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Análisis político: quién gana y quién pierde, según los resultados del plebiscito en Chile

Lo que suceda esta noche con el referéndum moverá el tablero político chileno

Plebiscito constitucional Chile
Un trabajador electoral se prepara para el próximo plebiscito constitucional en Santiago, Chile.Esteban Felix (AP)
Rocío Montes

Los resultados del plebiscito constitucional de este domingo en Chile moverán el tablero político. Para algunos analistas, como Carlos Peña en este periódico, el país se juega “nada o muy poco en lo inmediato”, lo que probablemente los electores perciben por la falta de interés que se ha visto en este proceso. Todo indica que no cambiará sustancialmente el escenario si gana una u otra opción –la aguja se moverá poco–, porque no está en juego la estabilidad del país. Tampoco, como dijo el propio Peña, deberían interpretarse resultados como una adhesión ideológica. Las diferentes fuerzas políticas, sin embargo, aguardan con expectación lo que suceda en el referéndum. Por lo que implica –que se mantenga la Constitución actual o que se apruebe la propuesta–, pero sobre todo por los coletazos que implicará para los partidos y coaliciones si gana el a favor o el en contra.

Las elecciones municipales y de gobernadores de 2024 y las presidenciales y parlamentarias de 2025 parecen demasiado cerca para las fuerzas políticas, que toman posición.

El Gobierno de Boric

Es efectivo que el Gobierno está por la opción en contra, aunque en ese segundo proceso haya intentado mantener la distancia, a diferencia del primero (2021-2022). Pero no solo es el oficialismo de izquierda el que está en contra, sino grupos de la izquierda moderada que no son parte del Gobierno, y que rechazan la propuesta sobre todo como una especie de castigo a la derecha conservadora del Partido Republicano. Están en contra, además, fuerzas ultra que han sobrepasado por la derecha a los propios republicanos.

Por lo tanto, si se rechaza el texto, difícilmente el Gobierno puede adjudicarse un triunfo. Menos considerando que, como se sabe, el oficialismo ha debido elegir entre la Constitución actual –la Constitución escrita por cuatro generales, como dijo el presidente– y la propuesta de un Consejo dominado por las derechas y, sobre todo, por la derecha de José Antonio Kast. Es, en definitiva, un perder-perder.

Eso es lo objetivo. En lo subjetivo, sin embargo, un triunfo del en contra sería la primera buena noticia electoral del Gobierno desde la presidencial 2022. Recordemos que sufrió una derrota contundente en el plebiscito de septiembre de 2022 y en las elección de consejeros en mayo pasado. Por lo tanto, de echarse abajo el texto, sería una especie de respiro para La Moneda, que justamente ha enfrentado una semana negra en dos temas especialmente sensibles para la ciudadanía: seguridad (por la detención por secuestro del indultado Luis Castillo) y corrupción (las detenciones de la fundación Democracia Viva, en el marco del caso Convenios).

En definitiva, como un triunfo del en contra implicaría un golpe a las derechas, sobre todo a la republicana, La Moneda podría hacer una lectura disfrazada de éxito. Pero lo cierto es que existe bastante consenso en que el Gobierno perdió buena parte de su programa hace más de un año y hoy su problema no está en la Constitución. El lunes, sin lo constituyente, quedará frente a los problemas que persisten en seguridad ciudadana, economía, salud y educación, entre otros.

La toma de control de la derecha tradicional

De ganar el en contra se producirá cierta reorganización en las derechas, porque finalizaría la hegemonía del Partido Republicano, que solo tuvo una alta representación en el Consejo Constitucional (23 de los 50 miembros) y que tiene una discreta bancada en el Congreso (12 diputados y un senador, tras la salida del senador Rojo Edwards a propósito del tema constituyente). La coalición de la derecha tradicional, Chile Vamos, y la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei, volverían a reclamar su espacio.

¿Por qué? Porque los republicanos condujeron el proceso, se empeñaron en dar vuelta los resultados adversos de las encuestas, no tienen una mayoritaria representación en otros espacios y solo en el Consejo Constitucional eran mayoría.

Es lo que dijo Eugenio Tironi en entrevista con La Tercera: “De ganar el en contra, la derecha tradicional debiera decir, okey, vamos a deshacernos de nuestro Trump”.

De ganar el en contra, ¿se justificarán los republicanos con que pudieron encabezar un proceso difícil, institucional, sin las estridencias del proceso anterior y que mostraron que lo podían hacer bien, en su primera gran prueba política? Probablemente, pero eso vale poco a la hora de sacar conclusiones ante el resultado de plebiscito en que se gana o se pierde.

Republicanos, apretados desde dos frentes

Si la diferencia es mucha en favor del rechazo –10 o más puntos, por ejemplo, un 45%-55%–, la pelea intestina de las derechas será más acotada, puesto que quedaría en evidencia que era muy difícil ganar. Pero si el en contra gana por poco –en torno a un 53% a 47%–, la derecha tradicional se lo cobrará a los republicanos: en Chile Vamos entenderán que se perdió por los gustitos de la fuerza de Kast. Esto se acentuaría si se pierde por menor respaldo de mujeres y jóvenes.

El Partido Republicano, a su vez, en este caso, se vería presionado por el sector de Rojo Edwards, que se escindió del partido hace algunas semanas. Le cobrarán que los republicanos nunca debieron sumarse al proceso constitucional, que fue un error si se consideraba que no había que reemplazar la Constitución y que la verdadera derecha son ellos, la libertaria, no la de Kast.

Un Gobierno de administración

De ganar el a favor, sería un gran nuevo golpe para el Gobierno del presidente Boric, porque consistiría en la tercera derrota electoral sucesiva en un asunto –el constitucional– que la izquierda oficialista fue la primera en promover. Pero un segundo punto crucial: para alcanzar la implementación de la nueva Constitución en los dos años que le restan de Gobierno, indudablemente este asunto se tomaría la agenda. En definitiva, si actualmente está trabado el Congreso por la falta de acuerdos, de ganar el a favor no se sacarían adelante reformas ni asuntos relevantes por falta de tiempo. El Gobierno se debería dedicar, incluso más que ahora, netamente a la administración. Y todo ello, con un tren de elecciones entre 2024 y 2025.

Cambio de Gabinete

El presidente Boric, de aprobarse la nueva Constitución, podría muy probablemente decidir mover las piezas de su Gobierno y realizar un cambio de Gabinete que, entre otros asuntos, le resuelva la salida del ministro de Vivienda, el socialista Carlos Montes. Salpicado por las responsabilidades políticas del caso Convenios, según la oposición, esta semana podría tomar forma una acusación constitucional en su contra en búsqueda de la destitución. Montes no quiere irse del Gabinete –no quiere terminar su carrera política así–, pero este diagnóstico desconoce que no habrá un buen momento para dejar el Gobierno en medio de la trama de corrupción que se gestó en su cartera y que no da tregua. El presidente Boric toma por estas horas una decisión política sobre el asunto y, mientras no se produzca el plebiscito, su Gobierno ha aguantado el aire.

La derecha: ¿se reparte la torta?

Si la nueva Constitución se aprueba, habrá sido un gran triunfo de las derechas, que habrían logrado dar vuelta un resultado adverso. Pero el Partido Republicano de Kast buscará apropiarse de la victoria porque, finalmente, fueron ellos los que protagonizaron el proceso y pusieron la música en una fiesta donde la derecha tradicional fue un invitada no tan entusiasta, pero que se plegó al anfitrión. Con miras a la presidencial, Kast podría buscar el apoyo de la derecha tradicional, sin pasar por primarias ante su principal competidora, la alcaldesa Matthei observan desde Chile Vamos. En definitiva, de ganar la opción a favor, lo que está en entredicho es si Kast –el protagonista de la nueva Constitución– estará dispuesto a repartir la torta.

Para la derecha tradicional, el pastel debería alcanzar para todos los que se desplegaron por la campaña de aprobar el nuevo texto. Pese a los riesgos, se dicen desde este sector, estuvieron por promover ante la ciudadanía el nuevo texto para que nadie les cobre no haber hecho nada.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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