El desierto de Atacama saca músculo de la mayor radiación solar del planeta
Las renovables se consagran como una de las industrias desarrolladas en el norte de Chile, donde ya existen más de 550 proyectos solares operativos y casi un centenar más en etapa de construcción
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Casi nueve mil paneles se mueven como girasoles, siguiendo la trayectoria del Sol, en el parque fotovoltaico Guanchoi –el segundo operativo más grande de Chile– en el desierto de Atacama. Cada una de las placas cuenta con una tecnología del tipo monocristalina bifacial que le permite captar energía lumínica por ambas caras, lo que maximiza su producción de renovables.
Y no es de extrañar que este proceso tenga como epicentro el norte chileno, donde regiones como Atacama y Antofagasta se han transformado en una incubadora para los generadoras de energía solar. Como si se contemplara una postal de Marte, este desierto tiene los mejores atributos para esta industria: elevadas montañas rojizas, escasa nubosidad y una atmosfera delgada. Su irradiación superficial, medida por el climatólogo Raúl Cordero y otros investigadores de la Universidad de Santiago (USACH) durante unos siete años en la meseta de Chajnantor, ha alcanzado un récord global, sólo comparable a Venus, el segundo planeta más próximo al Sol. Si se intenta comparar con otros lugares del mundo, los rayos de Atacama duplican en potencia a la de Europa central y la costa este de Estados Unidos. Y, a menudo, las nubes dispersas abren paso a los extremos solares de corta duración en el altiplano, que generan una radiación un 80% mayor que aquella que se puede dar en un cielo despejado.
Esto ha seducido a cientos de inversionistas que buscan una salida a la dependencia mundial de los combustibles fósiles. Chile, líder en la producción de minerales como cobre y litio, evidencia que comienza a ganar terreno en esta industria: más de 550 proyectos solares están operativos en el país, lo que equivale a nueve gigavatios (GW) –o el 26,8% de la capacidad instalada de generación eléctrica nacional– y se espera para el año 2025 la incorporación de otros 2,6 GW adicionales, derivados del casi centenar de esta tecnología que está en construcción o periodos de pruebas, según datos del Ministerio de Energía. Sólo el año pasado casi un 20% de toda la electricidad consumida en el país provino de esta fuente.
Cada vez los proyectos son más grandes. La primera termosolar de América Latina, Cerro Dominador, está enclavada en Atacama. La planta se encuentra compuesta por más de 10 mil espejos, que abastece a cerca de 380 mil hogares y hasta mineras que operan a su alrededor. Debido a su funcionamiento se evita la emisión de 640 mil toneladas de gases de dióxido de carbono (CO2) al año. Francisco Vizcaino, director de Cerro Dominador, agrega que además su ubicación no genera impactos de ningún tipo de flora ni fauna, “tampoco en cauces de agua ni en comunidades aledañas o con relevancia arqueológica, ya que se encuentra literalmente en medio del desierto”.
En Chile, los primeros pasos de esta industria se dieron en 2012, con la instalación de Calama Solar tres (desarrollada por Solarpack y Codelco). Ahora, el país es uno de los principales actores a nivel internacional.
Los desafíos de la naciente industria
En general, la experiencia es optima, aunque existen algunos desafíos. El italiano Flavio Cozzolino, responsable de operación y mantenimiento de tecnología solar de Enel Green Power Chile, propietaria de Guanchoi, explica que la capacidad neta instalada de esta planta fotovoltaica se acerca a los 400 megavatios (MW) y que, en los primeros meses desde su inicio de operación en 2023, la radiación solar superó las expectativas de la compañía. Pero no toda la producción potencialmente disponible fue producida porque, aunque la conexión de las plantas solares al Sistema Eléctrico Nacional (SEN) se triplicó en los últimos cuatro años, la infraestructura de transmisión no se ha desarrollado con la misma velocidad. “Este atraso crea parte de la limitación a causa de la reducción de capacidad de transporte entre la zona norte donde está concentrada la mayoría de la capacidad solar del país y la zona centro donde está un importante centro de consumo”, dice Cozzolino.
Rodrigo Palma, director Solar Energy Research Center Chile (SERC), confirma un atraso en obras de transmisión y almacenamiento, que se constituyen en un freno al desarrollo de la energía solar en Chile: “Si tenemos una perspectiva de desarrollar 200 GW, donde ya contamos con nueve GW, se presentan barreras importantes en la transmisión el tema debería preocupar a los distintos sectores. Por supuesto, estos desarrollos deben realizarse en un esquema de desarrollo sostenible y con respeto al medioambiente y su biodiversidad”.
Sobre este asunto, existen proyectos de ampliación de líneas que no se han concretado y otras iniciativas que no llegan oferentes a las licitaciones, declarándose desiertas; lo que provoca problemas en regiones sureñas como Ñuble o Los Lagos. El Gobierno de Gabriel Boric está apostando a la aprobación de un proyecto de ley de transición energética en discusión en el Congreso para, entre otros aspectos, “dar solución al problema de estrechez” en el sistema de transmisión con obras de ampliación y mejoramiento, según el Ministerio de Energía. También asegura que hay varias empresas generadoras, principalmente de tecnología solar, que comenzaron a implementar sistemas de almacenamiento, los cuales permiten flexibilizar la inyección de energía a la red en periodos de mayor demanda.
Palma opina que los esfuerzos deben apuntar, además, a la minimización de los vertimientos; es decir, las pérdidas que se producen cuando la energía solar no se puede transportar o inyectar a la red: “Las pérdidas de energía alcanzan más del 18% de producción eólica y solar del país en el primer trimestre de acuerdo a datos del Coordinador Eléctrico Nacional. Esto se traduce en fortalecer modelos de planificación operación, estrategias de control, estabilidad de sistemas eléctricos, redes inteligentes, transmisión flexible, entre otros temas”.
En tanto, el almacenamiento se plantea como una buena estrategia para reducir los vertimientos. “Para ello, se requiere analizar distintas áreas tales como los nuevos materiales para el almacenamiento, mix óptimo de almacenamiento, estado de salud de las baterías y las estrategias de control”, recomienda Palma.
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