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La campaña presidencial de Argentina gira hacia la derecha

El ministro de Economía, Sergio Massa, es elegido por el peronismo para enfrentar al ultraderechista Javier Milei y al ganador de la primaria del opositor Juntos por el Cambio

Sergio Massa
Sergio Massa en la Casa Rosada el pasado 4 de julio.JUAN MABROMATA (AFP)

La carrera de Argentina hacia las presidenciales del 22 de octubre arranca este domingo tras una vertiginosa última vuelta de clasificación. El peronismo, que iba a inscribir a dos candidatos que rivalizaban entre sí, cambió de idea en 24 horas y competirá con un piloto de unidad: Sergio Massa, el responsable de manejar las turbulentas aguas de la economía argentina. La decisión de la alianza Unión por la Patria (heredero del gobernante Frente de Todos) deja un vacío en el centro-izquierda dominado por el kirchnerismo en las últimas dos décadas, subraya la creciente debilidad de Cristina Kirchner y marca el volantazo definitivo de la campaña electoral argentina hacia la derecha.

Massa, un animal político de 51 años, lleva toda la vida esperando este momento. No pudo en solitario en 2015, pero espera alcanzar el sillón presidencial ahora, arropado por las tres corrientes del peronismo: la que responde a Kirchner, al presidente Alberto Fernández y a él mismo. Con aceitados vínculos con grandes empresarios, banqueros y la Embajada estadounidense, Massa disputará el voto de centro a Horacio Rodríguez Larreta, alcalde de Buenos Aires y precandidato por la coalición opositora Juntos por el Cambio.

Sin embargo, Rodríguez Larreta deberá superar antes las primarias del 13 de agosto, donde se medirá a su rival partidaria Patricia Bullrich, exministra de Seguridad. El perfil de Bullrich es más conservador que el de Rodríguez Larreta pero menos que el del economista ultraliberal Javier Milei, que marca la irrupción de la ultraderecha por primera vez en una votación presidencial argentina. En el otro extremo del arco ideológico, la izquierda se ilusiona con mejorar sus resultados si logra atraer a los peronistas desencantados con el liderazgo de Massa. Entre ellos hay kirchneristas que ven al ministro como un traidor y advierten que no lo votarán, pero Unión por la Patria confía en que cambien de opinión cuando llegue el momento decisivo.

Gestión económica

La candidatura de Massa pondrá a la economía en el centro del debate electoral de Argentina y cualquier mala noticia económica le jugará en contra. El referente peronista, que aún no ha dicho cuándo renunciará al ministerio para centrarse en la campaña, recibirá ataques desde todos los flancos posibles. “El incendiario se postula como bombero”, tuiteó Bullrich al oficializarse la fórmula electoral peronista. “De un lado Massa, del otro Larreta. Las dos caras de la misma moneda”, dijo Milei.

En 2023 la inflación de Argentina ha ido en alza y en mayo llegó al 114% interanual, récord en más de tres décadas. Las reservas internacionales del Banco Central están bajo mínimos y el país depende de la reestructuración de la deuda con el Fondo Monetario Internacional para no chocar la economía, malherida por la peor sequía de la historia. En cualquier otro país del mundo, la elección como candidato del titular de la cartera económica parecería una broma o un suicidio. Por el contrario, ningún peronista cuenta en este momento con más respaldo interno que Massa.

“Argentina, no lo entenderías”, puede recibir como respuesta un extranjero que pregunte sobre la candidatura peronista. Diego Genoud, autor de la biografía El arribista del poder, la historia no publicitaria de Massa, explica que se debe en parte a la gran habilidad del ministro para transmitir como una verdad el mensaje que él quiere. “Nos salvó de lo peor, esa es la conclusión instalada”, asegura Genoud. Massa asumió el Ministerio de Economía en agosto, en medio de una corrida cambiaria que provocó una depreciación del peso frente al dólar en los mercados informales de más del 30% en sólo dos semanas. Su llegada al Palacio de Hacienda calmó temporalmente las aguas.

Su predecesora, Silvina Batakis, fue relegada del cargo de forma fulminante antes de cumplir el mes de gestión. La candidatura de Massa, anunciada el viernes por la noche por la alianza Unión por la Patria (UP), fue también un despiadado jaque mate para los dos postulantes que se habían lanzado hasta el momento: el embajador en Brasil, Daniel Scioli, aupado por Fernández, y el ministro de Interior, Eduardo de Pedro, integrante de la “generación diezmada” por ser hijo de desaparecidos por la dictadura y considerado el hombre de Cristina Kirchner.

La candidatura de De Pedro duró 24 horas. El rechazo de muchos gobernadores provinciales y alcaldes bonaerenses —símbolo del poder en el territorio— fue clave para el ordenamiento interno bajo un único nombre: Massa. Ahí radica otra de sus cualidades, según Genoud: “Massa tiene un apoyo que muy pocos tienen porque puede lograrlo de sectores antagónicos, puede reunir al Departamento de Estado y de Cristina, al agua y al aceite”. El candidato a vicepresidente, el actual jefe de Gabinete, Agustín Rossi, fue puesto por Fernández en un movimiento que desnuda la pérdida de poder del kirchnerismo, que se refugiará en la provincia de Buenos Aires y en las Cámaras legislativas.

Primarias en agosto

El 13 de agosto será la oportunidad de medir el apoyo popular real con el que cuenta cada precandidato. Las primarias simultáneas y obligatorias de Argentina servirán para dirimir las candidaturas en algunos espacios políticos —como Juntos por el Cambio (JxC) y la izquierda— pero son a la vez una gran encuesta nacional a dos meses de las presidenciales.

Los últimos sondeos, que aún no recogen los movimientos de última hora, daban un escenario dividido en tercios entre el peronismo, JxC y La Libertad Avanza de Milei.

Los malos resultados de la ultraderecha en las elecciones provinciales hacen pensar que la candidatura de Milei puede desinflarse durante la campaña electoral. Sin embargo, en línea con lo que ocurrió en Brasil con Jair Bolsonaro y en Estados Unidos con Donald Trump, sus propuestas electorales han marcado el debate de los últimos meses. Milei promete dolarizar la economía, eliminar el Banco Central, privatizar las empresas estatales, y liberar la venta de armas.

El avance de Milei ha significado un retroceso en los sondeos de la coalición de centro-derecha de Juntos por el Cambio y ha forzado a sus candidatos a plantarle cara. Bullrich ha optado por endurecer su discurso bajo una palabra fuerza: “orden”. Desde hace meses, promete mano dura contra la delincuencia y contra el narcotráfico y asegura que pondrá fin a los cortes de calles y de carreteras a modo de protesta.

Rodríguez Larreta ha optado por rodearse de figuras conservadoras. El gobernador de la provincia norteña de Jujuy, Gerardo Morales, bajo la lupa por las masivas protestas para exigir mejores salarios y en contra de la reforma constitucional, lo acompaña como candidato a vicepresidente y en su lista de senadores estarán el economista liberal José Luis Espert, exaliado de Milei, y la dirigente evangelista Cynthia Hotton. Gane quien gane, el próximo Gobierno estará más a la derecha que el actual.

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