Vuelta a clase deseando pasar página

Los alumnos de la Universidad Rey Juan Carlos comienzan el curso con la esperanza de recuperar la normalidad tras la polémica del 'caso máster'

Varios alumnos ayer en la Universidad Rey Juan Carlos.Álvaro García

A primera hora de la mañana, decenas de alumnos de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) salen por la desembocadura del metro que da directamente a la puerta del campus de Vicálvaro, centro neurálgico del caso máster que acabó con la dimisión de expresidenta regional Cristina Cifuentes y por el que se investiga un título académico del actual secretario general del PP, Pablo Casado. Es el primer curso académico tras el escándalo y los abrazos, reencuentros y prisas de estudiantes de primer año en b...

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A primera hora de la mañana, decenas de alumnos de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) salen por la desembocadura del metro que da directamente a la puerta del campus de Vicálvaro, centro neurálgico del caso máster que acabó con la dimisión de expresidenta regional Cristina Cifuentes y por el que se investiga un título académico del actual secretario general del PP, Pablo Casado. Es el primer curso académico tras el escándalo y los abrazos, reencuentros y prisas de estudiantes de primer año en busca de su aula se mezclan con las ganas compartidas de dejar atrás la polémica.

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En parte porque entre algunos alumnos sigue instalado el temor al desprestigio de sus futuros títulos. “Lo que hacen dos o tres personas no debería repercutir en nuestro trabajo, pero da miedo que afecte, más aún a los que acabamos ya”, dice Sergio Sampaio, en cuarto de Ingeniería de Organización Industrial.

En una jornada como esta no existe el mismo ambiente que un día normal. Los estudiantes reconocen que muchos de sus compañeros se saltan las presentaciones, lo que da lugar a estampas poco habituales, con las clases medio vacías y la cafetería, como siempre, llena.

Vacaciones, novatadas o asignaturas centran la normalidad de sus conversaciones. “Creo que con el paso del tiempo esto se olvidará, y que no nos pesará. Cada vez se habla menos del tema. Aunque al principio me entró un poco de vértigo, confío en que todo acabe bien”, afirma César Pérez, estudiante de último año de Economía y Política.

Varios reconocen que llegaron a plantearse cambiar de Universidad. “En verano, cuando íbamos a comer con amigos de mis padres y salía el tema de mis estudios, siempre recibía la misma respuesta: ¡Estudias en la universidad del máster de Cifuentes! Al final, los afectados somos nosotros y sí te planteas seriamente el cambio”, asegura Natalia Garcés, una logroñesa en tercer año en el doble grado de Relaciones Internacionales y Derecho. La escasez de ofertas de dobles grados en otros campus y las dificultades para convalidar asignaturas son algunos de los argumentos que esgrimen para quedarse y no perder trabajo previo. “Yo no me voy a cambiar, aunque mi padre insistió bastante, porque perdería asignaturas que ya he aprobado por el camino y significaría invertir por lo menos otro año en la carrera”, dice Adolfo Bueno, alumno de Economía.

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Los padres y familiares son, precisamente, los que más temen que la pérdida de prestigio repercuta en el futuro de sus hijos. “Probablemente, que se presente en la vida laboral con un certificado de esta universidad le causará dificultades. Pero no nos queda otro remedio que seguir, porque ya hemos realizado una inversión importante”, asegura Manuel Arias, padre de un alumno que espera en la abarrotada fila de secretaría para finalizar trámites de Erasmus.

La nota de corte o la localización de la universidad son otros de los factores que imperan a la hora de tomar la decisión de recalar en la URJC. “Yo tenía claro que quería venir a Madrid. Y para estudiar Turismo en inglés, con mis notas, solo podía hacerlo aquí. No tenía otra opción”, reconoce Paula Blázquez, asturiana de 18 recién instalada en la capital. Un caso que se repite entre nuevos alumnos como Mikel Rodrigo, madrileño de la misma edad: “Yo quería hacer el doble grado de Derecho y ADE. Miré en la Universidad Autónoma, pero la nota de corte era muy alta, y tenía como segunda opción la URJC”.

Fuentes de la URJC insisten en que los títulos que obtengan los alumnos no se verán estigmatizados. En las jornadas de acogida -encuentros de bienvenida, el lunes y martes de esta semana-, algunos profesores hicieron alusión a la repercusión del escándalo, según cuentan los propios alumnos. “Dieron a entender que mucha gente había dejado de venir por la desconfianza, y remarcaron que por un caso no tiene por qué verse afectada la reputación de toda la universidad, que no debemos preocuparnos”, reconoce Miguel Ángel Sánchez, en primero de Administración y Dirección de Empresas. Pese a esa sensación los datos de matriculaciones ofrecidos por la URJC, tanto de grado como de máster, reflejan un aumento frente al curso anterior del 3% y 2%, respectivamente. “Esperemos que sea verdad y no tengamos que arrepentirnos de haber venido aquí”, concluye antes de entrar a su primera clase.

Auditoría de cuentas y código ético

La URJC arrancó ayer las clases con el Instituto de Derecho Público ya sin actividad después de la decisión de clausurar el centro que dirigió el catedrático Enrique Álvarez Conde, imputado en el caso del máster de Cifuentes. Además, Manuel García releva en la cargo vicerrector de Ordenación Académica a Francisco Jiménez, que dimitió en víspera del inicio de curso por motivos personales, según anunció el centro en una carta interna.


La creación de una oficina de transparencia y un código ético son dos de las principales medidas propuestas de la Universidad a desarrollar durante el año. Además, en las próximas semanas se pondrá en marcha una auditoria forense externa de sus cuentas. "Queremos cambiar esa percepción que se ha instalado en la opinión pública y trabajamos para ello con diversas propuestas que reviertan los errores del pasado",explica Manuel Gertrúdix, vicerrector de Calidad, Ética y Buen Gobierno.

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