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Chile
Columna
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El caramelo que envenenó al fútbol chileno

La maliciosa filtración de un chat privado entre dirigentes del fútbol dejó en evidencia la mezquina política para relacionarse con el Gobierno, pero también los conflictos internos. Mafia y traición son dos palabras que se utilizaron mucho tras el incidente

Pablo Milad, presidente de la Federación chilena de fútbol, en 2020.
Pablo Milad, presidente de la Federación chilena de fútbol, en 2020.Luis Vera (Getty Images)

“Esto, mi amigo, no es más que un caramelo (...). No significará mucho al momento de normar. Si conseguimos el apoyo del Estado esto será un pelo de la cola. Este Gobierno es populista y feminista”. Así le contestaba el presidente de la Federación chilena de fútbol, Pablo Milad, a los presidentes de clubes en un chat interno. El tema era una propuesta de la Ministra de la Mujer para que, una vez implementado el nuevo sistema de control de acceso a los estadios, se prohibiera el ingreso a los deudores de pensiones alimenticias.

Milad, un político que renunció al partido Evópoli y a la Intendencia de la Región del Maule durante el Gobierno de Sebastián Piñera para encabezar la ANFP (Asociación Nacional de Fútbol profesional, la entidad que agrupa a las 32 sociedades anónimas deportivas), respondía así a las inquietudes de los presidentes de las instituciones deportivas, que se encuentran negociando afanosamente una nueva normativa que controle la creciente violencia en los estadios. Los clubes juegan sin público o con aforos muy reducidos debido al descontrol de las barras bravas y los ultras, por lo que la autoridad política y policial tiene la potestad de fijar horarios y condiciones para que se jueguen los partidos.

La filtración del diálogo cayó como una bomba en medio de las negociaciones. El Gobierno reaccionó airado a través de los ministros aludidos (de la Mujer y Deportes) y el propio Presidente Gabriel Boric envió un mensaje directo: “Para quienes se confunden en el chat de amigos, esto no es un caramelo, esto es una responsabilidad. Esto no es populismo, es justicia. Esto es feminismo y estamos orgullosos de que lo sea”. Lo hizo justo cuando se promulgaba la Ley de responsabilidad parental y pago efectivo de pensiones alimenticias y lo refrendó al día siguiente, cuando asistió al estadio a ver jugar a su equipo favorito, la Universidad Católica, sentándose en la tribuna contraria a la oficial. Es decir, cerca de los hinchas y lejos de los accionistas de los clubes.

Como ya se ha referido en este espacio, los conflictos que enfrentan al fútbol con el Ejecutivo son varios. La propia Ministra de la Mujer, Antonia Orellana, hizo propia la causa contra Jordhy Thomson, un jugador juvenil de Colo Colo condenado judicialmente por agresión física a su pareja y que, sin embargo, recibió una sanción menor por parte de su club. Y el Parlamento está pronto a convertir en ley una prohibición a las casas de apuestas –que han proliferado sin control en los últimos meses– para auspiciar a los clubes de fútbol.

Pero las esquirlas de las declaraciones de Pablo Milad provocaron otra crisis impensada, ya que los dardos del timonel del fútbol chileno fueron dirigidos a quienes filtraron el contenido del chat. Como se trata de un grupo reducido, que contempla solo a los 32 presidentes de las instituciones y algunos pocos funcionarios, quien divulgó la información era, según definición de algunos de sus pares, “un traidor”.

Juan Tagle, presidente de la Universidad Católica, la institución más influyente del fútbol chileno en los últimos años y fiel aliado de Milad, tildó de “mafioso” lo ocurrido. “Todos se lamentan y todos manifiestan su absoluto repudio, pero hay alguien en ese grupo que se debe sentir muy mal porque logra causar este daño(...). No tengo evidencias, solo sospechas, pero no tengo pruebas por lo que no puedo decir nada”, sentenció en medio de la crisis.

Mafia o traición, lo concreto es que la filtración dejó en evidencia una vez más la profunda división de la industria futbolera, donde el poder creciente de los representantes de jugadores que han comprado varias instituciones se hace cada vez más difícil de contener para las instituciones tradicionales, en medio de una sostenida crisis de gobernabilidad y el deterioro del producto. A la ausencia de público se suma el mal estado de muchos terrenos de juego y, sobre todo, del alejamiento de las familias de los reductos.

El inocente caramelo de Milad, que pretendía calmar a sus pares, fue el veneno que dejó en evidencia la mirada oportunista y aprovechadora del fútbol en su vínculo con la política, pero, al mismo tiempo, el encono, la virulencia y la división que hoy reinan en el mismo chat que los reúne.


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