‘El libro de nuestras ausencias’: el pasado que nos espera

Del escritor mexicano Eduardo Ruiz Sosa (residente en Barcelona), leí en su momento una novela que me gustó mucho, Anatomía de la memoria (2014). Esa novela ponía en práctica una máxima que el mismo autor había elaborado sobre su concepto de novela: “Mi novela (se refería a la que cité más arriba) no es una novela histórica sino con historia”. El matiz es algo más que un matiz, es toda una declaración de intenciones respecto a la vinculación de novela e historia, no siempre suficientemente...

Del escritor mexicano Eduardo Ruiz Sosa (residente en Barcelona), leí en su momento una novela que me gustó mucho, Anatomía de la memoria (2014). Esa novela ponía en práctica una máxima que el mismo autor había elaborado sobre su concepto de novela: “Mi novela (se refería a la que cité más arriba) no es una novela histórica sino con historia”. El matiz es algo más que un matiz, es toda una declaración de intenciones respecto a la vinculación de novela e historia, no siempre suficientemente clara. Otra consideración que habría que hacer de Anatomía de la memoria es su lengua literaria, pensada para la introspección, pero también para la interpelación a los actores del pasado y el presente, más o menos culpables, que sólo pueden serlo desde la más rotunda ficción.

Ahora tenemos la nueva novela de Eduardo Ruiz Sosa, El libro de nuestras ausencias. Hay algo llamativo, para bien o para mal, en esta novela que llama la atención, es su estructura externa, en la que se funden de nuevo presente y pasado, sólo que esta vez en un formato entre el poema en prosa narrativo y el relato ficcional. No estoy seguro que esta elección haya favorecido la inteligibilidad del relato. El libro de nuestras ausencias cuenta la historia de una familia, entre la cual hay una actriz de teatro enferma de gravedad que desaparece (en medio se supone de las cientos de mujeres que desaparecen hoy en México). A esa tragedia social se suma un drama familiar de corte socioeconómico: no pueden mantener la imprenta que tienen como sostén de su economía doméstica. A ese tramo histórico del presente se le suma un tramo del pasado. Hay en un momento del libro en que se hace una pregunta: “¿Qué sucederá en el pasado que nos espera?” Este interrogante es muy importante en la novela, porque de él se desprende su sentido histórico-moral; no sabemos todavía nada del pasado, igual que del presente, sólo lo que nos han contado. La verdad puede sernos insoportable.

Leyendo esta novela, uno tiene la impresión de que la narrativa mexicana está como tocada por la necesidad de ponerse siempre al servicio de la verdad histórica de México, como si la novela fuera su única fuente.

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