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Capturado en Perú ‘Pequeño J’, el narco acusado de un triple feminicidio en Argentina

Tony Janzen Valverde Victoriano, de 20 años, estuvo prófugo durante seis días

Momento de la detención de "Pequeño J".Foto: Dirección Antidrogas de la PNP | Vídeo: EPV

La policía antidrogas peruana ha detenido este martes en Pucusana, un balneario a 60 kilómetros al sur de Lima, a Tony Janzen Valverde Victoriano, alias Pequeño J, un joven de 20 años acusado en Argentina de planear un triple feminicidio. Valverde llevaba seis días prófugo y con un pedido de captura internacional emitido por la justicia argentina. Había huido por tierra y en el momento de su arresto estaba viajando en un camión desde Bolivia.

Según los investigadores, su intención era encontrarse en Perú con el argentino Matías Ozorio, su mano derecha y detenido también este martes.

Pequeño J fue rastreado y ubicado por la policía porque seguía utilizando su teléfono móvil. “Ni el chip le había cambiado. Una cosa muy rudimentaria. El número era el mismo que un testigo había aportado a la justicia. Algo muy poco profesional para un narco”, declaró la ministra de Seguridad argentina, Patricia Bullrich, al diario Clarín.

Tony Janzen Valverde Victoriano está sospechado de ser el autor intelectual de la muerte violenta de Lara Gutiérrez, de 15 años, y las primas Brenda del Castillo y Morena Verri, de 20 años. El pasado 19 de septiembre, las jóvenes fueron torturadas a golpes y cuchillazos hasta la muerte. A la menor le arrancaron los dedos mientras estaba viva. Todo fue grabado y transmitido en vivo a más de 40 integrantes de la presunta banda narco como forma de disciplinamiento interno. Los investigadores suponen que las víctimas, o al menos una de ellas, se quedaron con dinero o droga de la organización.

El crimen causó una gran conmoción en Argentina, un país poco acostumbrado a asesinatos vinculados al narcotráfico y violencia extrema.

Según la reconstrucción que pudo hacer la policía Argentina, Lara, Brenda y Morena salieron de sus casas el viernes 19 de septiembre por la noche rumbo a una supuesta fiesta que en realidad era una trampa. Subieron engañadas a una furgoneta que las llevó hasta una casa de Florencio Varela, en la periferia sur de la provincia de Buenos Aires, donde fueron asesinadas.

La policía dio con la casa tras cinco días de búsqueda siguiendo la señal del teléfono móvil de una de las víctimas. Cuando entraron a la vivienda, ubicada en un barrio precario, una pareja limpiaba manchas de sangre con abundante lejía en las paredes y los pisos. En el jardín encontraron tierra removida. Las mujeres habían sido enterradas a gran profundidad, cubiertas con mantas, piedras y cemento en un hoyo abierto antes del asesinato.

A Lara le habían cortado los cinco dedos de una mano y parte de la oreja antes de degollarla. A Brenda la habían asesinado de un fuerte golpe en la cabeza, luego de torturarla hundiéndole un cuchillo repetidas veces en el cuerpo. Morena tenía la cara destrozada a golpes y el cuello roto.

En un primer momento, la policía capturó a cuatro personas: la pareja que limpiaba el sitio del crimen y a un hombre y una mujer que resultaron ser los dueños de la vivienda. Todos tienen entre 18 y 29 años. “Hubo una estrategia premeditada para llevarlas a un lugar y matarlas”, declaró la semana pasada el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Javier Alonso.

Las detenciones continuaron durante el fin de semana. Víctor Sotacuro Lázaro, acusado de apoyar desde un segundo vehículo a la camioneta que trasladó a las víctimas, fue atrapado en Villazón, ciudad fronteriza de Bolivia. También cayó Ariel Giménez, acusado de cavar la fosa y enterrar a las mujeres. Este martes, finalmente, fue capturado en Lima Matías Ozorio, horas antes de que se hallase a Pequeño J. “Me trajeron engañado”, les dijo a los policías peruanos mientras le ponían las esposas. Solo faltaba el presunto jefe de la organización.

Los antecedentes Pequeño J se remontan a su familia. Su padre era Janzen Valverde Rodríguez, jefe de Los Injertos de Nuevo Jerusalén, una banda surgida en La Esperanza, un distrito pobre a las afueras de la ciudad de Trujillo, en la costa norte peruana. Janzen fue apresado en más de una oportunidad por dedicarse a la extorsión y la venta de drogas. El 16 de diciembre de 2018, cuando Pequeño J tenía trece años, un sicario de una banda rival asesinó a Janzen. El adolescente juró entonces venganza. “Te prometo que esto no va a quedar así, porque si nadie hace nada, yo mismo lo hago con pana y elegancia”, escribió en las redes sociales de su padre.

Fue Janzen quien trazó el camino delictivo de su hijo: lo bautizó como Tony por el mítico narcotraficante de Caracortada, Tony Montana. El joven fue rebautizado como Pequeño J en homenaje su padre muerto. Sus tíos, los hermanos de su padre, Luis y Manuel, también han estado envueltos en líos con la justicia. Pequeño J llegó a Argentina en el 2020, a los quince años. Cuando se sintió acorralado, regresó a su país.

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