Las personas mayores en Chile alzan la voz frente al edadismo bancario: “Muchas veces se nos excluye con ciertas sutilezas”
Aunque no hay una normativa que fije un límite de edad para contratar productos, adultos mayores han comenzado a visibilizar lo que consideran discriminación. El físico Miguel Kiwi, Premio Nacional de Ciencias, lo vivió
Fue el ingeniero agrónomo Fernando Pardo del Campo quien levantó la voz de alerta en una carta que envió a fines de enero al diario El Mercurio y que tituló Mi primer golpe. En ella contó que por su trabajo viaja a lo largo de Chile “manejando o en bus”, para explicar que sigue muy activo laboralmente. Sin embargo, de pronto una puerta se cerró. “Fui al banco y por mi edad no pude abrir ni una cuenta corriente, ni solicitar tarjetas ni nada. Quedé plop [perplejo]. Primera vez que me echaron para la casa por viejo (...) Fue un momento humillante para mi persona”. “Me hicieron sentir que ya no sirvo”.
Y agregó, con ironía: “Espero que las personas de ese banco no tengan más de 70 años”.
En Chile no hay normativa que fije un límite de edad para ofrecer o contratar productos financieros. Sin embargo, personas mayores como Pardo han levantado de a poco la alerta de sentirse discriminadas. En 2023, por ejemplo, un grupo de 16 adultos mayores presentó una denuncia ante el Servicio Nacional del Consumidor (Sernac), un organismo estatal, por la negativa injustificada a otorgar tarjeta de crédito, abrir una cuenta, otorgar un crédito, o simplemente discriminación arbitraria.
La situación de Pardo también la vivió Miguel Kiwi Tichauer (1938), físico e ingeniero civil, profesor de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Ciencias Exactas (2007), cuya trayectoria pareciera en ocasiones ser invisibilizada por prejuicios. “Siempre está la presión cuando te dicen: ‘Ya tienes 85 años, ¿no sería hora de que pienses en descansar?’. Escucho ese tipo de comentarios a cada rato. Pero como yo digo: la edad es como los autos, no vale tanto el año, sino el estado en qué está”, dice en una conversación telefónica con EL PAÍS.
La primera vez que Kiwi se sintió rechazado por su edad fue en 2019. El académico había acudido al banco para solicitar que le dieran una nueva tarjeta de crédito, pero se lo negaron por superar los 75 años. El incidente, que luego solucionó, lo hizo concientizar sobre el edadismo –o marginación de los adultos mayores– y unirse a una campaña en contra de este tipo de discriminación. “En esa época, además, recuerdo haber leído la experiencia de una señora que quería suscribirse a Netflix, pero necesitaba para eso una tarjeta de crédito, y el banco se la negó por ser mayor. No es sólo mi caso o el de ella, sino muchos”, manifiesta.
A pesar de que hasta ahora las denuncias de personas mayores recibidas por el Sernac el año pasado por este tipo de situaciones no alcanza al 1% del total , Eduardo Toro Nahmías, director ejecutivo de la Fundación Conecta Mayor de la Universidad Católica, una de las instituciones educativas más importantes de Chile, asegura que son muchos más los casos que se conocen, ya sea por quienes se acercan a su organización, a través de la prensa o las redes sociales.
“Las denuncias formales son pocas. Quizás es por desconocimiento, pues no saben a qué institución acudir, o porque creen que es una gestión inútil, una pérdida de tiempo. Nuestro llamado es que realicen una denuncia formal para que la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) tome el peso de esta situación y se haga cargo de tomar medidas pertinentes”, señala.
Desde la Comisión de Mercado Financiero, organismo estatal, explican que corresponde a cada institución definir las políticas y criterios para la contratación de productos. EL PAÍS consultó a la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras (ABIF) respecto a si la edad era una limitante para abrir una cuenta corriente y acceder a productos bancarios y las oportunidades que ofrecen a las personas de la tercera edad, pero declinaron hacer comentarios. Lo mismo se preguntó a tres principales bancos de Chile, pero sólo uno respondió. “Los únicos criterios para entregar productos o servicios a mayores de 18 años son comportamiento financiero previo y evaluación de solvencia al cliente para suscribir nuevos compromisos”, indica el Banco de Crédito e Inversiones.
Chile envejece
El sector financiero chileno figuró como el segundo con más reclamos por parte de adultos mayores en el último estudio que realizó el Sernac en 2020; el primer lugar lo obtuvo el mercado de las telecomunicaciones. Para Sofía Sepúlveda, coordinadora del Programa Adulto Mayor UC, dependiente del Centro UC Estudios de Vejez y Envejecimiento, las empresas necesitan acercarse a estos usuarios para conocerlos. “La generalización no es conveniente, menos en estos servicios, y tampoco para los adultos mayores”, puntualiza.
Su percepción es que desde el mundo empresarial sí existe interés por las personas mayores de 60 años. Sin embargo, esta preocupación, explica Sepúlveda, iría más allá de cómo adaptarse a este tipo de consumidor, pues empresarios le han manifestado su voluntad en cómo acompañar o valorar el talento de sus empleados que se acercan a la vejez. “No puedo generalizar en decir que todas las compañías en Chile están trabajando en esa línea, pero se han acercado instituciones de distintos sectores a nosotros para pedir asesorías y recomendaciones. Lo mismo en el ámbito estatal, donde existen avances en ese sentido”, aclara.
La población chilena está envejeciendo aceleradamente. Según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), los adultos mayores aumentarán a un 32,1% en el país para 2050, frente al 18,1% de 2022. A pesar de estos pronósticos, Toro advierte que la nación sudamericana no está preparada para afrontar el envejecimiento de su población: “Una prueba de ello es el edadismo. Chile necesita un cambio cultural, y aún estamos a tiempo para conseguirlo. Se prevé que este año se invierta la pirámide, y haya más personas mayores de 60 años que menores de 15. Necesitamos que estas personas sean parte activa de la sociedad. No sólo porque pueden, sino también porque quieren y como sociedad los necesitamos en todo su potencial”.
La edad es una de las principales causas de discriminación a nivel mundial. El edadismo no sólo tiene consecuencias graves y de gran alcance para las personas afectadas, sino que tiene un costo para la sociedad de miles de millones de dólares, según el Informe Mundial sobre el Edadismo de las Naciones Unidas (ONU), publicado en 2021.
A juicio de Miguel Kiwi, lo que más puede ser doloroso es invisibilizar a las personas mayores. “Muchas veces el edadismo no es explícito, sino que se excluye a las personas mayores con ciertas sutilezas. Eso debiera ser ilegal, porque es discriminación. La sociedad no ha tenido tiempo de enfrentar este tema. Lo enfrenta de manera aleatoria, sin una política, ignorando los problemas y la punta más visible de este iceberg, en nuestro país, son las pensiones y las AFP (Administradores de Fondos de Pensiones)”.
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