Inflexión
Hay quienes creen que las mejores expectativas responden fundamentalmente al probable giro político tras las elecciones de este año, y seguramente hay bastante de eso

Hace un par de semanas el empresario y cabeza de unos de los principales conglomerados de negocios del país, Roberto Angelini, dijo a la salida del Encuentro Nacional de la Empresa, Enade, algo que pocos se han atrevido a sostener en los últimos años. Angelini, contradiciendo la tónica que ha primado en los diagnósticos de la situación económica nacional, dijo que en Chile “hay un optimismo flotando en el aire para lo que viene en el futuro cercano”.
Y aunque varias encuestas mensuales de expectativas no parecen refrendar la visión de Angelini, sería equivocado no reconocer que lo que afirmó el empresario hace un par de semanas está comenzando a percibirse en el ambiente de negocios. Y es que, no obstante, por ejemplo, a que justo esta semana, el Indicador Mensual de Confianza Empresarial (IMCE) que elaboran la UAI e Icare constató que la confianza empresarial amarró “un año y medio anclada en el mismo nivel de pesimismo”, hay otras piezas del rompecabezas que comienzan a ensamblar en el sentido de un posible punto de inflexión que marque un cambio de sentido en la concavidad de la curva de los últimos años.
Por de pronto, se puede mencionar que el último Informe de Política Monetaria (IPoM) del Banco Central se atrevió a anticipar un rango de crecimiento para 2026 marginalmente mejor que la estimación previa y que la tónica de estimaciones de los últimos años. Para el normalmente conservador instituto emisor, en 2026 la economía podría expandirse en un rango entre 1,75% y 2,75%, techo este último que tiene un valor simbólico nada menor, cuando la cadencia de las performances recientes ha estado más en el territorio del 2% que del 3%.
El principal indicador de la Bolsa de Comercio, el Ipsa, por su parte, cerró esta semana en un récord de 9.400 puntos, tras encadenar 52 máximos históricos. Si hemos de creer que el mercado de capitales es el barómetro por excelencia de los estados de ánimo de los agentes económicos, pareciera que lo que está diciendo la bolsa es lo que técnicamente hacen las cotizaciones bursátiles, a saber, que suben cuando hay expectativas de mejores flujos futuros.
A los antecedentes mencionados hay que añadir el que algunos estudios de percepciones están apuntando sus agujas en la dirección de una mejora en las condiciones. Quizás el dato más significativo es el que aportó la última Encuesta Nacional de Opinión Pública del CEP, que acaba de constatar un repunte de cinco puntos (hasta un débil 16%, eso sí) en el número de personas que estima que la actual situación económica es “buena o muy buena”, a lo que se añade un salto de nueve puntos en quienes ven que la situación del país mejorará en los próximos 12 meses. Signos alentadores que el estudio también recogió en las preguntas sobre situación y perspectivas personales de los consultados.
Aunque en otro nivel de análisis, también se pueden añadir a esta lista de piezas que parecen articularse, algunas constataciones hechas por la Encuesta Bicentenario de la Universidad Católica de Chile. Una de ellas es que un 59% de los consultados piensa que el país alcanzará el desarrollo en un horizonte de 10 años (el nivel más alto dentro de la serie publicada), y que un 40% cree que la eliminación de la pobreza es una meta alcanzable también dentro de una década.
Sin eludir que este estudio también prende algunas luces amarillas en otros ámbitos (como una sensación de mayor conflictividad, algo que puede explicarse por el momento electoral), no deja de ser interesante que la Encuesta Bicentenario también muestra alzas en la cantidad de personas que validan al crecimiento como lo mejor para el país y que el bienestar individual es una responsabilidad personal más que del Estado, algo puede tener que ver con esas mejores expectativas hacia el futuro.
Hay quienes creen que las mejores expectativas responden fundamentalmente al probable giro político tras las elecciones de este año, y seguramente hay bastante de eso. Sin embargo, es justo decir que también hay otras fuerzas que están catalizando este fenómeno como lo son ciertas condiciones externas favorables (en materia comercial y monetaria); una reforma de pensiones que dentro de sus problemas y complejidades promete inyectar más ahorro y mejorar la profundidad del mercado de capitales y el cambio no menor que representó la aprobación de la ley de permisos sectoriales, la cual, si cumple al cien por ciento las expectativas que hay depositadas en ella, puede insuflar una mejora significativa en las condiciones de actividad, en la medida que vendría a demoler el dique burocrático que por años ha trabado el flujo de inversiones.
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