Sertorio, el héroe que nunca fue español
El investigador Francisco Romeo recupera en ‘La guerra de Sertorio’ la figura del general romano que se utilizó políticamente para elevar la moral del país tras el Desastre del 98
Sostiene el arqueólogo Francisco Romeo Marugán que hubo un tiempo ―a finales del siglo XIX y principios del XX― en el que los libros escolares de la Educación Nacional mostraban al general romano Quinto Sertorio (122 a. C.- 72 a. C.) como “otro Viriato, un arquetipo de los valores españoles luchando por su libertad frente a un gobierno autocrático [el de Roma]”. Sertorio era descrito en aquel momento como un modelo de personaje libre, “bueno, hábil, hecho a sí mismo, inteligente y co...
Sostiene el arqueólogo Francisco Romeo Marugán que hubo un tiempo ―a finales del siglo XIX y principios del XX― en el que los libros escolares de la Educación Nacional mostraban al general romano Quinto Sertorio (122 a. C.- 72 a. C.) como “otro Viriato, un arquetipo de los valores españoles luchando por su libertad frente a un gobierno autocrático [el de Roma]”. Sertorio era descrito en aquel momento como un modelo de personaje libre, “bueno, hábil, hecho a sí mismo, inteligente y compasivo, que al final pierde la razón por culpa de los otros y es traicionado vilmente a instancias de una potencia opresora incapaz de doblegarlo por medios dignos”. Un supuesto trasunto de España en el Desastre del 98, la explosión del Maine y la pérdida de las colonias.
Historiadores como Modesto Lafuente o Juan de Mariana confirmaron en su momento que se trataba de “un bravo español”, “un rebelde que quiere liberar a España del yugo romano”. Esta imagen del personaje, en una “España azotada por una profunda crisis social y económica y una situación agónica en las colonias de Ultramar, lo convertía en un modelo nacional virtuoso e inquebrantable al que agarrase como a un salvavidas en un proceloso océano [político]”, escribe Romeo en La Guerra de Sertorio. Hispania y el ocaso de la República de Roma (Almuzara, 2024). Pero lo que reflejaban aquellos manuales escolares se situaba muy lejos de la realidad. Quinto Sertorio solo era un político y genial militar que empleó Hispania y el sur de la Galia como base de operaciones para tomar la capital del imperio en una guerra fratricida entre dos facciones romanas. Su controvertida figura ―a punto estuvo de cambiar la historia de Roma e Hispania― fue analizada por los más importantes historiadores europeos de los últimos 150 años y ahora vuelve en forma de un atractivo libro.
Esta guerra civil romana sobre el suelo peninsular provocó un nivel de devastación no conocido hasta entonces en Hispania. “Ni las guerras púnicas, ni las celtibéricas, ni la de Viriato... ninguna había visto semejante alcance de destrucción ni tanto territorio afectado. La guerra pasó por casi cada pueblo, asolando territorios enteros y diezmando a la población. La arqueología nos muestra muchos centros urbanos que se destruyen en ese momento y que nunca vuelven a ocuparse. Jamás. Quizás porque no quedó nadie para volver a sus casas. Me gustaría ver una pirámide demográfica de aquellas fechas”, explica Romeo Marugán.
Las conocidas como guerras sertorianas (un conflicto interno que enfrentó a las facciones popular de Sertorio y a la optimate de Metelo y Cneo Pompeyo), entre los años 82 a. C. y 72 a. C., dejó un rastro de desolación y horror en Hispania difícil de concebir. Los arqueólogos actuales, al investigar las ciudades y oppida arrasados durante la contienda, han hallado cuerpos con evidencias de las torturas más inconcebibles y brutales, incluyendo entre las víctimas a mujeres y niños. Una guerra completamente descompensada entre los dos ejércitos ―los optimate duplicaban o triplicaban a los efectivos de Sertorio―, lo que obligó a este a reclutar o buscar el apoyo de los pueblos ibéricos para compensar el desequilibrio de fuerzas. De tal manera que las tribus hispanas debían elegir a qué bando apoyar. Si se inclinaban por el perdedor, su desaparición estaba asegurada literalmente. La mayoría optó por Sertorio ―porque además de hablar lenguas indígenas sabía cómo tratar a las élites locales― y lo pagó con la vida.
Fue el arqueólogo alemán Adolf Schulten ―un antihitleriano declarado― el que publicó en 1926 la primera gran biografía de Sertorio, un personaje que ya había atraído a los historiadores de principios de era y al que el dramaturgo francés Pierre Corneille convirtió en protagonista de una obra de teatro en 1622 para denunciar los problemas políticos de Francia en aquella época. Para Schulten, el romano es el “creador del imperio hispánico, de fundar en España una segunda Roma desde la cual poder arrancar, poco a poco, de la oligarquía [los optimate] al resto del mundo romano para incorporarlo a su Imperio hispánico”. Es decir, el arqueólogo alemán dibuja a Sertorio como el líder de una guerra de la independencia hispana, lo que se convierte “en una de las claves de los errores que marcaron la comprensión de esta guerra, el hecho de ser considerada el epílogo de una guerra de la independencia indígena y no como realmente fue, una guerra civil romana”, escribe Romeo Marugán.
El autor sostiene que “esta concepción e iconografía de lo celta-ibero-celtíbero nos sigue llegando de forma más o menos sutil, pero, como una lluvia que no cesa, nos ha calado a todos”, incluidas otras zonas de Europa que cayeron bajo la bota romana. Menciona, por ejemplo, los tebeos de Astérix, “esa aldea gala que resiste siempre al invasor” y lo hace “en pelota picada” demostrando “valor, fidelidad, nobleza, fiereza, franqueza, honestidad todo destilado en su esencia más pura y presentado en una botella de cristal brillante”. Pero esto tampoco era verdad. “Los guerreros [hispanos o galos] entraban en combate bien pertrechados y con adornos y elementos funcionales decorados de manera prodigiosa. De hecho, una de las razones de que el combatiente celtíbero supusiese tantos problemas al ejército romano fue su superior equipamiento, en calidad y cantidad”, se lee en La guerra de Sertorio.
Romeo invita al lector a viajar en lo que en un tiempo pasado se llamó “el mito sertoriano”, estudiado por Barthold Georg Niebuhr (1776-1831), creador del método histórico crítico, o por el nobel de Literatura Theodor Mommsen (1817-1903). Una lectura entretenida y educativa en la que el escritor se obliga a no introducir pies de página para que el lector no se distraiga del relato lineal. Un trayecto en el tiempo apasionante, de un personaje que en el siglo XIX se estudiaba en las escuelas como ejemplo máximo de la hispanidad, pero que a la postre era solo un político romano que quería cambiar el rumbo de la república y que murió, como en las tragedias, apuñalado por su hombre de confianza. Como cuando España dejó atracar al Maine en La Habana y no sabía lo que se le venía encima.
La guerra de Sertorio. Hispania y el ocaso de la República de Roma
Almuzara, 2024
256 páginas. 18,95 euros