Fotografía que desenmascara identidades: entre la tragedia íntima y la ilusión viral
En su nueva edición, el festival Images Vevey acoge dos exposiciones que indagan en cómo las redes sociales influyen en la configuración y representación de nuestras vidas
“Time on Quaaludes and red wine” (Tiempo de Quaaludes y vino tinto) es un verso de una de las letras más conocidas de David Bowie, Time. Alude al intento de adormecer la realidad a través del uso de las drogas y el alcohol, así como a la decadencia y a la desesperación. Time se convirtió en una de las canciones favoritas de Tomeu C. Galí, y en el título de la pequeña autobiografía que escribió el joven poco antes de su muerte. Murió por sobredosis. En marzo de 2017. Tenía 18 años.
De igual forma, el verso da título al ...
“Time on Quaaludes and red wine” (Tiempo de Quaaludes y vino tinto) es un verso de una de las letras más conocidas de David Bowie, Time. Alude al intento de adormecer la realidad a través del uso de las drogas y el alcohol, así como a la decadencia y a la desesperación. Time se convirtió en una de las canciones favoritas de Tomeu C. Galí, y en el título de la pequeña autobiografía que escribió el joven poco antes de su muerte. Murió por sobredosis. En marzo de 2017. Tenía 18 años.
De igual forma, el verso da título al conmovedor fotolibro con el que la fotógrafa Anna Galí (Gerona, 1968), madre de Tomeu, se enfrenta a su trágica desaparición. Un proyecto que mereció el Premio Especial del Jurado Images Vevey al mejor libro 2023/24 y puede verse, en su versión expositiva, en la última edición de la bienal Images Vevey, que tiene lugar este mes de septiembre en la localidad suiza. Cabe recordar que se trata de la tercera española que se obtiene un premio en dicho festival. Laia Abril ganó el Image Vevey Book Award en su primera edición, en 2016, con Lobismuller (RM), mientras que Gloria Oyarzabal lo consiguió en 2019 con Woman Go no Gree (RM).
Podría parecer que Tomeu ya coqueteaba con la muerte el día en que posó para la fotografía que abre el libro; tenía cinco años, llevaba un jersey rojo y sostenía una calavera, de manera que esta le cubría el rostro. Pero la realidad es que nada hizo nunca sospechar a su primogenitora que aquel chaval, en apariencia feliz —“el hijo que todo el mundo quisiera tener”, según reconocería la fotógrafa—, el mismo que siempre aprobaba las asignaturas con facilidad y pasó a ser un estudiante de ingeniería biomédica, llevaba una doble vida. “No hay remedio para la gente como nosotros”, escribiría el joven, en una de las múltiples cuentas que utilizaba en las redes sociales con diferentes nombres. “Creo que moriré en 2017″, sentenciaba más tarde en otra de las plataformas.
Lo cierto es, que desde muy pronto, Tomeu desarrolló una dependencia de la droga. En primero de Bachillerato, llegaba colocado a clase. Pasaba las horas escribiendo, mientras pensaba en la heroína y la cocaína y echaba de menos las benzos. “Me he convertido en la nada que siempre quise ser, dejé todo por las drogas. Si alguien hubiese leído esto, probablemente habría impedido mi caída por esta espiral”, escribía cuando parecía que ya estaba todo perdido. Tenía razón. No será hasta su muerte cuando la madre descubra abiertamente la parte oculta de la vida de Tomeu. Ese otro yo que el joven se encargaba de mantener vivo; de azuzar y compartir en las redes. “No supe apenas nada del problema que tenía con las drogas hasta los últimos meses de su vida”, cuenta la fotógrafa durante una entrevista telefónica. “Cuando murió, me encontré no solo con una herencia material (sus objetos, sus libretas y también sus drogas), sino también con una herencia digital: sus mensajes de WhatsApp, Snapchat, sus tuits y los mensajes que subía a Instagram en cuentas que para mí eran secretas”. Fue entonces cuando Galí comenzó a hackear el ordenador y el teléfono de Tomeu, en un intento de recomponer la desdibujada identidad de su hijo. “Lo hice con el propósito de saber quién era él y a quién tengo que echar de menos. Sin, por otra parte, dejar que su parte oculta se apoderase de la que él mostraba; de ese chico brillante, sensible y maravilloso”, advierte.
Así, Time on Quaaludes and Red Wine se convierte en un desgarrador testimonio donde el mundo real se entreteje con el virtual a través de los tiernos retratos de la infancia de Tomeu y las fotografías de sus objetos personales. Donde las imágenes se entrelazan con las anotaciones extraídas de las libretas del joven, con sus publicaciones escritas en las redes y los extractos de la autobiografía, que escribía con el fin de entender su propia desesperación; aquel oscuro proceso aniquilador en el que estaba inmerso. Tanto la luz como la oscuridad dan forma a la publicación, donde las imágenes se vuelven casi invisibles, impresas bajo un barniz blanco, mientras partes del texto desaparecen bajo la espesa tinta negra de un tachón. Después de todo, el libro habla de secretos; no es sino la reconstrucción de una verdad a medias. De ese vínculo entre lo público y lo oculto que deja abiertas para el lector muchas preguntas; quizá las mismas para las cuales la propia autora no ha encontrado aún la respuesta, pero sí ha sido capaz de afrontar con el fin de curar sus propias heridas.
El fotolibro supone una reflexión sobre la sobre la naturaleza de la pérdida, la búsqueda de respuestas y la lucha por mantener viva la memoria de quien fue, al mismo tiempo que se enfrenta a las sombras que marcaron una vida. Time on Quaaludes and Red Wine no solo es el tributo a un hijo perdido y una herramienta de catarsis para una madre, sino una convincente invitación al lector para contemplar las complejidades de la vida y de la muerte.
La paradoja de la fama en la era de las redes sociales
De igual forma, Cash Me Online, el proyecto que presenta Amandine Kuhlmann en la bienal, indaga en la enorme influencia que ejercen las redes sociales a la hora de dar forma a nuestra identidad y representar nuestras vidas. Cargada de humor, la fotógrafa se convierte en protagonista de un vídeo y una serie de fotografías inspirados en vídeos que encuentra en la red TikTok, interpretando a un alter ego hiperfeminizado que busca de forma desesperada la fama viral.
“Yo siempre he ambicionado ser famosa por mi trabajo”, explica Kuhlmann durante una entrevista telefónica. “Por eso, en esta serie, establezco un paralelismo con las redes sociales, configurando una metáfora donde tiene cabida la ilusión y la desesperación. Guiada por los algoritmos de mi propio feed, se crea una conversación entre este y mi persona, entre quién influye a quién, que alude a la estandarización y cosificación y cuestiona el concepto de la mirada femenina en una época en la que las mujeres tienen una presencia destacada en la pantalla, representándose a sí mismas”. Así, el proyecto examina la contradicción de cómo los estereotipos más sexistas, tóxicos y misóginos están siendo reempaquetados a través de las redes sociales por mujeres que los reclaman como forma de empoderamiento. “Nunca hasta ahora ha habido tanta mujer tomando el control de su propia imagen, escenificando su cuerpo como una forma de aceptación a través de sus teléfonos en las redes sociales. Sin embargo, la mirada masculina sigue allí, reproducida y ensalzada por las mujeres”.
Time on Quaaludes and Red Wine. Anna Galí. Musée Jenisch. Vevey. Suiza. Hasta el 29 de septiembre.
Time on Quaaludes and Red Wine. Anna Galí. Éditions Images Vevey. 160 páginas. 64 euros.
Cash Me Online. Amandine Kulhmann. L’Appartament- Espace Image Vevey. Vevey. Suiza. Hasta el 29 de septiembre.
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