‘La noche bengalí’ y ‘El amor no muere’: el deseo ingobernable de Mircea Eliade y Maitreyi Devi
El doble volumen de la editorial Delirio recoge los libros en los que el escritor rumano, desde el dolor del momento, y la autora india, desde una calma madura, narran su romance de juventud
La editorial Delirio recoge, en edición bifronte, dos textos que dialogan y reflejan la experiencia amorosa de Mircea Eliade y Maitreyi Devi, hija de su maestro, Surendranath Dasgupta. Devi mantuvo vivo el legado de Rabindranath Tagore, quien compuso un prefacio para un poemario que ella publicó a los 16 años. Má...
La editorial Delirio recoge, en edición bifronte, dos textos que dialogan y reflejan la experiencia amorosa de Mircea Eliade y Maitreyi Devi, hija de su maestro, Surendranath Dasgupta. Devi mantuvo vivo el legado de Rabindranath Tagore, quien compuso un prefacio para un poemario que ella publicó a los 16 años. Más allá de genealogías literarias y de la matización de los prejuicios que esta lectora podría tener contra una deriva ultraderechista de la que Eliade se arrepintió, este proyecto delirante es poderoso: las contradicciones culturales, sociales y económicas de la India colonial, abordadas desde el erudito punto de vista de un forastero, se contraponen a la visión de una mujer india, culta, de familia acomodada, agnóstica. Ambos viven su primer amor cuando ella es casi una niña, y él, un joven estudioso que se aloja en casa de su maestro. La relación acaba abruptamente con esa injusticia cósmica que aniquila los amores imposibles. Los textos dialogan utilizando códigos genéricos y culturales correspondientes a subjetividades ancladas en el uso de distintas lenguas, formas de pensar y sentir: bengalí, inglés, francés… Los enamorados se enseñan precariamente lenguas extranjeras y siempre hay un rescoldo que trasciende la interferencia cultural.
Eliade utiliza las ficciones para salvarse del dolor, para sublimar quizá un deseo no satisfecho, pero también construye un artefacto comercialmente escandaloso
El joven Mircea supera su trauma, su cobardía e incluso su escepticismo respecto a lo que sucede, escribiendo una novela en la que activa una imaginación que vincula La noche bengalí con las historias de grandes pasiones convencionales: sensualidad, descubrimiento del cuerpo de la mujer, incendio creciente, devoción y entrega erótica que el narrador, un Mircea transmutado en Allan, convierte en verosímiles por medio de un diario que supuestamente fue escrito mientras el amor ¿se consumaba? Eliade utiliza las ficciones para salvarse del dolor, para sublimar quizá un deseo no satisfecho, pero también, a través de idealizaciones románticas y exageraciones sexuales, construye un artefacto comercialmente escandaloso. Pese a ello, La noche bengalí tiene un precioso regusto modernista y maldito con un yo protagonista ad hoc. Resulta apasionante el tratamiento de la experiencia vital y su relación con los géneros autobiográficos —el diario—, que acaban siendo menos exactos que la reelaboración madura de las máscaras ficcionales. Desde el centro de la pasión no se ve casi nada.
El hipotético impulso moralista de Devi de preservar su inocencia se desbarata cuando la escritura coloniza la memoria, la valoración del presente y la urgencia de ciertas acciones futuras
Cuarenta años después de la publicación de La noche bengalí, Devi se propone desmontar las mentiras y la deshonestidad de las manipulaciones literarias, optando por una autobiografía con nombres supuestos —a Eliade lo llama malévolamente Euclid— como fórmula, bastante cuestionable, para minimizar el daño. El amor no muere destaca por una textura costumbrista que muestra los hábitos de una familia bengalí en la primera mitad del siglo XX ofreciéndonos el retrato de una mujer avanzada, inteligente, casada con un hombre respetuoso que la ama. Ella se indigna ante la versión “pornográfica” de su primer amor y quiere contar las cosas tal como sucedieron. Su grandeza reside en que no desconfiamos de su propósito, porque el hipotético impulso moralista de preservar su inocencia se desbarata cuando la escritura coloniza la memoria, la valoración del presente y la urgencia de ciertas acciones futuras. En la calma duerme una insatisfacción. Porque el amor no muere. Pese a indignaciones e inexactitudes, el primer amor, su inmadurez, es indeleble. Queda un careo de versiones y razones. Quizá sólo la urgencia de un nuevo encuentro. Volver a ver. En la edad provecta, ese deseo ingobernable, avivado por la escritura, es belleza, vida, verdad.
La noche bengalí / El amor no muere
Edición y traducción de Nicole D’Amonville
Delirio, 2022. 528 páginas. 22 euros
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