Del estallido social de Chile al Parlamento: la nueva batalla de Gustavo Gatica
En el sexto aniversario de las revueltas, el candidato a diputado, ciego hace seis años, reflexiona sobre el país sudamericano de 2019 y el actual: “Siento un Chile más desesperanzado, con más miedo”


Uno de los cientos de miles de jóvenes que salieron a protestar a la calle durante el estallido social de 2019 en Chile fue Gustavo Gatica. Entonces era un chico de 22 años que cursaba tercer año de psicología, vivía con sus padres —ambos profesores— en una villa en Colina, al norte de Santiago, y se entretenía tomando fotos con una cámara recién adquirida. Le interesaba la política, pero no le seducía militar en ningún partido. El 8 de noviembre fue a manifestarse a Plaza Italia, dice que lo hizo en contra la desigualdad que veía en una sociedad donde, según él, unos pocos se reparten el grueso de los recursos, mientras otros se quedaban sin educación por no tener dinero. En medio de las revueltas, se unió a un grupo que estaba lanzando piedras y él también lanzó una hacia el interior de la calle Carabineros de Chile. Cuando iba a repetir la acción, un agente de la policía le disparó unos perdigones que inmediatamente lo dejaron ciego. A seis años de lo ocurrido, Gatica, de 28 y con unos años de experiencia como terapeuta, da un paso a la arena política como candidato independiente apoyado por el Partido Comunista en el distrito 8 de la capital. Iba a postular por el Frente Amplio (FA) —incluso el presidente Gabriel Boric lo llamó para felicitarlo—, pero finalmente el comité central de esa formación optó por presentar a una de sus militantes.
Gatica es una víctima emblemática de las “graves violaciones a los derechos humanos” cometidas por las fuerzas policiales durante el estallido social, según lo constatado por varios organismos internacionales. Un informe publicado este viernes por la Fiscalía Nacional arroja que 464 personas sufrieron traumas oculares durante los cinco meses de protestas, en los que se cometieron poco más de 35.000 delitos, principalmente de violencia institucional, saqueos y desórdenes públicos. “Siempre es necesario condenar los hechos de violencia, creo que nadie quisiera que ocurrieran”, sostiene Gatica en el departamento de una integrante de su equipo de campaña. “Por cierto, a mí lo que me pasó fue profundamente violento”, añade. Los desmanes ocurridos los atribuye, desde su perspectiva psicológica, a una sociedad sin apego, que hoy tiene como desafío volver a construir algo en común para querer la ciudad en la que se vive.
En el sexto aniversario del estallido social, que arrancó un 18 de octubre, el apoyo ciudadano a las manifestaciones se ubica en el 23%, muy lejos del 55% que lo respaldó en 2019.
El candidato concede esta entrevista sin referirse al juicio contra el retirado coronel de las Fuerzas Especiales de Carabineros, Claudio Crespo, imputado por el delito de apremios ilegítimos con resultado de lesiones graves gravísimas contra él. La decisión de guardar silencio es un consejo de su abogado. Gatica es templado y de sonrisa fácil.

Desde el trauma que sufrió, dice que ha recibido mucho cariño en las calles. En un principio le chocó convertirse en una figura pública sin buscarlo, pero vino la pandemia, y con el encierro, un tiempo para rearmarse. Seguía viviendo con sus padres, continuó con sus estudios y arrancó una terapia que continúa hasta la actualidad. Aprendió a cocinar a oscuras, a utilizar el teléfono móvil y el iPad, que le dicta en voz alta los textos que aparecen en pantalla. Como su nueva vida la hizo en medio del encierro por la crisis sanitaria, lo que más le ha costado es moverse solo por la calle. No ha tenido depresión, pero sí episodios depresivos, que duran unas semanas.
“La izquierda debe construir relatos que le hagan sentido a las personas”
Para él, el estallido social fue una expresión de malestar que venía cuajando hace años y que daba señales en las calles con las protestas escolares, luego las estudiantiles o las marchas feministas. Los casos de corrupción de grandes empresas conocidos esos años, sumado a las alzas del transporte público durante el Gobierno de Sebastián Piñera (2010-2014, 2018-2022) sirvieron de caldo de cultivo para la molestia acumulada. “Tras la marcha del millón de personas, creo que caímos en el error, y me incluyo, de pensar que toda la gente pensaba igual, la protesta se veía un solo color, pero si uno hacía un zoom, había cientos de matices”. La salida política que se le dio al estallido la ve “razonable” y atribuye el fracaso del primer proceso constitucional, liderado por las izquierdas y que él aprobó entusiasmado, a “quienes están llamados a representar ciertos grupos no lo representaron de forma correcta”. “Pareciera que los procesos constituyentes eran una agrupación de diferentes demandas no articuladas en un proyecto común”, agrega.
El Chile de hoy, distinto al del estallido, lo ve con anhelos de cambio. Pero, a raíz de los propios fracasos por cambiar la Constitución, cree que la gente está “menos entusiasmada con que las cosas puedan cambiar efectivamente” y que la izquierda tiene ahí el desafío de lograr volver a convencerlos. “Siento un Chile más desesperanzado, con más miedo, tal vez a propósito de esta agenda de seguridad de la derecha que intenta instalar el miedo”, dice el psicólogo, que trabaja en la unidad de víctimas de una defensoría penal en Estación Central, un municipio cercano al centro de Santiago. Está de acuerdo con la necesidad de una mayor dotación policial y más inteligencia para combatir el narcotráfico, el crimen organizado, pero también considera relevante construir comunidades. “Creo que la gente hoy en día también se siente insegura porque está más sola, no convive con el vecino”.
Cuando queda un mes para las elecciones presidenciales, con la comunista Jeannette Jara como candidata única del oficialismo más la Democracia Cristiana, y el republicano José Antonio Kast, de la extrema derecha, liderando los sondeos, Gatica postula que la ciudadanía hoy ya no vota por izquierda o derecha, sino que guiado por las emociones. “Antes, si tú votabas por el presidenciable socialista, por ejemplo, ibas a votar por esa lista parlamentaria también, y eso ya no existe para mí”, afirma. Él, que hizo campaña por Gabriel Boric en 2021, votó en las elecciones primarias de la izquierda por Jara y no por el candidato del Frente Amplio, Gonzalo Winter. Tiene una buena impresión de los avances de la actual Administración “con las herramientas que había” —un Congreso en el que no tiene mayoría, dice—, aunque en materia de derechos humanos sostiene que “quedó con muchas deudas”.

Gatica habla del aporte que puede hacer desde el Congreso: su origen popular y el compromiso a que el eje central de su trabajo, sin ser exclusivo, sea la salud mental: “Imprimirla en cualquier política pública que haya en el Congreso”.
Sobre las razones de porqué cree que la suma de los tres candidatos de las derechas suman más de la mitad de los apoyos en las encuestas, responde que para entender ese proceso hay que observar a la izquierda. “Tenemos que construir relatos que le hagan sentido a las personas. ¿Por qué a pesar de que este Gobierno ha invertido tanto en seguridad a nivel de proyecto, de recursos, aún la gente no logra darse cuenta que a la izquierda sí le importa la seguridad? Ese relato tenemos que saber instalarlo”, afirma. Y subraya que en su candidatura hablan de que la seguridad es un derecho social y es habilitante de otros derechos, como la salud, la educación, una buena calidad de vida en los barrios. “Necesitamos estar seguros primero que nada”, afirma con un discurso que también se escucha en las candidaturas de las derechas.
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