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Sergio Catalán, la historia del arriero chileno que salvó a los supervivientes de la tragedia de Los Andes

El campesino fue la primera persona que tomó contacto con los rugbistas uruguayos que sufrieron el accidente aéreo, cuya historia revive la película ‘La sociedad de la nieve’

Sergio Catalán, arriero chileno
Sergio Catalán, junto a Nando Parrado y Roberto Canessa en Los Maitenes (Chile), en su primera foto.Cortesía de Editorial Alrevés (Fotografía 'El País' Uruguay).
Sebastián Dote

Un equipo de rugby, un terrible accidente aéreo, canibalismo y la aparición milagrosa de un arriero. La historia del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, que el 13 de octubre de 1972 cayó sobre la cordillera de Los Andes, ha revivido gracias a la película La sociedad de la nieve de J. A. Bayona. La cinta se hace cargo de gran parte de la historia real, aunque no considera en profundidad el papel del chileno Sergio Catalán, quien fue clave para que los 16 supervivientes fueran encontrados y rescatados.

El campesino, que se dedicaba a conducir animales en la zona cordillerana de la ciudad de San Fernando, a unos 142 kilómetros al sur de Santiago de Chile, fue quien tomó contacto con las víctimas, quienes realizaron acciones extremas como comer de los cadáveres de algunos de los fallecidos en el desastre para sobrevivir. Aunque su participación fue clave, su aparición en el filme es fugaz.

En la vida real, Catalán fue reconocido como un héroe. También se convirtió en una persona querida por los 16 supervivientes, quienes lo llegaron a considerar como un padre. El vínculo de los uruguayos con el arriero se extendió hasta su muerte, ocurrida en febrero de 2020.

Quién era Sergio Catalán

Sergio Hilario Catalán Martínez nació en 1929 en Puente Negro, un pequeño pueblo ubicado en la zona precordillerana de la provincia de Colchagua (la actual región de O’Higgins). Estaba casado con Virginia Toro, con quien tuvo nueve hijos. Al momento del accidente tenía 43 años y como jinete se dedicaba a transportar animales a través de las montañas. En diciembre de 1972 trabajaba junto a Juan de la Cruz, uno de sus hijos, llevando el ganado cerca del río Barroso, ubicado al sur de la actual Región Metropolitana. Fue allí donde tomó contacto con los uruguayos Roberto Canessa y Fernando Nando Parrado, ambos integrantes del equipo de rugby Old Christians Club, quienes sobrevivieron a un accidente aéreo que dejo 29 muertos. Los deportistas habían iniciado una larga expedición desde la cordillera de la provincia de Mendoza, en Argentina, hacia el lado de Chile —país al que originalmente iban a aterrizar para disputar un partido con el equipo local Old Boys— para buscar ayuda.

El contacto con Canessa y Parrado

Catalán y su hijo vieron a los supervivientes e inicialmente creyeron que eran cazadores o turistas. Los uruguayos estaban débiles tras su larga travesía, por lo que su voz iba a ser inaudible para el arriero. El chileno logró establecer comunicación con Canessa y Parrado al lanzar un papel con un lápiz, con el que uno de ellos escribió el siguiente mensaje: “Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy uruguayo. Hace diez días estamos caminando. Tengo un amigo herido arriba. En el avión quedan 14 personas heridas. Tenemos que salir rápido de aquí. No sabemos cómo. No tenemos comida. Estamos débiles. ¿Cuándo nos van a buscar arriba? Por favor no podemos ni caminar. ¿Dónde estamos?”.

El aviso a las autoridades

El jinete se trasladó desde el lugar del encuentro hasta su pueblo natal recorriendo unos 80 kilómetros. Al llegar a un retén de Carabineros reportó la situación. Los policías y las autoridades no daban crédito al relato del arriero e incluso pensaban que estaba ebrio, pero él llevaba consigo el escrito entregado por uno de los supervivientes. “Era poco creíble, para nosotros, que realmente fuesen sobrevivientes del avión uruguayo”, recordó Ramón Canales, uno de los copilotos de los helicópteros que participaron del rescate, en una entrevista a EFE. A más de dos meses de la desaparición del avión, los equipos operativos chilenos estimaban que el accidente no había dejado supervivientes y que solo se debía esperar hasta el verano para aprovechar el deshielo y finalizar la búsqueda de los cuerpos. Canessa y Parrado fueron enviados al rancho Los Maitenes de San Fernando, en donde fueron entrevistados por la televisión chilena de la época. El 23 de diciembre de 1972, tras un operativo que se extendió por dos días, se logró rescatar a todos los pasajeros que quedaron vivos tras el impacto.

Una amistad de casi 50 años

Sergio Catalán fue considerado como un héroe por los rugbistas, estableciendo una relación de amistad que se extendió por casi cinco décadas. Su nombre apareció en todos los relatos de los supervivientes y era visitado por ellos en cada visita que realizaban a Chile. Uno de los más cercanos al arriero fue Roberto Canessa, quien como médico le brindó una mano junto al resto de sus compañeros para conseguirle una operación a la cadera. El arriero murió en febrero de 2020 a los 91 años. “Qué puedo decirles yo de Sergio que no sepan... Es un hombre muy querido y que le debemos un poco la vida, y los hijos y los nietos que tenemos”, dijo Canessa en una declaración al diario El Mercurio. Gustavo Zerbino, otro de los supervivientes, asistió al funeral en representación del resto del equipo.

El chileno recibió varios reconocimientos en vida. En 2011 el municipio de San Fernando inauguró el Monumento al Arriero, una escultura dedicada tanto a él como a los campesinos dedicados a la guía de los animales. El Museo Andes 1972, ubicado en Montevideo, también tiene una figura del chileno.

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Sobre la firma

Sebastián Dote
Es encargado de redes sociales y SEO de la edición chilena de EL PAÍS. Es licenciado en Comunicación Social de la Universidad Santo Tomás de Chile. Trabajó en medios regionales de 'El Mercurio' y en el diario digital 'El Dínamo'.

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