Ramón cuenta a Valle-Inclán
Pedro Casablanc le saca jugo al humor extravagante de ambos genios literarios en ‘Don Ramón María del Valle-Inclán a través de Ramón Gómez de la Serna’, brillante soliloquio musical con dirección de Xavier Albertí
“La obra de Valle-Inclán es literatura mala bien hecha”, en opinión de su amigo Corpus Barga, citado por Ramón Gómez de la Serna en su biografía del autor de Luces de bohemia. El creador de las greguerías, encarnado por Pedro Casablanc, diserta en el Teatro Español de Madrid sobre la forja de ese gran actor natural a tiempo completo...
“La obra de Valle-Inclán es literatura mala bien hecha”, en opinión de su amigo Corpus Barga, citado por Ramón Gómez de la Serna en su biografía del autor de Luces de bohemia. El creador de las greguerías, encarnado por Pedro Casablanc, diserta en el Teatro Español de Madrid sobre la forja de ese gran actor natural a tiempo completo que fue Valle, durante un soliloquio musical entretejido por el director y dramaturgista catalán Xavier Albertí. Valle (“como le llamaban todos: lo de Valle-Inclán vino más tarde”, avisa su biógrafo) no tuvo éxito en la escena, pero en calles y tertulias construyó un personaje de primera, un león literario que componía sus obras conversando y que solo a veces, cuando ya se las sabía de memoria de tanto repetirlas, las escribía.
“Valle nació con barbas: era el asombro de los demás niños”, dice Gómez de la Serna, que lo hizo protagonista de varios escritos biográficos suyos. A Josefina Blanco, actriz menudita y salerosa de 28 años de la que quedó prendado a sus 41, le pareció un Mefisto de opereta la primera vez que lo vio, pero acabó casándose con él en la Iglesia de San Sebastián, cerca del Café de la Montaña, donde tenía su tertulia de pintores y escritores, en un edificio ocupado hoy por Apple. Alguna de estas anécdotas y muchas otras las desgranan en la ficción teatral el biógrafo y su biografiado, este con su ceceo más andaluz que gallego, pero, a decir verdad, ese Valle ceceante es el propio Gómez de la Serna, otro actor de la vida y de la vía públicas, que se pone en su pellejo para recitar parte de la semblanza que de él escribió.
Don Ramón María del Valle-Inclán a través de Ramón Gómez de la Serna arranca, pues así lo ha querido Albertí, con el texto de El orador, soliloquio de De la Serna filmado en 1928 para probar un novedoso sistema sonoro. De ese modo, el escritor madrileño, aficionado a dar conferencias subido en un elefante o en un trapecio, puede ponerse acto seguido a interpretar el papel de Valle con la mayor naturalidad. Este juego urdido por Albertí (que en todo momento se ciñe a la palabra del biógrafo) le viene al pelo a Casablanc, cuya fisonomía se asemeja a la del autor de El doctor inverosímil, y pone de relieve la identificación que De la Serna sentía con ciertos aspectos de la personalidad y la obra de su biografiado.
Casablanc hace un trabajo formidable: su Valle es extravagante, elegante, gracioso y ramoniano, todo ello a la vez. El actor se luce cuando Albertí le brinda la oportunidad de alternar su relato episódico con el canto de varios chotis, cuplés y del zapateao de La Tempranica, al que le saca todo su jugo cómico. Desde el estreno, su interpretación ha cogido bouquet: está poniendo al público en pie a diario.
‘Don Ramón María del Valle-Inclán…' Dramaturgia y dirección: Xavier Albertí. Teatro Español, Madrid. Hasta el 9 de abril. Gira: Lloret de Mar, Vilafranca de Arousa, Barcelona…
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