El tsunami espiritual que arrasó el Índico

En los años sesenta imperaban en la teoría crítica los conceptos de contenido y forma. Venían de la tradición marxista en materia estética. En esa misma década y parte de la siguiente, esos conceptos se superponían con los más eficaces e iluminadores del estructuralismo. Ya nadie habla de contenido y forma, preferimos hablar de escritura y sustrato temático. Hoy haré una excepción y diré que La gran ola (...

En los años sesenta imperaban en la teoría crítica los conceptos de contenido y forma. Venían de la tradición marxista en materia estética. En esa misma década y parte de la siguiente, esos conceptos se superponían con los más eficaces e iluminadores del estructuralismo. Ya nadie habla de contenido y forma, preferimos hablar de escritura y sustrato temático. Hoy haré una excepción y diré que La gran ola (Premio de la Crítica 2020), la novela del escritor catalán en catalán Albert Pijuan (Calafell, 1985), borda el ensamblaje entre contenido y forma. Como si el primero casi exigiera la segunda y viceversa.

La gran ola nos habla de dos momentos históricos, en 2004, el trágico año del tsunami en el Índico, y 2017. Llegan a Sri Lanka desde Barcelona en 2004 tres hermanos para fundar un hotel de lujo apto sólo para gente de muchos posibles. Con ellos van sus esposas e hijos, éstos, jóvenes (“Eran jóvenes y lo tenían todo y no tenían nada”) de 18 años, herederos en el futuro de las ganancias millonarias que generará el negocio hotelero. En 2004 estos chicos celebrarán su condición de privilegiados, chicos pijos para los cuales los límites morales los marcan su ilimitada libertad para ignorar, incluso dañar, a las personas que tienen a su lado, lacayos de sus padres, nativos que tuvieron la mala suerte de cruzarse en su camino. En 2017 aquellos jóvenes ahora son adultos, aunque algunos todavía no se hayan enterado. Han pasado años desde que la gran ola se llevó todo por delante, vidas, casas, barcos, excepto un elefante de marfil de un metro de altura, que los empresarios colocaron en la entrada de su hotel. Ese elefante sobrevivió casi como metáfora al terrorífico oleaje.

Al autor de esta buenísima novela, de sorprendente madurez narrativa, solo le bastaron las cuatro páginas finales para describir el tsunami y sus devastadoras consecuencias. El resto es la novela que nos describe el tsunami moral y espiritual de todos los que vieron lo que vieron y no les sirvió para nada, sólo saber que sobrevivieron. Creo que no me equivoco si digo que es una de las mejores novelas escritas en catalán que leí en los últimos años.

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