‘La oscuridad no llegó sola’: una radiografía de los primeros años del chavismo en el poder
La periodista Mirtha Rivero reconstruye pieza a pieza los sucesos clave de Venezuela entre 1999 a 2004, ahonda con rigor y destreza narrativa en las motivaciones de sus protagonistas y transporta al lector al corazón del declive del país
“Todavía era de noche, aún no salía el sol”. Es la última línea de La oscuridad no llegó sola. Crónica de una tragedia venezolana, de la periodista y escritora Mirtha Rivero, que acaba de publicarse en España. La autora la sitúa en una madrugada de agosto de 2004 cuando el entonces presidente Hugo Chávez celebraba que no dejaría el poder tras la celebración de un referéndum revocatorio. Pero podría pronunciarse hoy, más de 20 años después, cuando Venezuela vuelve...
“Todavía era de noche, aún no salía el sol”. Es la última línea de La oscuridad no llegó sola. Crónica de una tragedia venezolana, de la periodista y escritora Mirtha Rivero, que acaba de publicarse en España. La autora la sitúa en una madrugada de agosto de 2004 cuando el entonces presidente Hugo Chávez celebraba que no dejaría el poder tras la celebración de un referéndum revocatorio. Pero podría pronunciarse hoy, más de 20 años después, cuando Venezuela vuelve a ocupar las primeras páginas de la prensa por la tensión con Estados Unidos y la angustia de sus ciudadanos, dentro y fuera del país, se multiplica.
Rivero ha pasado 10 años investigando y desmenuzando qué ocurrió en su país desde 1999 hasta 2004, es decir, en los primeros cinco años del chavismo en el poder, en los que el movimiento se definió, se ancló y se fortaleció, al mismo tiempo que sembraba las bases para una transformación profunda del país que ha traído consigo, según la autora, el deterioro del Estado y de las instituciones, la fractura social, el colapso económico y el éxodo de millones de venezolanos. El resultado de este exhaustivo trabajo son dos volúmenes en los que la periodista desgrana con rigor, desenfado y una profunda tristeza los acontecimientos clave, como el golpe de Estado contra Chávez de 2002, los tiroteos contra los manifestantes en Caracas, el paro cívico nacional que derivó en la huelga petrolera o el referéndum revocatorio contra el presidente. Pero también presta atención al sentir de muchas personas de a pie, que protagonizaron o sufrieron todos esos acontecimientos.
El resultado se lee como una novela que engancha desde la primera página, aunque conozcamos de antemano el final. Tal vez porque Rivero, excelente narradora, se detiene en los detalles (como las “bolitas de saliva” salen de la boca de un orador o el arqueo de cejas de un general); recrea momentos que nunca se vieron (¿qué pensó Chávez en un baño del Palacio de Miraflores de Caracas, la noche del 11 al 12 de abril de 2002?); muestra las escenas desde diferentes lugares y personajes como si fuera una película; y mezcla con acierto entrevistas, crónicas y contexto histórico. Es probablemente la única manera de que episodios complejos y hasta surrealistas de la historia reciente de Venezuela resulten claros e interesantes, incluso para el lector que no ha puesto nunca un pie en el país sudamericano.
Rivero, autora del exitoso ensayo La rebelión de los náufragos (Editorial Alfa, 2010), hizo su primera entrevista para La oscuridad no llegó sola en noviembre de 2011. Desde entonces, ha intentado construir un enorme rompecabezas gracias a un centenar de testimonios, algunos anónimos, y a la hemeroteca. Sin duda, ha pasado horas leyendo y viendo informativos de la época, actos públicos del Gobierno y de la oposición y especialmente los ‘Aló, presidente’ dominicales de Hugo Chávez para estudiar quirúrgicamente sus reacciones, sus miradas y sus tics. “Verbo encantado, que chorreaba jerigonza patriótica”, define, amargamente, la autora.
Como periodista, Rivero también dedica espacio a describir la evolución de la relación de Chávez y su Gobierno con la prensa, al paso de la complacencia mutua y el periodo de prueba, a la censura, la autocensura y el afán de control de los medios. “Los hechos que se narran conforman una ristra de pérdidas”, sentencia melancólicamente en un pasaje del libro. Y es verdad. Es el poso que queda al terminar la última página. En el camino han quedado derechos, libertades, instituciones y sobre todo personas. Por ello, la periodista se detiene, llama por su nombre y recuerda quiénes eran, qué aficiones tenían o con qué soñaban las personas que murieron tiroteadas en la Plaza Altamira de Caracas en 2002 y describe el desgarro de quien cierra la puerta de su casa por última vez y se suma a los más de siete millones de ciudadanos que han hecho las maletas y han decidido marcharse. Porque Venezuela, parafraseando los versos de José Pulido citados por Rivero, es un país que se ha vaciado de gente y se ha llenado impunemente de dolor.
La oscuridad no llegó sola. Crónica de una tragedia venezolana
Editorial Alfa, 2025
1.372 páginas en dos volúmenes (596 páginas + 776 páginas), 49,90 euros