El Gobierno de Boric nombra a Jaime Gazmuri como nuevo embajador en Venezuela para normalizar las relaciones tras años de conflicto
Chile no tenía un embajador en Caracas desde 2018. El Ejecutivo de Boric, que ha hecho públicas sus críticas a Maduro por las violaciones a los derechos humanos, nombra a la cabeza de la misión a un socialista y experimentado político
El Gobierno de Gabriel Boric ha nombrado al socialista Jaime Gazmuri (Chillán, 79 años) como el nuevo embajador de Chile en Venezuela, donde Chile no tenía embajador desde 2018, aunque no se habían roto relaciones diplomáticas. Militante del Partido Socialista y senador por 20 años –entre 1990 y 2010–, es un político de larga trayectoria con una muy bien evaluada experiencia diplomática. Entre 2014 y 2018 fue embajador de Chile en Brasil, en el segundo mandato de Michelle Bachelet, con Dilma Rousseff de presidenta. Como representante de Santiago en Caracas, Gazmuri tendrá en sus manos normalizar las relaciones diplomáticas, tensas por las abiertas críticas del presidente Boric a las violaciones a los derechos humanos en Venezuela y, antes, por el papel que jugó como presidente Sebastián Piñera (2018-2022), en abierto respaldo a la oposición y especialmente al entonces líder de la oposición, Juan Guaidó. Desde hace cinco años, Chile tenía en Caracas un jefe de misión sin rango de embajador, aunque Venezuela mantuvo a su embajador en Santiago.
“Si bien siempre hemos mantenido relaciones diplomáticas con Venezuela, creemos que es un momento oportuno para normalizar relaciones al más alto nivel, es decir, nombrando a un embajador en dicho país. Esto, con el objetivo de reforzar el trabajo bilateral que hemos seguido realizando durante este tiempo”, explica a EL PAIS el canciller chileno, Alberto van Klaveren. Gazmuri, recientemente nombrado, dice a este periódico: “Me siento muy honrado del encargo que me ha conferido el presidente de la República, en una misión que es muy importante para Chile”.
Boric es el líder latinoamericano de izquierdas que más distancia ha tomado de Caracas, incluso durante la campaña electoral que lo llevó a la presidencia en marzo de 2022. Su posición lo ha enfrentado con los sectores más extremos de su coalición de Gobierno, como el Partido Comunista. En septiembre pasado, el presidente de Chile subió la apuesta contra Venezuela. Durante una participación en la Universidad de Columbia, en Nueva York, el presidente de Chile insistió con sus críticas a las violaciones de los Derechos Humanos cometidas por el Gobierno de Nicolás Maduro y también en Nicaragua. Ser de izquierda, dijo, no debería impedirle emitir sus opiniones, pese a que en Chile muchos le dicen que “no se debe hablar mal de los amigos”. “Me enoja cuando eres de izquierda y puedes condenar las violaciones de Derechos Humanos en Yemen o en El Salvador, pero no puedes hablar de Venezuela o Nicaragua … o Chile. En Chile tuvimos serias violaciones a los Derechos Humanos en el estallido social [de 2019], no podemos tener un doble estándar”, dijo en septiembre de 2022. En la misma gira, ante la Asamblea General de la ONU, Boric había acusado a Venezuela de provocar “una presión tremenda” sobre Chile, producto de los miles de venezolanos que ingresaron al país huyendo de la crisis humanitaria.
Las declaraciones de Boric ante la Asamblea ya habían impactado en Caracas. El diputado Diosdado Cabello, el segundo hombre fuerte del Gobierno, acusó al presidente chileno de hablar “pendejadas” ante los líderes del mundo reunidos en Nueva York. “Si creen que vamos a capitular porque un bobo como Boric salió a hablar pendejadas de Venezuela están equivocados, un gafo, saliendo a hablar mal de Venezuela, teniendo tantos problemas, una deuda histórica con las poblaciones mapuches, y él lo que hace es salir a perseguirlos”, dijo Cabello. Para el diputado venezolano, Boric habló mal de Venezuela “para quedar bien con los gringos”. “Bien ridículo queda”, dijo.
El canciller van Klaveren, que asumió su cargo a comienzos de marzo pasado, en reemplazo de Antonia Urrejola, desde el ministerio de Relaciones Exteriores ha abierto el diálogo con Venezuela en temas de máxima sensibilidad para la región y para Chile, como el problema migratorio. En Santiago existe el convencimiento de que la diáspora venezolana y las tensiones que ha generado en el resto de los países no se arregla sin una activa conversación con Venezuela. Al comienzo de su gestión, Van Klaveren reconoció “dificultades” para que Venezuela acepte a personas expulsadas desde Chile en el marco de la crisis migratoria que se vive en la frontera norte chilena. A comienzos de mayo, sin embargo, la Cancillería confirmó que Venezuela envió un privado para repatriar a migrantes varados en la frontera con Perú.
A mediados de abril, en entrevista con EFE, el canciller chileno aseguró: “Hay una crisis migratoria que afecta a distintos países y, obviamente, hace falta una cooperación mucho mayor de la que existe actualmente. Sabemos que es un tema muy complejo. También en Europa, pero la verdad es que disponemos de pocos instrumentos para afrontarla colectivamente. Uno de nuestros esfuerzos en estos momentos es poder fortalecer esos mecanismos de cooperación a nivel regional. Se habla de revivir Unasur, en cualquier esquema a nosotros nos interesa participar”. Para el ministro de Relaciones Exteriores de Boric, resulta “necesario hablar con Venezuela y Bolivia, absolutamente necesario”. “Venezuela está interesada en la repatriación de sus ciudadanos. Tenía un programa de repatriación que se ha visto interrumpido. Nos interesa que ese programa pueda reanudarse”, dijo Van Klaveren, que como el mismo Gazmuri forma parte del Foro Permanente de Política Exterior, “creado en marzo de 2019 para impulsar la más amplia convergencia en torno a los principios básicos de una política exterior de Estado, rescatando lo que ha sido una tradición del Chile democrático”.
El fiasco de Cúcuta
Las relaciones entre Chile y Venezuela han sido complejas hace años. En el Gobierno de Ricardo Lagos (2000-2006), en abril de 2002, Hugo Chávez acusó a Chile de apoyar un intento de Golpe de Estado en su contra. Las relaciones se calmaron en las siguientes administraciones, de Michelle Bachelet y de Sebastián Piñera, el presidente de la derecha que mantuvo la política de los gobiernos de la Concertación con respecto a Caracas y hasta asistió al funeral de Chávez. En su segundo mandato (2018-2022), sin embargo, el presidente Piñera tomó un papel protagónico a nivel regional en el apoyo a la disidencia venezolana, lo que marcó un punto de inflexión en los vínculos entre ambos países. El último embajador, de hecho, fue Pedro Felipe Ramirez, que dejó su cargo el 31 de marzo de 2018. En febrero de 2019, Piñera llegó a Cúcuta, municipio colombiano fronterizo con Venezuela, para liderar el ingreso de ayuda humanitaria, en una operación diseñada por Iván Duque, que era el presidente de Colombia. Con el objetivo de empujar la caída del régimen de Nicolás Maduro, finalmente la visita terminó en un fiasco que marcó no solo el Gobierno de Piñera, sino las relaciones entre Caracas y Santiago.
En estos años, como ocurre en la mayoría de los países de Latinoamérica, Venezuela se ha vuelto un tema de política local, por lo que no resulta evidente que el intento de Boric por normalizar las relaciones sea bien recibido por la oposición. Sobre el horizonte está el intento de Lula da Silva a intentar refundar UNASUR.
Gazmuri, que llegará a Caracas a fines de julio, es una de las figuras más experimentadas del progresismo chileno, con amplios lazos en la izquierda latinoamericana. Uno de los fundadores del Movimiento de Acción Popular Unitaria, MAPU, nacido a fines de los sesenta, fue tan relevante que en la división de esta fuerza política tras el golpe de Estado, una de las fracciones llevaba su nombre, Mapu-Gazmuri (el ala más moderada). Parte de los militantes de otras fuerzas que terminaron en el Partido Socialista en los años ochenta, en la última etapa de la dictadura, fue una figura clave del Senado en la transición a la democracia, donde presidió la comisión de Relaciones Exteriores. Como su gestión en la embajada de Brasil fue evaluada brillantemente en la Cancillería, llegará a Venezuela con un amplio manejo político y profundo conocimiento de la izquierda de la región para intentar que las relaciones diplomáticas entre ambos países se normalicen tras años complejos.
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