Modou se queda en Reus

Paralizada la deportación de un senegalés que fue padre hace 16 días

Modou con su familia.

Modou Diop, un vecino de Reus (Baix Camp) de 36 años y de origen senegalés, pasó esta semana en un abrir y cerrar de ojos la absoluta felicidad a la más profunda tristeza. Feliz porque fue padre por primera vez hace 16 días de una niña llamada Maty. Y triste porque a punto estuvo de ser separado a la fuerza de su mujer y de su niña recién nacida al ser detenido el martes para ser conducido a uno de los vuelos de deportación de inmigrantes que organiza el Gobierno central. Abogados y activistas de la campaña Cerremos los CIE (Centros de Internamiento para Extranjeros) consiguieron el m...

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Modou Diop, un vecino de Reus (Baix Camp) de 36 años y de origen senegalés, pasó esta semana en un abrir y cerrar de ojos la absoluta felicidad a la más profunda tristeza. Feliz porque fue padre por primera vez hace 16 días de una niña llamada Maty. Y triste porque a punto estuvo de ser separado a la fuerza de su mujer y de su niña recién nacida al ser detenido el martes para ser conducido a uno de los vuelos de deportación de inmigrantes que organiza el Gobierno central. Abogados y activistas de la campaña Cerremos los CIE (Centros de Internamiento para Extranjeros) consiguieron el miércoles por la noche paralizar en el último momento su deportación, que debía producirse ayer. “Ha sido un milagro”, resumía este jueves Marc Serra, jurista miembro de Cerremos los CIE.

Modou llegó a España en 2006. “Como muchos inmigrantes vino en cayuco buscando trabajo en las fábricas, en la venta ambulante, en el campo”, narró Bamba Fall, amigo de la familia. La esposa de Modou tiene permiso de residencia. Él no. Justo hoy tenía una cita en la Subdelegación del Gobierno de Tarragona para proseguir los trámites del expediente por arraigo. Modou acudía a firmar a la comisaría de la Policía Nacional. “Cada día a las 10 de la mañana iba, porque sobre mí pesaba una orden de expulsión”, recordaba ayer Modou, aún aturdido por lo ocurrido. Así lo hizo el martes, pero la sorpresa fue que los agentes lo detuvieron en las dependencias policiales con el objetivo de deportarle por encontrarse en situación irregular y con una orden de expulsión fechada en septiembre de 2013. “Después me enviaron detenido a Barcelona”, dijo Modou. Sus allegados llegaron a pensar que no iban a verlo a más. “Nos dijeron que le preparásemos las maletas, estábamos desesperados, fueron 24 horas muy intensas”, afirmó Fall.

El miércoles por tarde los abogados de Modou, con el apoyo de toda una red de activistas, presentaron medidas cautelarísimas. A las nueve de la noche del mismo día, pocas horas antes de la salida del vuelo, el juzgado de instrucción 3 de Tarragona confirmó la suspensión de su expulsión. “Fui a la estación de Sants, cogí el último tren hasta Vilanova i la Geltrú pero ya pasaban las 23 horas y no había manera de volver. A las tres de la madrugada mi mujer vino a buscarme en coche con un chico. Llegué a casa a las cinco, estoy muy mal. Mi madre en Senegal está muy nerviosa y no come”, relató Modou.

A la paralización de la deportación de Modou se sumó la de Baidy —también de Senegal y que tenía que viajar con el mismo vuelo de deportación— al que no se le había permitido reconocer en el Registro Civil a su hija, nacida dos días antes de su detención, denunció ayer Cerremos los CIE. Los integrantes de esta campaña añadieron que las “deportaciones exprés” son una práctica muy poco conocida pero cada día más común, que va muy relacionada a los macrovuelos de deportación. También acusaron a la policía de llevar a cabo redadas por perfil étnico cuando no hay suficientes internos en los CIE para llenar los vuelos. Por la rapidez en que se producen en muchas ocasiones los abogados no pueden recabar la documentación que demuestra el arraigo de la persona y presentar un escrito de urgencia al juez, lamentó Serra.

“¿De cuántos Modou no tenemos noticia? ¿Cuántas personas anónimas, invisibles para la opinión pública, serán expulsadas a la fuerza en el macrovuelo destino Dakar?”, se preguntaron los activistas de la campaña Cerremos los CIE.

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