La chilena Aranza Villalón: el drama panamericano de la medallista y el sicario
Ganó una medalla de bronce para Chile en la contrarreloj del ciclismo, dos días después de que su hermano mayor fuera asesinado en un barrio de Santiago
Aranza Valentina Villalón terminaba la contrarreloj en ruta de los Juegos Panamericanos de Santiago y enfrentaba a los micrófonos. Era la chilena mejor ubicada y esperaba el resultado. Cuando los mismos periodistas le informan que había obtenido medalla de bronce, Aranza rompió a llorar para develar la historia más triste de lo que va de corrido de la competencia.
La corredora de 28 años, integrante del equipo español Eneicat CM Team Seguros, agradeció a su madre y a su familia, a su entrenador y a su entorno, que supieron comprender las difíciles circunstancias en que afrontó la prueba. Su hermano mayor, Misrain, de 34 años, había aparecido muerto dos días antes en la comuna de La Florida, víctima de un impacto de bala en la cabeza. La policía no había entregado antecedentes del caso y los medios desconocían la identidad del cadáver, asesinado, según testigos, desde un automóvil en horas de la madrugada, cuando Villalón se encontraba en la intersección de las calles Trinidad con Santa Raquel.
“Fue víctima de un sicario”, dijo Aranza a los periodistas. “Estoy segura de que está en el cielo, y que en la Tierra se hará justicia”. Invocó al presidente Gabriel Boric y a las autoridades en un caso que las policías aún no habían divulgado y que ahora está en el primer plano gracias a los Juegos y al éxito de la pedalera.
Al saltar a los medios se comprobó que Misrain tenía prontuario policial por una serie de robos menores y violencia intrafamiliar, pero se desconocen aún mayores antecedentes de lo que podría ser un sangriento ajuste de cuentas, un delito común en los barrios de la periferia santiaguina.
Daniel Bretti, entrenador y pareja de la deportista, confirmó que el asesinato lo conocieron cuando se dirigían a reconocer el circuito, y que la reacción de Aranza fue demoledora, pero que juntos tomaron la decisión de participar pese al dolor y la tragedia. Por eso la primera reacción de la medallista fue agradecer la comprensión de su madre. “La delincuencia se ha apoderado de algunos barrios, pero lo importante es que este drama no quede invisible por la cobertura de los Juegos”, enfatizó Bretti.
El bronce de Aranza no sólo fue un paliativo para la tragedia familiar, sino que un alivio para la delegación ciclística, que no tuvo una preparación acorde con su tradición panamericana debido al retraso de la entrega del velódromo. Y a la exclusión de sus dos máximas figuras, Antonio Cabrera y Felipe Peñaloza, campeones en la Madison el 2019 en Lima, sancionados por doping. En el caso de Peñaloza, pocos días antes del certamen, por “esteroides anabolizantes androgénicos”.
Con el país volcado a la cobertura Panamericana y orgulloso por los escenarios presentados por la fiesta deportiva, el llanto de Aranza, la medallista, impactó fuerte por la dimensión de un drama que, hasta ese momento, era apenas una historia más en las páginas policiales.
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