepción como la cafeína, en nuestra sociedad las drogas se aprueban para usarse cuando uno está enfermo, pero no para estar mejor cuando uno está bien, para aprender más sobre uno mismo o para conectar con la naturaleza y con los otros.
R. La gente lo está haciendo ya, en viajes a Sudamérica, con sus amigos, en retiros en el bosque, para trabajar en sí mismos. No es el principal objetivo del desarrollo clínico occidental de estos compuestos, que se centra en la salud mental. Pero es muy probable que las drogas psicodélicas también sean beneficiosas para gente sin trastornos mentales. Sin embargo, este no es el foco principal del trabajo que estamos haciendo ahora, porque la idea es ver si tienen un potencial terapéutico y es necesario poner estos fármacos a prueba dentro del sistema en el que estamos y cumplir todas las etapas hasta mostrar que son eficaces y seguros. La prioridad es las personas que están sufriendo, aunque la gente lo seguirá usando, como se ha usado siempre, en otros contextos. Y también se podría plantear la posibilidad de que funcionase como una especie de vacuna para crear resistencia a problemas mentales, pero esa no es ahora la prioridad.
P. ¿Qué le parece esta búsqueda de chamanes en Sudamérica para tener experiencias psicodélicas fuera del contexto clínico?
R. Creo que es fácil decir como psiquiatra que la gente solo debería hacerlo en este modelo que yo y otros estamos desarrollando con un formato terapéutico específico. Pero creo que sería arrogante, porque tienes una cultura chamanística en la que hay gente maravillosa y sabia con muchas generaciones de experiencia utilizando y compartiendo estos compuestos y estas experiencias. Creo que hay riesgos en todo y puedes acabar en un retiro o en un lugar que no sea seguro, tanto en otros países como aquí. No diría que es seguro o inseguro para la mayor parte de la gente.
Puede ser seguro en cualquier parte del mundo, mientras el chamán o el terapeuta sepa lo que hace y la fase de preparación sea razonable. Obviamente, si estás tomando un montón de medicación o tienes una historia familiar de psicosis, este tipo de experiencias no serían recomendables. Mucha parte de nuestro conocimiento procede de estas culturas, que también toman precauciones en el uso de estos fármacos.
“Has perdido tu capacidad para conectar con el mundo y con la gente que te rodea, y estos fármacos te permiten reconectar con el universo, con la naturaleza, con la gente y con tu propia vida emocional”
P. Este renacer psicodélico está despertando un gran interés en muchas empresas y en muchos inversores. ¿Cómo puede afectar esto al desarrollo de los psicodélicos? Últimamente, se ha aprobado el uso de la esketamina desarrollada por Janssen, que es básicamente ketamina, pero vendida por una cifra muy superior y protegida por una patente.
R. El interés ha surgido del trabajo de algunas comunidades clandestinas para comprender el uso de los psicodélicos y el de los centros académicos, incluido nuestro laboratorio, que han mostrado unos resultados muy prometedores. Después eso ha generado el interés del mundo de los negocios. Obviamente, en el mundo de las farmacéuticas no habría esa expectación sin resultados prometedores previos.
Cuando tienes que garantizar inversiones, hace falta un modelo de negocio. Es lo que ha hecho Janssen: han desarrollado la parte de la ketamina que mejor se une a una diana en el cerebro que se considera la más importante. Eso se ha hecho con otros antidepresivos, como el escitalopram. Desarrollan una molécula que es más segura y más eficiente y pueden tener una patente durante más tiempo, tienen una forma de hacer negocio y también desarrollan una versión mejor del fármaco. Es la tradición farmacéutica occidental.
¿Pueden [los nuevos fármacos psicodélicos] convertirse en un gran negocio? Absolutamente. ¿Es eso un problema? Seré neutral. Creo que la parte buena es que esto permitirá llevar los fármacos por todas las fases necesarias para que lleguen a más pacientes. Eso requiere una maquinaria enorme que cuesta una fortuna. Hay algo triste sobre esto, porque los compuestos ya existen. Están en la naturaleza, como la psilocibina. ¿Por qué no usarla sin más? Pero ese no es el sistema que hemos construido en el mundo occidental.
Tengo sentimientos encontrados, porque, por un lado, obtienes unos productos muy probados y seguros y conoces la dosis exacta que vas a utilizar. Médicamente, puedo ver el valor. Es extraño tener a todas estas compañías haciendo unos ajustes a todas esas moléculas que ya existen, aunque se esté aprendiendo mucho con la ciencia asociada a todo ese proceso. También puede haber preocupación por el interés de las compañías en hacer más dinero haciendo todo más rápido, más simple y más eficiente, reduciendo al mínimo el apoyo psicológico, que es algo caro que acompaña a la medicación. Eso puede tener riesgos.
“Es cierto que para algunas personas esta experiencia puede no ser fácil, y por eso es importante que el contexto en el que se aplique sea seguro”
P. ¿Cree que el uso individual de estos psicodélicos, fuera del sistema médico farmacéutico, debería ser algo libre o que al menos no estuviese prohibido como ahora?
R. Es una pregunta difícil, pero en general creo que es extraño castigar a alguien por emplear cualquier sustancia. Tienes el modelo portugués de despenalización que ha funcionado muy bien. Los psicodélicos pueden ser muy difíciles desde el punto de vista psicológico y pueden asustar mucho a algunas personas. Una persona muy joven, en un contexto inapropiado, puede acabar incluso traumatizada. Así que decir que estas drogas sean totalmente seguras y completamente legales puede generar problemas. La gente que toma estas sustancias suele hacerlo de una forma inteligente, con una información previa, pero si se liberasen del todo, podrías tener a personas que no lo hiciesen así. En general, miraría al modelo de despenalización portugués, que ha funcionado bastante bien, y pensar si la guerra contra las drogas ha funcionado.
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