Duran hace tambalear el ‘plan B’ de Mas por el pacto fiscal

Unió rechaza hablar de elecciones anticipadas y de hacienda propia

Josep Antoni Duran i Lleida el pasado viernes con Mariano Rajoy.Uly Martín (EL PAÍS)

La imagen de desunión que tantas veces entorpeció la acción del Gobierno tripartito vuelve a planear ahora sobre el Ejecutivo de Artur Mas. Y lo hace en un asunto tan central para el Gobierno catalán como es la respuesta que tendrá que dar cuando se constate que el Ejecutivo de Mariano Rajoy no está por la labor de dar a Cataluña un tratamiento fiscal que la equipare al País Vasco o Navarra. El plan B que han diseñado Artur Mas y su entorno más inmediato consiste en reivindicar una hacienda propia para Cataluña, una demanda que podía convertirse en el principal reclamo de los nacionalistas en ...

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La imagen de desunión que tantas veces entorpeció la acción del Gobierno tripartito vuelve a planear ahora sobre el Ejecutivo de Artur Mas. Y lo hace en un asunto tan central para el Gobierno catalán como es la respuesta que tendrá que dar cuando se constate que el Ejecutivo de Mariano Rajoy no está por la labor de dar a Cataluña un tratamiento fiscal que la equipare al País Vasco o Navarra. El plan B que han diseñado Artur Mas y su entorno más inmediato consiste en reivindicar una hacienda propia para Cataluña, una demanda que podía convertirse en el principal reclamo de los nacionalistas en unas eventuales elecciones anticipadas. Pero a su socio de federación, Unió Democràtica, no le gusta ni la idea de la hacienda propia ni, mucho menos, plantear ahora que pueda haber otras elecciones.

Esta semana, tanto la vicepresidenta del Gobierno catalán, Joana Ortega, como el líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, han rechazado abiertamente el plan B de Mas. Han criticado especialmente que el Gobierno catalán haga circular la idea de un plan alternativo cuando aún no se ha certificado el fracaso del pacto fiscal.

Hasta ahora Convergència Democràtica entendía que la demanda de una hacienda propia para recaudar impuestos, una idea que Artur Mas lanzó en el último congreso del partido como alternativa al pacto fiscal, era una buena fórmula a medio plazo. Por una parte permitía al Gobierno de Convergència i Unió tener un segundo horizonte si, como prevé el propio Artur Mas, fracasa el pacto fiscal con el Gobierno central. Pero además podía ser un buen gancho electoral. El propio Francesc Homs, portavoz del Gobierno y mano derecha de Mas, afirmó la semana pasada que, si fracasaba el pacto fiscal, podía no haber otra opción que ir a unas elecciones anticipadas. Homs matizó después estas palabras, pero esta semana, tras los primeros desmarques de Unió, ha acabado de rectificar. “Evidentemente, el Gobierno no busca unas elecciones anticipadas”, dijo.

Desde las filas de Unió se ha alertado de que unas elecciones anticipadas en plena crisis económica no pueden traer nada bueno a la federación nacionalista. El Gobierno de CiU parece haber tomado buena nota de lo ocurrido en Asturias, donde Francisco Álvarez Cascos ha perdido la presidencia tras provocar un adelanto electoral. Y si bien los nacionalistas estaban convencidos hace apenas tres meses de que adelantar las elecciones en un momento en el que el PSC sigue sin un líder electoral claro podía beneficiarles, ahora ya no lo tienen tan claro. El desgaste por la crisis y por sus pactos con el PP comienzan a entreverse en las encuestas.

La oposición intentó sacar partido ayer de la desunión que se vive en la federación nacionalista. Tanto el Partido Popular como Iniciativa exigieron a CiU que, antes de convocarles a la reunión de partidos del próximo miércoles, los nacionalistas unifiquen sus posiciones. “Lo que le pedimos a Mas es que ponga de acuerdo a sus socios, que Convergència y Unió vengan con una postura única a la cumbre de pacto fiscal”, dijo la ecosocialista Dolors Camats. Esquerra Republicana exigió a Mas que “haga cuadrar” a su vicepresidenta. Pero Convergència no parece estar por la labor de ceder ante Unió, según quiso dejar claro ayer el número tres del partido, Josep Rull: “En nuestro diccionario no está la palabra resignación”.

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