Roger Waters llama a “resistir contra el fascismo” ante dos Argentinas

El antiguo líder de Pink Floyd colma dos estadios en Buenos Aires que lo reciben a media máquina en la semana de la victoria del ultra Javier Milei

Imagen de archivo de un concierto de Roger Waters en Buenos Aires.N i c o_

Mientras Argentina se acomoda tras elegir a Javier Milei como presidente, Roger Waters acaba de llenar dos estadios en Buenos Aires en los que llamó a “resistir contra el fascismo”, denunciar el “genocidio” del ejército israelí en Palestina y cantar algunos de los éxitos con los que convirtió a Pink Floyd en una de las bandas definitivas del siglo pasado. Waters, de 80 años, cantó este martes y miércoles en Buenos Aires vigilado por un fiscal y sin poder reservar un cuarto de hotel tras los reclamos de la ...

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Mientras Argentina se acomoda tras elegir a Javier Milei como presidente, Roger Waters acaba de llenar dos estadios en Buenos Aires en los que llamó a “resistir contra el fascismo”, denunciar el “genocidio” del ejército israelí en Palestina y cantar algunos de los éxitos con los que convirtió a Pink Floyd en una de las bandas definitivas del siglo pasado. Waters, de 80 años, cantó este martes y miércoles en Buenos Aires vigilado por un fiscal y sin poder reservar un cuarto de hotel tras los reclamos de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas, que pidieron suspender sus conciertos en el estadio de River Plate por “promover discursos de odio”. El antiguo líder de Pink Floyd cantó igual, y cautivó a unas 170.000 personas en dos conciertos llenos en la semana en que un país exhausto por la crisis económica y la corrupción acaba de abrazarse a la ultraderecha. O lo hizo a medias.

Buenos Aires le aplaudió sin concesiones cada uno de sus éxitos, pero recibió más fría sus denuncias políticas. Waters tenía una respuesta preparada. No la había escrito especialmente para sus conciertos de este martes y miércoles en la capital argentina, pero el mensaje que lanzó en los parlantes antes de cada show caía redondo: “Si eres de los que dicen: ‘Me gusta Pink Floyd, pero no soporto la política de Roger’, harías bien en irte a la mierda e ir al bar en este momento”.

El miércoles, en su despedida de Buenos Aires, nadie se fue del estadio. Entre mensajes de “frenar el genocidio” y respetar los derechos humanos en Palestina, denuncias contra la violencia policial de Argentina a Brasil o Estados Unidos, y elogios al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, Waters abrió el recital con Comfortably Numb y otros éxitos de The Wall. Después hizo una pausa entre los aplausos para descargarse.

“Estuve en esta hermosa ciudad muchas veces e hice música para una audiencia maravillosa. A pesar de toda esa historia de música y amor y noches cálidas, por alguna razón los dueños de los hoteles en este pueblo ¡no dejan que me quede!”, dijo, después de que las dos grandes cadenas hoteleras de la ciudad le negaran un cuarto o le cancelaran la reserva por sus “mensajes antisemitas” y poner en duda la veracidad del ataque de Hamás en la frontera de la Franja de Gaza el pasado 7 de octubre. Waters se quedó en São Paulo a esperar al día de su primer concierto en Buenos Aires y dónde durmió esa noche para esperar al del día siguiente es un misterio. “Yo sé bien lo que siento en el corazón y no he tenido un solo pensamiento antisemita en toda mi vida”, se defendió. “Lo que condeno es lo que hace el gobierno israelí y lo seguiré haciendo porque estuvo mal desde el comienzo”.

Waters llamó a resistir al fascismo, al capitalismo y a convocar a los líderes mundiales a que “se sienten frente a una cerveza” para pedirles que desistan de llevar al mundo a una “tercera guerra mundial”. Recibió más aplausos, tal vez porque en las graderías había una agenda propia.

Buenos Aires vive días tensos después de que Javier Milei arrasara en las elecciones del domingo y le diera una de sus peores palizas electorales al peronismo. El ultra sacó el 56% de los votos, y en su discurso de victoria llamó a terminar con “el modelo empobrecedor del Estado presente” y un ajuste del gasto público “sin gradualismo ni tibieza”. Muchos argentinos lo eligieron por descarte: entre un peronismo que deja el Gobierno con el 142% de inflación interanual, salarios que todos los días valen menos y cuatro de cada diez personas en la pobreza, y el salto a lo desconocido de la mano de un economista que se autodenomina “anarcocapitalista” y promete “privatizar todo lo que pueda ser privatizado”, la mayoría prefirió al segundo.

Milei se alzó con promesas de “sacar a patadas en el culo” a los políticos de siempre, incendiar el Banco Central para parar la inflación, privatizar la salud, la educación y las empresas públicas y hasta se lanzó contra los consensos sobre la violencia del régimen militar de un país que el 10 de diciembre, el día que asuma el poder, celebra 40 años del fin de la dictadura. Muchos de sus votantes afirman que no lo eligieron por eso, que lo eligieron “buscando un cambio”. Entre la esperanza de ellos y la angustia de los que no lo votaron, el país vuelve a convivir.

El miércoles, en un intermedio en el que Roger Waters descansó para volver a cantar otros éxitos, la mitad del estadio de River Plate se alzó en arengas de “¡El que no salta, votó a Milei!” y “¡Milei, basura, vos sos la dictadura!”. La otra mitad se quedó en su asiento, y tras minutos de cantos contra el presidente electo, ambos grupos esperaron que siga el show.

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