‘Oposición’, de Sara Mesa: una novela amplia, exquisita y admirable sobre la incomunicación
La autora integra a la protagonista en la administración pública, un teatro en el que desarrollar la siguiente idea: ¿notan los demás nuestro dolor?
Oposición, el último libro de Sara Mesa (Sevilla, 49 años), habla con sorna sobre un sistema que no permite la enajenación transitoria o la duda, la burocracia. También sobre cubrir un puesto interino dentro de una administración pública. Así, Sara, su protagonista, piensa (o no) en opositar a fin de obtener un puesto fijo, al tiempo que señala los dis...
Oposición, el último libro de Sara Mesa (Sevilla, 49 años), habla con sorna sobre un sistema que no permite la enajenación transitoria o la duda, la burocracia. También sobre cubrir un puesto interino dentro de una administración pública. Así, Sara, su protagonista, piensa (o no) en opositar a fin de obtener un puesto fijo, al tiempo que señala los distintos modos de sobrevivir en una oficina. En su periplo, la precariedad laboral queda asimismo expuesta. En fin, ¿tengo ya su atención? Vale. Porque el libro de la autora de Silencio administrativo no va de esto, ¡y les diré más! Acaben con la lacra de que los temas de las novelas sean sus escenarios. Lo crucial es la expresión de las ideas, el molde literario que estas encuentran para hacer figurar un conflicto a través del lenguaje.
Oposición es una novela amplia, exquisita y admirable sobre la incomunicación, en la que late una reflexión incombustible. Lo importante no es el tono con el que contamos algo, sino su verdad. El libro presenta un desvelo clarividente por la expresión, por ejemplo, cuando la propia Sara llega a decir: “Comprendí que cuando deformaba las palabras no era para construir algo nuevo, sino para eludir su significado y desnaturalizarlas. Como un modo de verlas desde fuera sin implicarme, de no apropiármelas”. ¿Nos hemos distanciado de los demás, dónde está nuestro compromiso? Igualmente, si reflexionamos sobre el título, existe otro crucigrama sobre la mesa. La palabra “oposición” se refiere a la acción o efecto de oponerse. Pero también nos habla de la disposición de algunas cosas, de su antagonismo; del conjunto de pruebas selectivas en que los aspirantes a un puesto de trabajo muestran su competencia. Por no hablar, claro, de la acepción que recogen aquellas minorías que impugnan las actuaciones y las propuestas de un Gobierno. En astronomía, en cambio, el asunto tiene su miga: oposición es la situación relativa de dos o más cuerpos celestes cuando difieren en su forma. No obstante —y para lo que nos interesa aquí— oposición es la relación distintiva que existe entre dos unidades del mismo nivel pertenecientes al mismo sistema lingüístico. Oposición es lo que sucede cuando dos seres humanos dejan de entenderse.
La administración pública en la que Sara (o Sada, pues tiene la lengua anclada) se integra es un teatro en el que desarrollar la siguiente idea: ¿notan los demás nuestro dolor? Justamente, en el centro del texto, como un cráter lunar, un flechazo de amistad con Sabina (una compañera que, por cierto, se hace de rogar hasta que aparece ante los ojos de quien lee), que trabaja en el departamento de informática. Pero del entusiasmo, la lenta agonía del fin. La lealtad no está donde se la espera, sino donde no se la busca, en el uso del lenguaje.
Sara Mesa habla también de la injusticia con la que tratamos a quien nos muestra complicidad y somos incapaces de verla, subidas, como estamos, a horcajadas de la economía de las primeras impresiones
Los dos hallazgos más valiosos de Sara Mesa son, por un lado, ¿y si es urgente la creación de una cuarta persona del singular? Alguien que pueda vivir en nuestro lugar un acontecimiento penoso y perturbador, y que lo aloje en algún archivador en el entrepiso de un edificio abandonado. Por el otro, la injusticia con la que tratamos a quien nos muestra complicidad y somos incapaces de verla, subidas, como estamos, a horcajadas de la economía de las primeras impresiones.
Balzac y su Fisiología del funcionario, pasando por Foster Wallace, María Cabrera en Televisión, o Mercurio retrógrado, de Emily Segal resultan afines a esta ficción que se lee como un brindis inverso a la obsolescencia del idioma, al tedio extremo y al abandono cósmico. Piensen ahora en Luis Cernuda, en aquellos versitos suyos que decían: “Estoy cansado de estar vivo, / aunque más cansado sería el estar muerto; / estoy cansado del estar cansado / entre plumas ligeras sagazmente, plumas del loro aquel tan familiar o triste, / el loro aquel del siempre estar cansado»” ¿Estaremos, en fin, cansados ya de oponernos entre nosotros…?
Oposición
Anagrama, 2025
225 páginas. 18,90 euros