Las mil y una historias jamás impresas
La instalación que José Antonio Portillo presenta en el festival Titirimundi de Segovia, heredera de los gabinetes de curiosidades decimonónicos, reúne tres colecciones únicas, confeccionadas por varias generaciones de espectadores
Cuenta Italo Calvino en su Colección de arena que en el parisino Hôtel Salomon de Rothschild encontró una exposición sobre el lenguaje de cuerdas coloreadas y nudos utilizado en la contabilidad, la literatura de tradición oral y hasta en la diplomacia de algunas civilizaciones antiguas. Siguiendo el hilo de ese relato, José Antonio Portillo, maestro de escuela, narrador, artista y orfebre de acontecimientos singula...
Cuenta Italo Calvino en su Colección de arena que en el parisino Hôtel Salomon de Rothschild encontró una exposición sobre el lenguaje de cuerdas coloreadas y nudos utilizado en la contabilidad, la literatura de tradición oral y hasta en la diplomacia de algunas civilizaciones antiguas. Siguiendo el hilo de ese relato, José Antonio Portillo, maestro de escuela, narrador, artista y orfebre de acontecimientos singulares, creó en 2003, en el barrio lisboeta de Belém, su Biblioteca de cuerdas y nudos, instalación con la que anda recorriendo Europa desde entonces.
No hay pupitres ni sillas en este círculo mágico de madera, instalado hasta el domingo en el festival Titirimundi, de Segovia. Solo estanterías, que albergan tres colecciones: la única muestra del mundo de relatos confeccionados con cuerdas y nudos, la única recopilación de bolas de escritos arrojados a la papelera y la segunda mayor colección de manuscritos rechazados (la primera está en Canadá). Portillo muestra su acogedora construcción, entre coso taurino y yurta mogola, a grupos de 40 personas, a las que primero instruye sobre el ritual de paso.
De uno en uno, con el respeto que impone lo excepcional, entran los espectadores, que se acomodan en el suelo. A su alrededor, seis filas de estanterías acogen en varios metros a la redonda centenares de cilindros de arpillera encolada en los que otros tantos niños introdujeron en su día sus relatos de cuerdas y nudos, junto a una hoja con la traducción. También se apilan fajos de cartas y de postales, pliegos enrollados y un sinfín de papeles parduzcos, con aspecto de llevar cien años allí. La instalación parece el retoño de alguna antigua biblioteca ptolemaica incendiada o la pieza central de una exposición de arte povera.
Todo el material acumulado en su Biblioteca es fruto del trabajo pedagógico que Portillo (premio nacional al libro infantil mejor editado en 2003) ha hecho por doquiera con profesores y alumnos. En su interior no hay material de atrezo: todo está ahí porque alguien lo aportó. Esta instalación es un equivalente democrático actual de los antiguos gabinetes de curiosidades, donde los aristócratas exponían sus colecciones para envidia de sus invitados. Tampoco es casualidad que la exposición que inspiró a Portillo estuviera instalada en el Hôtel Salomon de Rothschild, donde se conserva uno de tales gabinetes. Entre su Biblioteca y esa colección legada por la esposa del barón francés existe un hilo conductor invisible, convenientemente anudado.
‘Biblioteca de cuerdas y nudos’. Texto y dirección: José Antonio Portillo. Segovia. Festival Titirimundi, del 11 al 14 de mayo.
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