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Fallecidos tres andinistas extranjeros en el Aconcagua en la última semana

Un noruego y dos estadounidenses han perdido la vida en la montaña más alta de América. Los equipos de rescate han realizado 28 intervenciones en un mes

El Aconcagua, la montaña más alta de América
El Aconcagua, la montaña más alta de América.pixabay

Entre noviembre y marzo, los meses más calidos del año en el Hemisferio Sur, cientos de andinistas intentan coronar el techo de América, el Aconcagua. Tres de ellos —dos estadounidenses de 41 y 58 años y un noruego de 62— han perdido la vida en la última semana en esa montaña imponente, de 6.962 metros de altitud, situada en la provincia argentina de Mendoza. Más de una veintena, además, han tenido que ser evacuados en operaciones de gran complejidad por la altura, el frío extremo, el viento y el hielo, según fuentes policiales.

Los tres andinistas se descompusieron cuando se encontraban a más de 6.000 metros de altura y aunque fueron asistidos con oxígeno, no lograron sobrevivir. El sábado falleció el empresario, escritor y exmilitar estadounidense John Magness; un día después el noruego Moi Oysten; y este martes el también estadounidense Anthony Simmans, el más joven de los tres.

“Hay accidentes en toda la montaña, pero los más graves son los que ocurren a mayor altura”, explica por teléfono el subcomisario Marcos Páez, jefe de la Unidad Patrulla de Rescate y Auxilio en Montaña (Upram) de la provincia de Mendoza. La Upram tiene una patrulla en el campamento de altura Nido de Cóndores, situado a 5.550 metros del Aconcagua, que oscila entre los dos y los cuatro efectivos según la cantidad de andinistas que haya. Los meses de mayor actividad son diciembre, enero y febrero.

Desde ese campamento, ante una llamada o un correo electrónico de auxilio, los rescatistas tardan entre seis y siete horas en llegar a la cumbre y un promedio de entre doce y quince en hacer el camino de regreso transportando en camilla a la persona que requiere asistencia médica urgente. En el último mes han realizado 28 intervenciones, detalla el subcomisario, entre ellas la recuperación de los cuerpos de los andinistas fallecidos.

Según Páez, algunos incidentes son imprevisibles, pero en otros casos están vinculados a imprudencias de los escaladores que ponen en peligro a todo el grupo. Cree que ese fue el caso de Simmans, que viajaba junto a otro andinista y un guía. Pasados los 6.500 metros, el guía desaconsejó continuar el ascenso, pero no logró hacerlos desistir. Hicieron cumbre, pero poco después, cuando empezaban el descenso, Simmans se descompensó y su salud empezó a deteriorarse con rapidez. El guía lo asistió con oxígeno suplementario y lo arrastró hacia una zona segura, a 6.600 metros, donde esperaron la llegada de la patrulla de rescate.

Ya de madrugada, el estadounidense de 41 años fue colocado en una camilla y comenzó el descenso hasta el refugio Independencia, a 6.300 metros, en un operativo de alto riesgo por la altitud, el frío extremo y la presencia de hielo y nieve dura. Simmans llegó ya sin constantes vitales y los intentos de reanimación fracasaron.

Entre las víctimas fatales registradas este año en las cumbres de la cordillera de los Andes en Argentina están también los españoles Iker Bilbao y Amaia Agirre, que fallecieron durante el ascenso al Fitz Roy, en la Patagonia, al ser sorprendidos por una avalancha de nieve.

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