MGMT, algo parecido a la madurez
En plena efervescencia por su aparición en la película ‘Saltburn’, el grupo estadounidense abraza un sonido menos irónico y con rastros de adultez en su quinto disco, ‘Loss of Life’
En 2001, Andrew VanWyngarden y Benjamin Goldwasser se enrolaron en la Universidad de Wesleyan. Se hicieron amigos gracias a una compartida pasión por las bromas para públicos minoritarios y por Hall & Oates y el Stop Making Sense, de Talking Heads, lanzado 17 años antes, en 1984. Ese mismo periodo de tiempo es el que media entre la publicación de ‘Time To Pretend’, el primer éxito de la banda que formaron juntos, ...
En 2001, Andrew VanWyngarden y Benjamin Goldwasser se enrolaron en la Universidad de Wesleyan. Se hicieron amigos gracias a una compartida pasión por las bromas para públicos minoritarios y por Hall & Oates y el Stop Making Sense, de Talking Heads, lanzado 17 años antes, en 1984. Ese mismo periodo de tiempo es el que media entre la publicación de ‘Time To Pretend’, el primer éxito de la banda que formaron juntos, MGMT, y esta noche de febrero de 2024 en que VanWyngarden acaba de ponerse en la tele de su casa la película Saltburn.
En una escena de la exitosa película de Emerald Fennell aparece esa canción. Hace unos días, alguien del entorno de la banda les sugirió que echaran un ojo a la cifra de reproducciones del tema en Spotify, que se acerca a los 400 millones. VanWyngarden decidió ver la peli; Goldwasser aún no la ha visto. “Me alegra mucho que el tema aparezca en una escena en la que todos son felices y están desnudos y no durante una pesadilla, que es lo que yo me imaginaba, la verdad. Empecé entonces a calcular los años que han pasado desde que salió ‘Time To Pretend’, en 2007″, apunta VanWyngarden en videollamada desde Nueva York. “¡Diecisiete años! Somos lo que fueron para nosotros Talking Heads o Hall & Oates para todos esos chavales que ahora están en la universidad. Es muy loco”.
En plena efervescencia de Saltburn, MGMT lanza su quinto disco, Loss of Life, con el que no tiene ninguna intención de capitalizar ni un ápice de la viralidad en la que se ha instalado ‘Time to Pretend’. El álbum, que llega seis años después de ese renacimiento creativo y comercial que supuso Little Dark Age, es una mezcla entre David Bowie, Syd Barrett y Bonnie Tyler, lleno de temas construidos a base de minúsculas piezas musicales, algunas conteniendo grandes ideas; otras, no tanto. Es un collage que sus autores afirman que está repleto de positividad, aunque el título del disco (pérdida de vida) pueda sugerir lo contrario. “Con MGMT se sabe que vamos a subvertir las expectativas de la gente, de que somos irrelevantes…, no, irreverentes, perdona. Este es un disco que puede dar paz, de que no es cínico. No va de la muerte humana, es más sobre entender que algo tuyo ya no existe y que debes dejarlo ir y no insistir en recuperarlo. Mira hacia adelante y olvidarte de esas cosas de la vida sobre las que ya no tienes poder ni influencia”, interviene Goldwasser, desde su hogar en Los Ángeles y el lado izquierdo de la pantalla.
Cuando se les sugiere que pueden hallarse rastros de adultez en el disco que lanzan cuando más rejuvenecida parece su audiencia —algo, por otra parte, tremendamente intuitivo para un grupo que ha basado su carrera en la ironía, en escenificar el desprecio por el éxito cada vez que este ha llegado y en mostrarse elusivos hasta el punto de no quedar jamás demasiado claro si eran unos genios situacionistas o dos niñatos malcriados—, ambos sacuden la cabeza con extremo desdén. VanWyngarden, el más belicoso de los dos, toma el mando. “Cuando me hablan de discos adultos, pienso en artistas en decadencia, haciendo cosas que ya no importan a nadie, con intenciones erróneas y buscando ser relevantes copiando a los jóvenes. Nosotros no hacemos eso”, responde. “Puede parecer que hemos ido tras un sonido adulto porque la instrumentación no tiene nada de irónico. No somos los Rolling Stones sacando autotune”. Una de las cosas más maravillosas de entrar en la cuarentena (ambos tienen 41 años) es que te da el poder para creer que te haces adulto simplemente en lo que tú decides.
“Es la primera vez que hacemos un dueto y me hace muy feliz que sea con Christine and the Queens. ‘Dancing in Babylon’, el tema en cuestión, es muy importante en el disco, casi su pieza central”, explica VanWyngarden
El álbum, más allá de su complejidad y sus guiños a la psicodelia y a las power ballads de los ochenta, contiene un par de curiosidades suficientemente interesantes como para preguntar por ellas. “¿Lo de Oasis?”, sonríe Goldwasser al ser inquirido por la curiosidad número uno. “Sonamos como Oasis durante unos 20 segundos en ‘Mother Nature’. Fue intencional. Miles Robinson, el ingeniero de sonido del álbum, es el fan más grande de Oasis en el mundo y quisimos hacerle un homenaje”. De la curiosidad número dos se encarga VanWyngarden: “Es la primera vez que hacemos un dueto y me hace muy feliz que sea con Christine and the Queens. ‘Dancing in Babylon’, el tema en cuestión, es muy importante en el disco, casi su pieza central. Pero no me preguntes de qué trata porque no tengo ni idea. Me pasa lo mismo con ‘Kids’ [su gran éxito de 2007], que aún no tengo muy claro de qué va”.
“Ya no tenemos tanto tiempo como antes para pasear por un parque juntos haciendo bromas sobre ardillas, pero cuando nos juntamos, se recuperan cosas”, comenta Goldwasser
La carrera de MGMT se define por una ambivalente relación con el éxito. Su primer largo, Oracular Spectacular, despachó más de dos millones de unidades. Su segunda referencia, Congratulations, logró el objetivo fijado por sus autores: no alcanzar una décima parte de las ventas cosechadas con su debut. Y así, entrando y saliendo de la conversación y la relevancia, han navegado los siguientes lustros. “La base de todo es el sentido del humor”, interviene VanWyngarden. “Lo es todo para nosotros. Por eso creamos el grupo. Pero no para convertirlo todo en un chiste, sino más bien con el humor en el centro de la forma en que afrontamos cosas duras y serias. Muchas veces, la única manera de lidiar con la vida es la ligereza. La gente piensa que odiamos la fama, pero no es eso, sino que, cuando llegó, no supimos qué hacer con ella, y nos encerramos en una burbuja los dos junto a las pocas personas en que confiamos”. Desde su lado de la pantalla, Goldwasser asiente y añade: “La pasada primavera pensamos mucho en lo que hemos perdido y ganado desde que empezamos. Tocamos el primer disco entero en un festival y abrimos una puerta al pasado. Nos hizo recapacitar. Salimos de esa experiencia frescos y aliviados, recordando los principios de este proyecto. Ya no tenemos tanto tiempo como antes para pasear por un parque juntos haciendo bromas sobre ardillas, pero cuando nos juntamos, se recuperan cosas. Cuando todo nos va bien es cuando hacemos esas bromas burras que solo entendemos nosotros. Eso sigue pasando”.
Tal vez esta forma entre altiva y desenfadada de entender las cosas —hablar con ellos puede recordar a aquellos artículos que publicaban hace 10 años los diarios serios sobre lo difícil que era una entrevista de trabajo con un milenial— sea la que hace tan fácil para MGMT conectar con las audiencias más jóvenes. Lo que está pasando ahora mismo con ‘Time to Pretend’ y Saltburn no es ni la mitad de lo que vivieron hace cuatro años con ‘Little Dark Age’. Su tema se convirtió en uno de los primeros fenómenos de viralización de temas antiguos en TikTok. Acumula ya 600 millones de reproducciones. “Obviamente, no tenemos TikTok”, interviene Goldwasser, ahora mismo orgulloso de tener más de 40. “Pero creo que nos suceden estas cosas porque nos reímos de nosotros mismos. Hacer eso en tu música mantiene la puerta abierta siempre a nuevos públicos, sobre todo, a gente más joven que siempre valora eso”.
MGMT
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