Gangas, gangas... los polos del Athletic

Los y las "cazachollos" han invadido hoy el casco viejo de Bilbao a la búsqueda de la última oportunidad

Dos mujeres observan toallas en uno de los puestos del Casco Viejo de Bilbao.ALFREDO ALDAI (EFE)

Los y las "cazachollos" han invadido hoy el Casco Viejo de Bilbao a la búsqueda de la última oportunidad en el mercado de las gangas, donde las rebajas de verdad están en la tienda del Athletic.

Metáfora de la devaluación del equipo, la tienda del Athletic en Bidebarrieta ha sacado a la calle los polos a seis euros -precio oficial veinticinco-, las bufandas a cinco, las camisetas de algodón a cuatro y las gorras a tres.

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Los y las "cazachollos" han invadido hoy el Casco Viejo de Bilbao a la búsqueda de la última oportunidad en el mercado de las gangas, donde las rebajas de verdad están en la tienda del Athletic.

Metáfora de la devaluación del equipo, la tienda del Athletic en Bidebarrieta ha sacado a la calle los polos a seis euros -precio oficial veinticinco-, las bufandas a cinco, las camisetas de algodón a cuatro y las gorras a tres.

Son las prendas fabricadas para la final de Copa contra el Barcelona, con su escudito, y las bufandas de la final europea, tiempos tan cercanos y tan lejanos.

"En la tienda ya no se vendían, así que hemos decidido sacarlos de liquidación", explicaban los vendedores, desbordados por las docenas de personas que revolvían entre la ropa, toda roja o negra.

Es el mayor éxito, pero no el único, del mercado de las gangas del casco viejo de Bilbao, una feria por la que pasan más de cien mil personas en dos días a la búsqueda del chollo. La crisis es la crisis: donde se arremolina la gente es en los puestos que venden ropa a diez euros.

La gente se arremolina en los puestos que venden ropa a 10 euros
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Por ese precio, lo más increíble son unos vestidos de novia que vende una de las tiendas de Itziar, al inicio de Artecalle. La popular cadena viste a bodas, madrinas y comuniones desde 1968, y ofrece vestidos de novia, con sus rasos y pedrerías, a diez, veinte y treinta euros.

Los de comunión de niña, con sus bordados en el pecho, a 15 y 20 euros. Al lado, La tienda bonita cierra, y con pena, su dueña vende los últimos jerseys, muebles y joyeros.

No es la única que se despide estos días. Un poco más arriba Zubiri liquida por cese y se ve asaltada: el reclamo son sus bikinis y vestidos playeros por quince euros y bañadores a veinte. Falta casi medio año para poder lucirlos, pero a ver quién se resiste.

Pegados, a un metro, en la boutique Deye, la escena es la contraria: unas abuelas dudan y vuelven a dudar ante unas chamarras acolchadas para sus nietos, de esas para embutir niños en invierno, a sólo 25 euros.

El diálogo con la dependienta es el mismo que hemos oído todos desde que tenemos uso de razón: "Es que hasta el otoño que viene no se lo va a poner"; "Piense en un año", les sugiere la tendera; "es que no sé lo que va a crecer, está alto"; "Es para un año, es preferible que le esté holgado"; "Es que tiene poco cuello". La paciencia tiene su recompensa y al final las amamas compran.

Las conversaciones son todas similares: "venía a por unos zapatos, pero del 38 no hay nada"; "No, la L negra, no nos queda". A estas alturas de año, faltan colores o tallas, lo que los comerciantes llaman el "stock roto", así que a rebuscar.

Seguro que algo encuentra y pica: hay de todo, no sólo ropa, y todo rebajado: champús, mermeladas, disfraces de carnaval, libros de Disney a 1 euro, chocolates del amor y hasta una escultura de Buda en la que no pone la rebaja. Será que lo divino no tiene precio.

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