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Así fue detenido Pequeño J, el hijo de un capo peruano admirador de Tony Montana acusado del triple feminicidio en Argentina

Buenos Aires aguarda la extradición del sospechoso, que según la ministra de Seguridad argentina pertenece a una organización “atípica en cuanto a la falta de medios y estructura, pero brutal en lo que cometieron”

‘Pequeño J’, durante su captura este martes, en Lima Perú.Foto: Martin Mejia (AP) | Vídeo: EPV

La Justicia argentina aguarda la extradición desde Perú de Tony Janzen Valverde Victoriano, el narcotraficante de 20 años conocido como Pequeño J, para esclarecer su responsabilidad en el triple feminicidio de Lara Gutiérrez, Brenda del Castillo y Morena Verdi el pasado 19 de septiembre en la periferia de Buenos Aires.

Pequeño J, sospechoso de ser el autor intelectual de los tres asesinatos, huyó de Argentina hacia Bolivia a través de un paso ilegal y de allí a Perú esquivando de nuevo los controles migratorios, pero fue detenido el martes gracias al seguimiento de la señal de su teléfono celular. Su supuesta mano derecha, el argentino Matías Ozorio, de 28 años, corrió la misma suerte y se espera que sea deportado de Perú en breve y arrestado por las autoridades argentinas cuando llegue al aeropuerto de Buenos Aires. Ambos niegan todo vínculo con los crímenes de los que se los acusa.

Las rápidas detenciones de los dos prófugos dejaron al descubierto la precaria estructura de la banda narcocriminal que los investigadores consideran responsable de la tortura y asesinato de Lara, de 15 años, y de Brenda y Morena, de 20 años. “Es una estructura atípica en cuanto a la falta de medios y a la falta de estructura, pero brutal en lo que cometieron”, dijo la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en rueda de prensa. Pequeño J fue arrestado gracias a que se comunicó con el mismo número de teléfono durante toda su huida desde Argentina hasta Perú. Ozorio dormía en la calle cuando los agentes antinarcóticos de la Policía peruana dieron con él en Lima.

Hasta ahora hay nueve personas detenidas por su presunto vínculo con los asesinatos. Siguen prófugas otras dos, de las que la Policía sospecha que iban en la camioneta a la que se subieron las tres jóvenes engañadas el pasado 19 de septiembre. Les hicieron creer que iban a una fiesta y las llevaron a una casa de la que no volvieron a salir con vida. Tras matarlas, descuartizaron sus cuerpos y los enterraron en un hoyo profundo, cavado con antelación, y tapado con mantas, piedras y cemento. “Tenemos varias pistas. Nos va a llevar un tiempo, pero los vamos a encontrar. Ya los tenemos identificados por apodos, cuando tengamos los nombres será cuestión de días hasta que los detengamos”, declaró el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Javier Alonso.

“Perfil sádico”

Según Alonso, fue difícil obtener información sobre Pequeño J porque todas las personas que contactaron “tenían pánico de hablar porque esta persona tiene perfil sádico”. Sin embargo, los investigadores dieron un gran paso cuando obtuvieron su número de teléfono durante el allanamiento de la vivienda de su novia tres horas después de que él se diese a la fuga. La señal del celular les permitió seguirlo y tejieron una estrategia que concluyó con su detención poco después de dar con Ozorio, quien lo esperaba en Lima. “La policía de Perú se hizo pasar por Ozorio y se comunicó por teléfono (con Pequeño J) después de detenerlo para seguir en contacto”, reveló Alonso.

Bullrich detalló que Ozorio, al ser argentino, será deportado de Perú en breve rumbo a Argentina por haber incumplido las leyes migratorias de ese país. La llegada de Pequeño J se retrasará porque es necesario cumplir con el proceso de extradición, que puede llevar semanas o incluso meses.

Los antecedentes de Pequeño J se remontan a su familia. Su padre era Janzen Valverde Rodríguez, jefe de Los Injertos de Nuevo Jerusalén, una banda de criminales surgida en La Esperanza, un distrito pobre a las afueras de la ciudad de Trujillo, en la costa norte peruana. Janzen fue apresado en más de una oportunidad por dedicarse a la extorsión y la venta de drogas. El 16 de diciembre de 2018, cuando Pequeño J tenía 13 años, un sicario de una banda rival asesinó a Janzen. El adolescente juró entonces venganza. “Te prometo que esto no va a quedar así, porque si nadie hace nada, yo mismo lo hago con pana y elegancia”, escribió en las redes sociales de su padre.

Fue Janzen quien trazó el camino delictivo de su hijo: lo bautizó como Tony por el mítico narcotraficante de Caracortada, Tony Montana. El joven fue rebautizado como Pequeño J en homenaje a su padre muerto. Sus tíos, los hermanos de su padre, Luis y Manuel, también han estado envueltos en líos con la justicia. Pequeño J llegó a Argentina en el 2020, a los quince años. Cuando se sintió acorralado, regresó a su país.

“Nosotros no matamos a nadie”, dijo a los medios el principal sospechoso por el triple feminicidio cuando la Policía peruana se lo llevó esposado a la comisaría. “Tienen que encontrar al culpable, yo no tengo nada que ver”, agregó. Ozorio también se declaró inocente. “Me trajeron de engañado unos narcos mafiosos a los que les debía plata”, sostuvo frente a los policías. Los investigadores sospechan que fue uno de los criminales que estuvo en la casa en la que las tres mujeres fueron brutalmente torturadas y asesinadas.

La principal hipótesis es que las mataron como venganza por haberse quedado con tres kilos de cocaína y sus muertes violentas retransmitidas en vivo al resto de la banda pretendieron ser una exhibición pública de disciplinamiento.

Ozorio vivía cerca de una de las villas miseria de la ciudad de Buenos Aires y había roto la comunicación con su familia, que aseguró desconocer que tuviera vínculos con el narcotráfico. Lo último que sabían de él es que se había endeudado mucho y que pedía préstamos para devolver lo que debía. “Estaba muy metido en las criptomonedas. Pensaba que iba a ser millonario, pero perdió un montón de plata”, declaró una de sus familiares al canal televisivo LN+.

La ministra de Seguridad definió como crimen “mafioso” los asesinatos de Lara, Brenda y Morena y pidió a la Justicia bonaerense que aplique la ley antimafia que prevé que todos los condenados reciban la máxima pena.

El sábado pasado, los familiares de las tres víctimas se manifestaron en el centro de Buenos Aires junto a miles de personas más para exigir justicia por un crimen que ha conmocionado a todo el país por su crueldad inusitada.

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