El país de las sonrisas

Los voluntarios de La Caixa celebran una jornada festiva con 700 niños en situación de vulnerabilidad

Asistentes a una actividad del Día del Voluntario de La Caixa en Madrid Río.víctor sainz

Ayoub tiene nueve años y acaba de conocer un país que no quiere abandonar. Está en Madrid, su ciudad, tras el puente metálico que diseñó Dominique Perrault para cruzar el río Manzanares. Es un lugar repleto de niños en el que ha jugado, reído y soñado con el futuro que le espera. “Aquí les decimos que no hay nada imposible, que pueden alcanzar lo que se propongan”, explica Trinidad Castillo, delegada de la Obra Social de La Caixa. La entida...

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Ayoub tiene nueve años y acaba de conocer un país que no quiere abandonar. Está en Madrid, su ciudad, tras el puente metálico que diseñó Dominique Perrault para cruzar el río Manzanares. Es un lugar repleto de niños en el que ha jugado, reído y soñado con el futuro que le espera. “Aquí les decimos que no hay nada imposible, que pueden alcanzar lo que se propongan”, explica Trinidad Castillo, delegada de la Obra Social de La Caixa. La entidad ha celebrado este sábado en la capital el Día del Voluntario con una jornada festiva en la que han participado 700 niños en situación de vulnerabilidad.

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Uno de cada tres menores en España está en riesgo de pobreza. Es el segundo país europeo con mayor tasa de pobreza infantil. Esta situación hace muy complicado que los niños se desarrollen plenamente, que tengan oportunidades para descubrir sus talentos y que algún día puedan dedicarse a lo que les gusta. Por eso el lema de este año, el décimo que se celebra esta fiesta, ha sido De mayor quiero ser. “Es difícil curar la herida, pero podemos poner una tirita”, afirma Castillo sobre la complejidad de sacar a estos chicos de la pobreza. Y añade: “Aquí no venimos a dar pena, sino a divertirnos”. Un objetivo que se ha cumplido con creces durante las seis horas que ha durado el evento.

De mayor quiero ser futbolista”, revela Rayan, un niño de seis años de origen marroquí. Lo ha anotado en la pizarra gigante de la explanada donde se han desarrollado los juegos. Su favorito era chutar a portería en una especie de castillo flotante. Había que guardar turno porque todos querían meter gol. Quiénes sí lo han hecho, por la escuadra, han sido los 150 voluntarios que dedican su tiempo libre a los demás. Los verdaderos protagonistas de la jornada, reconocibles gracias a los polos de color azul que vestían. “Sin ellos sería imposible la gran labor que se hace durante todo el año con las asociaciones”, reconoce Julia Prats, de la Fundación La Caixa.

Superar obstáculos

Uno de esos héroes anónimos es Ernesto López, de 56 años y empleado de la entidad: “Como voluntario sueles recibir más de lo que das. Es muy gratificante trabajar con niños y discapacitados porque, aunque tienen muchas dificultades, siempre están sonriendo”. López se ha encargado de la yincana en la que jóvenes como Marta han debido superar multitud de obstáculos. Nada nuevo para ella. Había talleres para todos los gustos, como el de percusión, en el que los participantes han tenido que construir tambores con latas de pintura. Han concluido con una batucada que ha concentrado las miradas de quienes disfrutaban de la soleada mañana en Madrid Río.

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En el taller de dibujo los chicos han dado rienda suelta a su imaginación. Las mejores creaciones han sido premiadas en el escenario central. Entre los agraciados, Yaretzi, de dos años y medio. Sueña con ser bailarina. “Estos niños merecen sonreír porque no viven una situación agradable en casa”, ha asegurado Blanca, la mamá de Yaretzi, mientras las chicas de la Asociación Iceas, de Pan Bendito, esperaban para bailar la pieza de reggaetón con la que se han llevado el concurso de baile. Uno de los talleres más solicitados ha sido el de jardinería, donde los pequeños han acabado con todo el género. Se han entregado plantas de lechuga, col, tomate y cebolla. “Hemos enseñado a montar un minihuerto en casa. A la mayoría no les gustan las verduras ni las hortalizas. Quizás si las siembran ellos, se las coman”, sostiene Melchor Aguilera, su responsable.

A pocos metros pasa, cantándole en inglés al grupo de chicos que acompaña, la voluntaria Patricia Dosal, de 21 años: “Es un día muy bonito porque los niños salen de su entorno y hacen cosas que normalmente no hacen”. Muchos de ellos jamás habían visto a un mago o a gigantes. Lo de menos es que fuesen sobre zancos. Las actividades del Día del Voluntario de La Caixa se han celebrado también en otras 40 ciudades españolas. Desde su constitución, hace una década, 10.000 personas han dedicado su tiempo a atender a más de 1,2 millones de personas vulnerables. Solo en Madrid, el año pasado 921 voluntarios como Carmen Quilmes ayudaron a 18.400 beneficiarios a través de 266 actividades.

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