‘Peces abisales’, de Rosa Ribas: literatura para ser mejores personas

La escritora desnuda su intimidad para que nos vistamos con su conocimiento, su aprendizaje, su experiencia

Rosa Ribas, en 2022.BASSO CANNARSA (Opale / Alamy /

Los lectores de Rosa Ribas deben saber que su nuevo libro, Peces abisales, no ofrece una historia criminal, una novela negra ni nada parecido a los delincuentes oscuros y desafortunados que suelen toparse con sus detectives. Esto es otra cosa. Estamos ante una memoria infantil, de aprendizaje, de conexión entre sus lecturas, sus vivencias y sus lecciones de vida y escritura. Y, sin embargo, la reconocerán enseguida. Aunque esté alejada esta vez de las investigaciones policiales, Ribas (E...

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Los lectores de Rosa Ribas deben saber que su nuevo libro, Peces abisales, no ofrece una historia criminal, una novela negra ni nada parecido a los delincuentes oscuros y desafortunados que suelen toparse con sus detectives. Esto es otra cosa. Estamos ante una memoria infantil, de aprendizaje, de conexión entre sus lecturas, sus vivencias y sus lecciones de vida y escritura. Y, sin embargo, la reconocerán enseguida. Aunque esté alejada esta vez de las investigaciones policiales, Ribas (El Prat de Llobregat, Barcelona, 1963) mantiene la esencia de una literatura que siempre convoca al crecimiento personal, a la superación y a la búsqueda de la autenticidad en los más pequeños detalles. Pura Rosa Ribas ofreciendo no la foto habitual, sino el interesante negativo de esa foto.

Niña que habitó en varias casas, que frecuentó varios colegios, tres idiomas y que convivió entre cuatro generaciones, la pequeña Ribas aprende a golpe de errores, como hacemos todos, marcada también por unas dioptrías que deformaban su visión y que, sobre todo, alimentaban su imaginación. Entretenida primero en colorear mantelerías de cuadros que le daba su madre, después en leer libros de aventuras y terror (Salgari, Poe, Stevenson, Bécquer, Maupassant), más tarde en escribir, la Ribas de hoy hace un acto de desnudez al entregarnos su intimidad para que nos vistamos nosotros, los lectores, con las prendas que ella se quita: las del conocimiento, el aprendizaje, el fracaso, la experiencia.

Así sabremos que su primer “gran éxito” fue hacer llorar al malote de la clase con un relato que escribió cuando su profesor, sin mandarla callar como acostumbraban los demás ante su parloteo, le pidió que escribiera en vez de hablar tanto. Esa lágrima furtiva que percibió le dio un mandato claro que la obligaba a seguir. Tampoco paró cuando envió los primeros manuscritos a varias editoriales y le fueron devueltos, en el mejor de los casos.

Mirada tenaz, candorosa, aplicada, estudiosa de las palabras y sabedora del significado íntimo que adquieren para uno mismo más allá de su valor tasado, Ribas reflexiona sobre personajes, lenguajes (ha vivido en castellano, catalán y alemán), los fantasmas de la infancia, la influencia de los vecinos, los abuelos y las sombras que todos arrastramos y que ella convirtió en literatura.

“Cuando naciste ya eras mayor de edad”, cuenta que le dijo su padre al cumplir los 18. Y es que la pequeña Ribas fue extraída por cesárea de madrugada, tras diez meses de embarazo, por un doctor que, antes de practicar la operación y mientras esperaba el mejor momento, se leyó entero El Gatopardo de Lampedusa. “Con Tolstói habría nacido por la mañana y Proust me podría haber costado la vida”, asegura con humor.

Todo condujo a la recién nacida a la literatura. Y todo lo supo convertir en literatura porque, como asegura, “lo poco que yo entiendo del mundo lo entiendo cuando escribo”. Peces abisales es apacible, una literatura para convertirnos en mejores personas.

Peces abisales

Rosa Ribas
Tusquets, 2024
224 páginas. 18,50 euros

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