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Boric tras el resultado del plebiscito: “La política ha quedado en deuda con el pueblo de Chile”

El presidente de izquierdas, luego que se rechazara por segunda vez una propuesta de Carta Magna, aseguró que en su mandato “se cierra el proceso constitucional” y que “las urgencias son otras”

Gabriel Boric
Gabriel Boric, da una rueda de prensa luego de votar durante la jornada del plebiscito constitucional.PRESIDENCIA DE CHILE (EFE)
Ana María Sanhueza

El presidente de izquierdas Gabriel Boric ha dicho, tras la victoria de la opción en contra de la propuesta de Constitución de Chile, que durante su mandato “se cierra el proceso constitucional. Las urgencias son otras”. El mandatario habló desde La Moneda poco después de las 21.00 horas cuando los resultados ya estaban consolidados: 55% de los chilenos rechazaron el texto y 44 % lo aprobaron. El que se votó era un proyecto que había contado solo con los votos de las derechas, al contrario del primer proceso, plebiscitado en 2022 y apoyado por las izquierdas, por lo que en ninguno de los dos llegó a un consenso político.

“Es el momento de reconocer el resultado alcanzado a quienes levantaron la opción en contra, pero sin olvidar que una parte importante de quienes asistieron a las urnas votaron por la opción a favor. No podemos volver a cometer el mismo error de los plebiscitos anteriores. El país lo hacemos todos y todas y quienes triunfan en una elección no pueden prescindir ni ignorar a quienes son circunstancialmente derrotados. Nuestro país seguirá con la Constitución vigente porque luego de dos propuestas constitucionales plebiscitadas, ninguna logró representar y unir a Chile en su hermosa diversidad. El país se polarizó, se dividió y al margen de este contundente resultado, el proceso constitucional no logró canalizar las esperanzas de tener una nueva Constitución redactada para todos”, dijo Boric.

Y agregó: “La política ha quedado en deuda con el pueblo de Chile. Y esa deuda se paga logrando las soluciones que los chilenos y chilenas necesitan y nos exigen que alcancemos. Está claro, no me cabe ninguna duda, de que lo que hoy demanda la ciudadanía es mayor capacidad de diálogo, de consensos, pero sobre todo de acción, de resolución de abandonar las trincheras y la imposición de visiones parciales para poder concentrarnos a los problemas más apremiantes que viven los chilenos en su vida diaria y siguen causando un legítimo malestar que está presente y que no podemos obviar”.

Boric dijo que el proceso constitucional, que “estaba destinado a traer esperanza”, finalmente “ha generado frustración y hasta hastío en una parte relevante de la ciudadanía y eso no podemos ignorarlo”. Y tal como lo han hecho las fuerzas políticas oficialistas tras conocer el resultado del referéndum, ha anunciado un nuevo intento, junto con su Gabinete, de reimpulsar la reforma de pensiones y el pacto fiscal, donde no ha habido llegada en el Congreso. Además de “redoblar la gestión de esfuerzos en gestión de seguridad”, en medio de una crisis en Chile ante la irrupción de una delincuencia más violenta.

“El resultado de este plebiscito, más que una celebración, es un fuerte llamado de atención”, dijo. Y agregó: “Ni celebración ni arrogancia. Pelota al piso, humildad y trabajo. Mucho trabajo. Los invito a construir juntos, a todos, una nueva etapa para Chile”.

Un respiro sin celebración

Con la victoria del en contra, el Gobierno de Boric ha tenido una primera buena noticia electoral después de la elección presidencial en 2022, pero no ha sido un triunfo, sino apenas un respiro. Solo se evitó una tercera derrota, a las dos que ya tenía. La primera fue cuando un 62% rechazó la propuesta de Constitución la convención de izquierdas, por la que la Administración se la jugó. La segunda fue en mayo, cuando los chilenos sufragaron por la integración del Consejo Constitucional en el nuevo intento por redactar una Carta Magna. Esta vez la oposición arrasó en la elección y tomó el control de la redacción del texto, por lo que el oficialismo quedó reducido a 17 escaños versus 22 del Partido Republicano, de la extrema derecha, y 11 de Chile Vamos, el conglomerado de la derecha tradicional.

A diferencia de 2022, esta vez el Gobierno de Boric optó por no involucrarse, pero era un secreto a voces que estaba por rechazar la propuesta. Las izquierdas quedaron sin proyecto. Y apoyar, como lo hicieron, la Constitución actual, fue respaldar la misma Carta Magna que han intentado cambiar durante años. Aunque el texto tiene 70 reformas en democracia y desde 2005 lleva la firma del expresidente socialista Ricardo Lagos (2000-2006), le achacaban que naciera (en 1980) en la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). Ahora, en cambio, han votado por mantenerla.

Una frase que refleja el momento de las izquierdas chilenas la pronunció este domingo la expresidenta socialista Michelle Bachelet (2006-2010, 2014-2018), cuando fue a votar en contra: “Prefiero algo malo que algo pésimo”.

Pero en este plebiscito no solo el oficialismo iba por el en contra, sino también lo estaban grupos de la centroizquierda moderada que no son parte del Gobierno, en una actitud de especie de castigo a la derecha conservadora del Partido Republicano, que lidera José Antonio Kast, la colectividad más influyente en la redacción del texto. Incluso, por rechazar la propuesta también había fuerzas ultra más allá de los propios republicanos.

Por lo tanto, el triunfo del rechazo no se puede atribuir al Gobierno, menos si la disyuntiva era entre quedarse con la Constitución vigente y la propuesta que se plebiscitó. Básicamente, era perder o perder.

Así, pese a que ganó el rechazo, un resultado proyectado por las encuestas cuando ni siquiera se había terminado el texto, el problema de la Administración de izquierdas dejó de ser tener una nueva Constitución. Es algo que han reiterado varios analistas. Uno de ellos es Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales y una de las voces más influyentes de la escena pública chilena, quien dijo a EL PAÍS que, con independencia del resultado del referéndum de este domingo 17, “el proyecto político de Gabriel Boric ya fracasó”. Y ello, agregó, “ha sido producto de un mal diagnóstico, que no fue capaz de comprender la modernización de Chile y, en cambio, vio en ella una especie de timo ejecutado por las élites, y es fruto de una innegable incompetencia de los cuadros más jóvenes. El propósito transformador de Gabriel Boric se frustró del todo y ello no por culpa de la cuestión constitucional. Lo que queda del Gobierno será un Gobierno de administración y el presidente debiera poner el acento en la dimensión cultural de las transformaciones de Chile, donde es, ahí sí, un buen intérprete”.

Pasadas las 20 horas, cuando ya estaba el 75% de las mesas escrutadas, las diez fuerzas políticas del oficialismo dieron una declaración conjunta que leyó la presidenta del Partido Socialista, Paulina Vodanovic. Fue en un tono en que nadie celebró, pese a que esbozan leves sonrisas a modo de respiro. Tratando de dejar atrás la cuestión constitucional, señalaron que tras el resultado se abre un nuevo ciclo político con desafíos políticos, sociales y económicos.

“El triunfo del en contra se convierte en una bocanada de aire fresco para un tiempo político que ha estado marcado por la discordia y la polarización. Hemos entendido esta señal”, dijo Vodanovic.

En la mesa no solo estaban los partidos de oficialismo, sino también la Democracia Cristiana, de centro izquierda moderada y que no es parte del Gobierno. Pero respaldó la opción en contra y la alcaldesa Carolina Leitao fue una de las portavoces del comando que rechazó la propuesta constitucional.

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Ana María Sanhueza
Es periodista de EL PAÍS en Chile, especializada en justicia y derechos humanos. Ha trabajado en los principales medios locales, entre ellos revista 'Qué Pasa', 'La Tercera' y 'The Clinic', donde fue editora. Es coautora del libro 'Spiniak y los demonios de la Plaza de Armas' y de 'Los archivos del cardenal', 1 y 2.
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