Entre los gozos y las sombras: una meditación

Jenaro Talens (Tarifa, 1946), de un modo parecido a como lo han vivido significados poetas de su generación, ha evolucionado en sus últimos libros hacia un adentramiento radical en claves tan esenciales como la meditación, la sencillez conceptual y estética (lo que no significa ausencia de profundidad), la dicción directa, a veces conversacional, la autoconfesión y la memoria. En su último libro, El jardín secreto, nos muestra una suerte de renacimiento a...

Jenaro Talens (Tarifa, 1946), de un modo parecido a como lo han vivido significados poetas de su generación, ha evolucionado en sus últimos libros hacia un adentramiento radical en claves tan esenciales como la meditación, la sencillez conceptual y estética (lo que no significa ausencia de profundidad), la dicción directa, a veces conversacional, la autoconfesión y la memoria. En su último libro, El jardín secreto, nos muestra una suerte de renacimiento anímico y sentimental, una reviviscencia de la relación amorosa junto a la celebración de la memoria y el redescubrimiento de la paternidad. Todo ello, aunque parezca contradictorio, con una suave aureola de sombra.

El poeta se sitúa en el vestíbulo de la vejez y contempla el imaginario jardín que da título al volumen: “Por las rendijas / que dejaron los días y los años / asoma la luz tenue / del entonces temido anochecer”. Ese fragmento, procedente del poema-prólogo, nos acerca al arco temporal del que a lo largo de un centenar de páginas ha ido extrayendo la sustancia de la memoria. Sesenta años (1962 a 2022, el tiempo que separa esta entrega de sus comienzos poéticos) sobre los que se cierne la mirada para abordar, a la vuelta del camino, un recuento fragmentario de la vida. Ese recorrido lo entrevera Talens de experiencias del presente, de rencuentros y de pérdidas, de diálogos a través del tiempo con paisajes, con escenarios urbanos, todos ellos marcados por las señales del acabamiento, del límite, y, por ello, con un trasfondo existencial inevitable aunque la angustia, en este caso, aparezca tamizada por la serenidad y la lucidez, por una emoción contenida.

Sin embargo, el más importante acarreo de símbolos y evocaciones está situado en la infancia. La primera parte del libro, ‘Fragmentos de imaginario’, es un viaje a ese tiempo mediante el que el poeta recupera momentos que lo marcaron: desde la evocación fotográfica de los días de colegio hasta el huerto del abuelo o la recobrada visión de un viejo edificio abandonado. Hay en esos poemas un temblor machadiano y una recreación de ambientes hospitalarios, acogedores pese al paso del tiempo y a su condición de realidades prescritas, a veces teñidas por la oscuridad. Esta se espesará en la segunda parte del libro, ‘Por si el dolor pudiese florecer’, tierra en la que pesa la ausencia encarnada en amigos y seres cercanos que ya no existen, que formaron parte de la “foto de familia” de lo que fue un tiempo, casi siempre evocado en la felicidad. Ese recorrido refuerza la veta existencial, algo que nos asalta de modo muy explícito y directo en un estremecedor soneto dedicado a uno de los ausentes, el poeta Antonio Martínez Sarrión (“Duerme tu nada en paz. Las oraciones / son como el viento y mueren, no la vida / que otros suelen llamar eternidad”). El libro se cierra con un capítulo de ‘Cotidianidades’ en el que respira el presente y asoma, sobre las huellas de la resignación ante el peso de la edad, el afán de supervivencia: en lo amoroso-erótico, en la rutina que salva, en el hijo y sus deslumbramientos, en el mundo más próximo y dominable. Un libro que confirma el distanciamiento estético de Jenaro Talens respecto a sus primeros y experimentales tiempos literarios, un libro hondo en el que brillan la lucidez y el pensamiento. Entre el gozo y la sombra.

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