Fanfarrias para la gente común

El estilo de Trump se caracteriza por su sesgada intención de representar los deseos y necesidades de la “gente corriente” frente a las odiadas “élites liberales”

Russell Crowe, en el papel de Roger Ailes en 'La voz más alta'.JoJo Whilden (Everett Collection / Cordon Press)

Aguanté la noche electoral del Imperio hasta que escuché a Trump lanzando al ventilador sus acostumbradas deposiciones dialécticas, solicitando la paralización del conteo, avivando el fuego, encendido por él mismo, de la sospecha de pucherazo si los resultados no le convenían, proclamando sin ambages su “clara” victoria cuando todavía faltaba contabili...

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1. Presidenciales

Aguanté la noche electoral del Imperio hasta que escuché a Trump lanzando al ventilador sus acostumbradas deposiciones dialécticas, solicitando la paralización del conteo, avivando el fuego, encendido por él mismo, de la sospecha de pucherazo si los resultados no le convenían, proclamando sin ambages su “clara” victoria cuando todavía faltaba contabilizar los votos de Estados decisivos, pidiendo a los suyos que se lanzaran a la calle para celebrar lo que no había. Roma —nuestra Roma imperial— nunca ha estado tan dividida. Al contrario de lo que marca la tradición y la práctica de una de las democracias más consolidadas del mundo, para muchos estadounidenses de hoy el futuro pinta muy mal si los que ganan no son de los “suyos”. El incremento del 95% en la venta de armas de fuego durante 2020 en un país partido por la mitad, y donde parecen haberse dinamitado las prácticas y costumbres que antaño equilibraban posiciones y engrasaban rigideces, es no solo un peligro, sino un síntoma de lo que puede llegar en plena pandemia. Como ocurre en periodos de aguda confrontación social, vuelve a tener sentido el diagnóstico que hacía Eric Hoffer en un libro de 1951 que ya pocos leen (El verdadero creyente, Tecnos, 2009) acerca de que los movimientos de masas en momentos de crisis “son iniciados por hombres de palabras, materializados por fanáticos y consolidados por hombres de acción”. Solo que ahora los “hombres de palabra” han sido sustituidos más eficazmente por los medios de comunicación de masas: ahí tienen a la Fox, por ejemplo, que desde su fundación por el manipulador ideológico y depredador sexual Roger Ailes ha llegado a ser la más poderosa e influyente máquina de propaganda de la derecha más conservadora; si les interesa el personaje, no se pierdan la serie La voz más alta (Movistar), en el que Ailes es interpretado por un Russell Crowe que está que se sale. Escuchando la facundia totalitaria del emperador en funciones (que no tiene pinta de, si pierde, adoptar el papel de “pato cojo” en los meses de la transición) me vino a la cabeza el título de la estupenda composición de Aaron Copland Fanfarria para el hombre corriente (1942), que escuché por primera vez no en la versión original, sino en la adaptación más breve y rockera de Emerson, Lake & Palmer, un grupo que escuchaba con deleite en mis alborotados años setenta. El diccionario define en primer lugar “fanfarria” como “conjunto musical ruidoso, principalmente a base de instrumentos de metal”, lo que cuadra perfectamente a la composición de Copland, pero también registra la acepción de baladronada o jactancia, lo que casa perfectamente con el estilo de Trump y su sesgada intención de representar los deseos y necesidades de la “gente corriente” frente a las odiadas “élites liberales”.

2. Aniversarios

Sigue la moda de celebrar los aniversarios editoriales con colecciones que aprovechan los títulos más significativos de sus fondos. De entre las últimas en incorporarse al ya fatigoso carro de los aniversarios están Turner y Paidós. La primera, que celebra ahora su medio siglo de existencia (la fundó el fallecido Manuel Arroyo), irá publicando, reimpresos o retapados, títulos emblemáticos de su catálogo, como la estupenda La vida de André Breton, de Mark Polizzotti, o La muerte de los héroes, de Carlos García Gual. Paidós, hoy un sello de Planeta, fue fundada en Buenos Aires en 1945 como editorial especializada en psicología y pedagogía. Ahora celebra su 75º aniversario con una colección de agradable diseño en la que también publican algunos de sus títulos fundamentales, como el ya clásico El arte de amar (1956) de Erich Fromm, un librito muy representativo de la deriva hacia el “humanismo socialista” de algunos pensadores cercanos a la escuela de Fráncfort exiliados en Estados Unidos, y que en los sesenta y setenta era casi de obligada lectura entre los jóvenes universitarios españoles. En la serie conmemorativa, al parecer cerrada, también se han publicado, entre otros, Invitación a la filosofía, de André Comte-Sponville, y De lo espiritual en el arte, de Vasili Kandinsky.

3. Bebercio

A juzgar por La huella de los días, de Leslie Jamison (Anagrama), cuyo título en castellano juega con el de la muy notable película Días sin huella, de Billy Wilder (1945) —quizás la mejor que se haya hecho sobre el alcoholismo—, su autora ha pasado, a partir de su adolescencia, por todas las etapas del alcoholismo, incluyendo sus exaltaciones, infiernos autodestructivos y dramáticos intentos de rehabilitación. Se trata también de un libro —mitad confesión autobiográfica, mitad ensayo— en el que se refleja la atracción que sobre los jóvenes artistas y escritores siempre ha ejercido el mito del binomio creatividad-ebriedad, a partir de la experiencia de célebres dipsómanos (todos de la angloesfera), desde Amy Winehouse o Jean Rhys, hasta Raymond Carver o David Foster Wallace, cuyo enciclopédico tocho narrativo La broma infinita (1996), en realidad una sátira menipea en la que entra todo, fue leído por la autora durante una cura de recuperación: ya ven que hay gente para todo. El mismo asunto del bebercio, pero desde actitud y planteamiento opuestos, lo trata Lawrence Osborne, antiguo crítico de vinos de Vogue y contumaz viajero interesado por las diferentes culturas etílicas, en su Beber o no beber, una odisea etílica (Gatopardo). Por último, Vino y sociedad, de Benno Herzog (Institución Alfons el Magnànim), es un breve ensayo sobre las relaciones sociales que, desde sus orígenes, están en la base del consumo de vino. Lo malo es que, gracias a la lectura esporádica de estos tres libros, se ha incrementado considerablemente mi ingesta de alcohol en esta segunda fase de la pandemia.

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