Opinión

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El primer aniversario del 15-M acaparó la atención bien entrada la semana hasta que saltó a la luz que el Gobierno de Aguirre había mentido con el déficit

Despedida y encerrona. El 15-M terminó de celebrar esta semana su primer año de existencia. Pasada la efervescencia del fin de semana, los motivos para la indignación siguieron encaramados a carteles callejeros y a miles de tuits pero su intensidad y presencia declinó sin remedio hasta desembocar en cotas de casi normalidad. El martes, mientras miles de madrileños se entregaban al casticismo en la pradera de San Isidro, varios centenares reunidos de nuevo en Sol elevaban su queja a golpe de cacerolada, un emblema de la indignación contemporánea que el rumor de un corralito esp...

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Despedida y encerrona. El 15-M terminó de celebrar esta semana su primer año de existencia. Pasada la efervescencia del fin de semana, los motivos para la indignación siguieron encaramados a carteles callejeros y a miles de tuits pero su intensidad y presencia declinó sin remedio hasta desembocar en cotas de casi normalidad. El martes, mientras miles de madrileños se entregaban al casticismo en la pradera de San Isidro, varios centenares reunidos de nuevo en Sol elevaban su queja a golpe de cacerolada, un emblema de la indignación contemporánea que el rumor de un corralito español trajo a este lado del océano alentado por el caso Bankia y la escalada de la prima de riesgo. Pulverizada el miércoles la cota de los 500 puntos, una nueva convocatoria online etiquetada como #cacerolada500 sacó a la calle a un puñado de gente armado de percusiones variadas. La novedad esta vez la aportó la policía, que aisló al grupo en la calle de Alcalá para impedir su avance. El relato del episodio a través de las redes logró que otros cientos se sumaran para seguir protestando en las inmediaciones de Sol durante un rato más. Pero no todo fue en vano. También aprendimos, a través de @juanlusanchez, que la táctica policial de arrinconar a manifestantes tiene nombre: kettling.

Déficit, silencio y retuit. El viernes, el sobresalto económico no llegó del Consejo de Ministros, sino de la inesperada certeza de que Madrid y Valencia habían mentido con su cifra de déficit de 2011. Cuando el asunto trascendió, aún estaban frescos los tuits de Esperanza Aguirre y de su consejero de Economía, Percival Manglano, sobre lo equilibradas que están (ahora) las cuentas de la región. Después, silencio sepulcral sobre el asunto en los timelines de la clase conservadora madrileña, una circunstancia muy propicia para que las redes recuperen del olvido, vía retuit, triunfalismos de otros tiempos. —@guiomardelser

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