La viuda de Ronald Ojeda: “Para Chile es muy difícil aceptar que ya no es un país seguro para los refugiados”
Josmarghy Castillo habla con EL PAÍS a casi cinco meses del crimen en Santiago del exmilitar venezolano y opositor al Gobierno de Nicolás Maduro en Chile: “Vivimos con temor y angustia”
El 21 de julio se cumplen cinco meses desde que el exteniente venezolano, Ronald Ojeda, opositor al Gobierno de Nicolás Maduro y refugiado político en Chile, fue secuestrado desde su departamento en el piso 14 del municipio de Independencia, en la zona centro-norte de Santiago, y su cuerpo fue hallado, 10 días después, sepultado bajo de cemento en una barriada informal de la comuna de Maipú. Para su viuda, Josmarghy Castillo (Caracas, 32 años), testigo junto a su hijo de siete años de cuando esa madrugada cuatro sujetos disfrazados de policías chilenos se lo llevaron, el tiempo está lejos de calmar su dolor. Se siente abrumada, intranquila y con temor. “Mi vida se convirtió en una tortura de día y de noche. A veces no puedo dormir, porque me desespero ante cualquier ruido o llamada en la noche. No sólo estoy afectada yo, sino toda la familia (...) Ronald era mi pilar. Mi mundo ha estado paralizado durante estos meses”, dice a EL PAÍS.
La entrevista se realizó en dos fechas. La primera parte, el 5 de julio, y la segunda, este martes, en un café en el centro de Santiago, en una tarde de invierno, inusualmente soleada, de la capital de Chile. En el trancurso de una y otra conversación con EL PAÍS, Josmarghy Castillo, quien ha pedido por seguridad que su rostro no sea público, y su cuñada Mayra Ojeda, estuvieron en Buenos Aires, Argentina, entre el 10 y 12 de julio, donde –según medios chilenos– averiguaban si podían optar por un nuevo refugio político en Argentina. Al respecto, señala que no quiere referirse “a este tema”, pero admite: “No estamos seguras en Chile”.
En abril pasado, el fiscal que indaga el caso, Héctor Barros, tras descartar varias hipóstesis, dijo que hasta ahora el único móvil plausible del secuestro y homicidio de Ojeda, por su perfil, es el político. También señaló que el crimen se planificó desde Venezuela y que en Chile lo ejecutó el Tren de Aragua, que tiene tentáculos en distintas zonas del país al menos desde 2022. Dice Mayra Ojeda, hermana del exteniente: “La Fiscalía de Chile está haciendo una investigación profunda. Confiamos en que están haciendo un buen trabajo, aunque siempre resaltaremos que, como familia, sentimos una vulneración de nuestros derechos relacionados con la información oportuna sobre el caso. Entendemos que se trata de una investigación privada, pero queremos que se comprenda nuestro derecho a recibir informaciones y novedades”.
Cuando Castillo y su cuñada aún estaban fuera de Chile, la mañana del viernes, se produjo la captura en una frontera de Costa Rica del venezolano Maickel Villegas Rodríguez, sospechoso de participar en el crimen. Sobre la detención, la viuda dice que tiene una sensación agridulce porque, aunque la valora, su temor se elevó: “Si antes me sentía insegura, ahora me siento peor. Tenemos miedo a represalias debido a que atraparon a uno más de ellos”.
La de Villegas es la segunda detención en el marco de las investigaciones. El primer arrestado fue un joven de 17 años, de ciudadanía venezolana, que se encuentra privado de libertad desde marzo en un centro de reclusión para adolescentes. Mientras, sigue prófugo un tercer sospechoso: Walter Rodríguez.
“Nunca nos sentimos tranquilos”
En Chile, por su redes sociales, Ronald Ojeda transparentaba su oposición al Gobierno venezolano. En enero de 2024, su nombre apareció en un video difundido por Tarek William Saab, fiscal general de Venezuela, en el que se observaba al excapitán del Ejército Ányelo Heredia, detenido en la frontera de ese país con Colombia en diciembre, culparse por fraguar un atentado en contra del régimen de Maduro, en el que mencionó a varias personas supuestamente involucradas en este plan, entre ellas a Ojeda. “Ronald estaba muy decepcionado y preocupado. Nunca pensó que sería capaz de implicar a personas que no tenían nada qué ver con ese proceso. Mi esposo no hubiese dicho nada”, comenta la viuda.
El exteniente Ojeda y parte de su familia vivían Chile desde 2018. Pero el refugio político lo obtuvieron en noviembre de 2023, tres meses antes del crimen. Fue una solicitud que habían realizado cuando arribaron al país sudamericano. Años antes, en noviembre de 2017, Ojeda logró escapar de la cárcel militar Ramo Verde, en el estado de Miranda. Había estado arrestado, junto a otros tres militares, por presuntamente estar involucrado en planes conspirativos en Venezuela.
Tras estar unos meses en Perú y no sentirse seguro en este país andino, el disidente decidió trasladarse a Chile, donde cambió de residencia en varias ocasiones. “Nunca nos sentimos tranquilos. Yo le enviaba un mensaje a Ronald antes de llegar a casa, para que calculara el tiempo en que llegaría, porque si tocaba a la puerta y él no sabía quién era, comenzaba a ponerse nervioso. Nunca recibíamos visitas, nadie sabía dónde vivíamos, nos mudábamos mucho”, cuenta su viuda a EL PAÍS.
En el último domicilio, en la comuna de Independencia, donde Ojeda fue secuestrado, la familia vivía hacía dos meses, y a partir de esa madrugada del 21 de febrero, que ni su viuda ni su hermana viven tranquilas. “No nos sentimos seguras. No es un secreto los monstruosos crímenes del Tren de Aragua. No sentimos que tenemos las medidas de protección adecuadas. Cuando llegamos a Chile solicitamos refugio porque buscábamos seguridad, protección, considerábamos que era una país donde estaríamos seguras”, dice Mayra Ojeda.
Josmarghy agrega: “El gran problema es que para Chile es muy difícil aceptar que ya no es un país seguro para los refugiados, al menos no lo es para los venezolanos [en esa condición]”. Antes del asesinato, la viuda comenta que tenían planes de “estar en un país más tranquilo y seguro, tener una casa propia, un negocio y, entonces, ampliar la familia”.
“Ronald era mi pilar”
Pregunta. ¿Cómo han sido estos últimos meses después del crimen de su marido?
Respuesta. Ronald era mi pilar. Estábamos constituidos como una familia desde hace más de siete años. Nosotros tres para todo, siempre unidos y tratando de salir adelante a pesar de siempre tener la sombra de esta gente. Mis planes han quedado destrozados. Mi mundo ha estado paralizado durante estos meses. Todavía no acepto que el padre de mi hijo ya no está, acostumbrarnos a la vida sin él es muy difícil. Nada puede llenar este vacío tan grande.
P. ¿Por qué no se siente protegida en Chile?
R. No estamos seguras en Chile. Sabemos que esta banda transnacional [el Tren de Aragua] tiene el control de muchas zonas chilenas, lo que es inseguro y riesgoso. Vivimos con miedo y angustia. Hemos hecho muchas cosas para protegernos y, a pesar de eso, no nos sentimos en calma.
P. ¿Cuál cree que fue el motivo del crimen?
R. La punta de lanza de esto fue la captura del capitán Ányelo Heredia, quien menciona a Ronald en su declaración. Al nombrarlo, aparte de que ya lo tenían en el ojo, se vuelve como una pieza clave.
P. ¿Cuál es su mayor preocupación actualmente?
R. Nuestra seguridad, y la de nuestra familia. No nos sentimos y no estamos seguras en Chile.
P. ¿Cuál es su petición respecto a los responsables del secuestro y crimen de Ojeda?
R. De alguna manera deben cumplir una condena en Chile, porque en Venezuela —en caso de ser capturados— es como si estuvieran en un hotel de lujo. Por eso nosotras pedimos ayuda al FBI, para que se logre identificar la huella que no se pudo cotejar en Chile y el ADN de los cabellos encontrados en el cuerpo de Ronald. Queremos dar con otros nombres, poner la alerta a nivel internacional y que estas personas sean capturadas.
P. La Corte Suprema acogió hace dos semanas un recurso de amparo que interpuso la defensa del adolescente detenido por el crimen de su esposo. El fallo redujo de 90 a 60 días la ampliación del plazo de investigación del caso.
R. Las leyes chilenas deberían ser más duras con menores que cometen homicidios intencionales o secuestros. Este joven, que cuando fue detenido tenía 17 años, estaba consciente de que lo que hacía estaba mal.
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