‘La bajamar’: El dolor como enfermedad hereditaria
Aroa Moreno Durán, que aborda su novela desde la poesía y el periodismo, da hechuras de gran narradora desde las primeras páginas de su relato de tres generaciones de mujeres vascas
Aroa Moreno Durán viene a añadirse a esta nueva y excelente remesa de escritores que, en la mesa de novedades, abordan la novela desde esquinas distintas del ring: poesía y periodismo. Nacida en Madrid en 1981, su primera novela, La hija del comunista (Caballo de Troya, 2017), obtuvo el Premio Ojo Crítico de Narrativa y fue traducida a siete lenguas. Antes de eso, estudió Periodismo y es la autora de dos poemarios: Veinte años sin lápices nuevos (Alumbre, 2009) y Jet lag (Bai...
Aroa Moreno Durán viene a añadirse a esta nueva y excelente remesa de escritores que, en la mesa de novedades, abordan la novela desde esquinas distintas del ring: poesía y periodismo. Nacida en Madrid en 1981, su primera novela, La hija del comunista (Caballo de Troya, 2017), obtuvo el Premio Ojo Crítico de Narrativa y fue traducida a siete lenguas. Antes de eso, estudió Periodismo y es la autora de dos poemarios: Veinte años sin lápices nuevos (Alumbre, 2009) y Jet lag (Baile del Sol, 2016), y sendas biografías de Frida Kahlo y Lorca.
En La bajamar, su autora da hechuras de gran narradora desde sus primeras páginas. Así se muestra narrando la muerte de un niño en la ría por un hecho casi accidental, al final de nuestra guerra, una muerte más en aquellos tiempos excepto para la madre. La sobriedad, la determinación con la que así nos introduce Moreno Durán en su libro, hace reverberar a Ramiro Pinilla, quizás por los ecos del ambiente vasco, pescador, oscuro y vencido. Esa muerte es solo el anzuelo, el kilómetro cero del dolor de aquella familia, que será heredado bajo otras formas de madres a hijas. Está esa muerte, pero también la pena de madre y dos hijas que han de huir de la guerra y ser acogidas en Bélgica por una familia, el dolor de escapar, de ser unas refugiadas, y el dolor, al cabo de unos años, de regresar siendo otras, doblemente desgarradas. Y el dolor —éste actual, de Adriana— de una madre que quiere escapar de eso, encontrar una manera distinta de maternidad y que deja a su hija pequeña y a su pareja, hasta encontrar respuestas o alivio en la huida. Bisabuela, abuela, madre e hija. Marta Sanz, en notas para la solapa del libro, habla de que “el dolor no empodera: el dolor duele y es enfermedad hereditaria”, y es una mirada acertada. No la causa sino los síntomas, el dolor, el no saber qué me pasa, doctor, por qué estoy mal, infeliz y asustada cuando dicen que debería estar bien, feliz y segura de mi papel y mi máscara.
Aroa Moreno Durán teje un tapiz emocionante y emocional sin dejar en ningún momento su compromiso con el argumento, la verosimilitud y el calado de personajes. Administra la información y el interés del lector con inteligencia y astucia. Y, de este modo, nos permite viajar al interior de estas mujeres de una misma familia, sus sentimientos, miedos y tesones, al mismo tiempo que asistimos a la biografía de los hechos a su alrededor (la guerra, la muerte de un hijo, el exilio, la violencia terrorista, la actual realidad líquida…). Un escenario donde los hombres desaparecen (mueren, huyen, son sombras o secretos) hasta el actual compañero de la protagonista, Iván, que ni muere ni escapa y que acaba tomando el testigo del lugar del que huir y, al que, quizás regresar. En el intento de Adirane, de grabar lo que le pueda explicar su abuela, se eriza la piel con su madre cuidadora de aquélla y, mientras todas, las tres, descubren en la madre las hijas que son y, al mismo tiempo, la madre que también se es. Todo ello con temple narrativo, una estructura y red de cañerías impecable, resonando una voz personal siempre apropiada, luminosa y lúcida respecto de las relaciones humanas de hombres y mujeres, evitando en todo momento el trazo grueso, lo exagerado, así como también cualquier tentación de sentimentalidad deforme o gesto fácil.
La bajamar
Literatura Random House, 2022
18,90 euros. 192 páginas
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