‘Un matrimoni de Boston’, señoras que se empotraron hace mucho

Con el recuerdo del montaje del Espai Lliure en 2005, con la gran Anna Lizaran, La Villarroel estrena la obra de Mamet con un elenco similar en distintos papeles

Emma Vilarasau y Marta Marco, en una escena de la obra 'Un matrimoni de Boston'.DAVID RUANO (TEATRE FOCUS)

La memoria es mala consejera, cuando hablamos de teatro. El recuerdo que tenemos de un espectáculo que vimos hace veinte años suele estar teñido de idealización. Como todo en esta vida, del pasado, solemos recordar las cosas buenas y olvidar las malas. Vi el montaje que Josep Maria Mestres dirigió de Un matrimoni de Boston, en 2005: el Espai Lliure se transformó en un coqueto salón victoriano, todo tapizado en rojo pasión. El rol protagonista fue interpretado entonces por ...

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La memoria es mala consejera, cuando hablamos de teatro. El recuerdo que tenemos de un espectáculo que vimos hace veinte años suele estar teñido de idealización. Como todo en esta vida, del pasado, solemos recordar las cosas buenas y olvidar las malas. Vi el montaje que Josep Maria Mestres dirigió de Un matrimoni de Boston, en 2005: el Espai Lliure se transformó en un coqueto salón victoriano, todo tapizado en rojo pasión. El rol protagonista fue interpretado entonces por Anna Lizaran, en uno de sus trabajos más recordados (uno de tantos): los dardos que lanza contra su amiga y su criada parecían escritos pensando en ella. Este era el poder de la enorme Lizaran, que mejoraba cada papel que interpretaba. Emma Vilarasau como Claire (amiga, confidente y mucho más) y una joven Marta Marco en el papel de la criada completaban este trío de mujeres independientes que comparten techo y enredos.

Diecinueve años más tarde, parte del mismo equipo se ha vuelto a reunir: Mestres repite a la dirección, Vilarasau interpreta el papel que antaño hizo Lizaran, Marco toma el de Vilarasau y la joven Emma Arquillué se incorpora como la criada escocesa. Ahora el espacio escénico es a dos bandas (como siempre en La Villarroel), y la escenografía la firma Paco Azorín. El color azul turquesa del suelo y de los sofás no me convence en absoluto: es innecesariamente anacrónico, y tampoco recuerda al tejido de Indiana que se cita en el texto, normalmente de tonos blancos o rojizos. Nídia Tusal viste a las tres protagonistas como es debido, ya que nos encontramos en el Boston de principios de siglo XX: mucha tela y mucha capa, y la doncella con su canónico uniforme en blanco y negro (y el delantal demasiado corto). La traducción al catalán es de Joan Sellent (¡todos de pie!) y sigue sonando de maravilla: da la impresión que el texto fue escrito en la lengua de Josep Maria de Sagarra. Este es el talento de los grandes traductores.

Es una obra llena de mujeres inteligentes, bostonianas, que defienden la causa sáfica, mujeres que aman a otras mujeres porque los hombres ni les interesan ni les llegan a la suela de los zapatos

Mis espías me cuentan que el collar que luce Vilarasau es el mismo que llevó Lizaran hace veinte años, y que la actriz también usa su perfume. Es bien sabido entre los teatreros catalanes que Anna Lizaran elegía una fragancia diferente para cada papel que interpretaba. El texto de David Mamet está descaradamente inspirado en las obras de Oscar Wilde: ingenio, humor y máximas para enmarcar. “¡Los hombres han nacido para ser engañados!”. Emma Vilarasau entra en escena con la fuerza y el magnetismo de la Lizaran, y también nos hace pensar en ella con algunas de sus entonaciones. Marta Marco interpreta a la amiga-amante con un pie puesto en el presente, que a ratos provoca que salgamos de la obra. La gran revelación de este espectáculo (para los que no la conocían) es Emma Arquillué: su criada se erige en una roba-escenas de manual, y sus carrerillas por el escenario arrancan muchas carcajadas. Como ya hizo Elisabet Casanovas en La senyora Florentina i el seu amor Homer (TNC, 2017), aquí está el peligro de los papeles de joven criada: que se roban, literalmente, la función.

Nos encontramos ante una obra llena de mujeres inteligentes, bostonianas que utilizan a los hombres como protectores para poder mantener su habitación propia. Es decir, para hacer lo que les dé la gana. “La causa” que defienden es la sáfica: mujeres que aman a otras mujeres porque los hombres ni les interesan ni les llegan a la suela de los zapatos. El enredo con el collar, el amante y su mujer es lo más trivial de una obra que se acaba alargando por empeñarse en resolver un conflicto que es lo que menos nos interesa. El tercer acto y sus plumas de disfraz de pitonisa resulta de lo más esperpéntico, pero no pasa nada: la obra está a punto de agotar todas las entradas y seguro que tendrá una gira larga y generosa. Emma Vilarasau es una de las actrices que llena más teatros en Cataluña, y los seguirá llenando hasta que a ella le dé la gana. Brindemos por ello.

Un matrimoni de Boston

Autor: David Mamet. Dirección: Josep Maria Mestres.

Reparto: Emma Vilarasau, Marta Marco y Emma Arquillué.

La Villarroel. Barcelona. Hasta el 15 de diciembre.

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