Una huelga de camioneros presiona al Gobierno argentino por la falta de gasoil
Los transportistas denuncian que en algunas provincias el combustible se vende al doble que en Buenos Aires
En los puertos del Gran Rosario, desde donde se exporta gran parte de la producción agrícola de Argentina, entraron el jueves menos de 700 camiones. Es sólo la cuarta parte del tráfico de un día normal en esta época, cuando el país sudamericano está en la recta final de la cosecha de soja, su principal fuente de entrada de divisas. El motivo es la huelga parcial de camioneros, que comenzó el pasado martes en la norteña provincia de Tucumán y se ha extendido desde entonces a gran parte del país. Con movilizaciones en las carreteras y bloqueos a puertos, los transportistas exigen al Gobierno de Alberto Fernández medidas contra la falta de gasoil, o diésel, y el aumento de los costes. La producción agropecuaria ha comenzado a verse afectada y, de extenderse aún más, podría generar desabastecimiento.
En Buenos Aires el combustible es siempre algo más económico que en el resto de Argentina. Pero desde hace tres meses, cuando comenzó a escasear el gasoil, la diferencia ha llegado a duplicarse en algunas estaciones de servicio del norte del país. Ni siquiera pagar el doble es garantía suficiente: ante la falta de combustible, hay un máximo de litros —que en las últimas semanas ha oscilado entre los 50 y los 250— que se pueden cargar. Planificar un viaje en esas condiciones se vuelve imposible, explican los transportistas. Sus costos se disparan, pero lo que cobran por el viaje no aumenta a la par ya que, de hacerlo, presionaría aún más a una inflación ya descontrolada, que el pasado mayo superó el 60% interanual.
El último relevamiento de FADEEAC muestra la divergencia en el precio del combustible según la zona geográfica de Argentina. pic.twitter.com/K00unzkGd9
— FADEEAC (@FADEEAC) June 23, 2022
“Hay transportistas que se están fundiendo trabajando”, denuncia Santiago Carlucci, dirigente de Transportistas Unidos de Argentina, una de las organizaciones que han convocado a la huelga de camioneros. Según Carlucci, algunos transportistas necesitan tres o cuatro días para completar el mismo trayecto que antes hacían en la mitad de tiempo, con la incertidumbre de no saber dónde ni cuánto combustible van a poder cargar, y se han disparado también otros gastos, como el de los neumáticos, que cuestan hoy un 150% más que pocos meses atrás.
El Gobierno los convocó este miércoles a una reunión, pero los huelguistas se negaron a sentarse a la mesa de diálogo con funcionarios de segunda línea. “Sigue el paro porque el problema no se solucionó”, anticipa Carlucci.
La huelga no es total porque por ahora las grandes federaciones de transportistas rechazan una medida que consideran contraproducente. Aún así, creen que las decisiones que ha tomado el Gobierno para paliar el problema son insuficientes y no ven posible una solución en el corto plazo.
“Tormenta perfecta”
“Estamos ante una tormenta perfecta”, sostiene Roberto Rivero, director ejecutivo de la Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (Fadeeac). Para Rivero, existe un contexto internacional adverso, en el que muchos países compiten por un combustible escaso, que se agrava por problemas domésticos. Entre ellos, la regulación del precio de los combustibles por debajo de su valor internacional —lo que lo vuelve muy deseable a ojos de los países vecinos—, un importante crecimiento económico —del 0,9% en el primer trimestre y del 6% interanual— que ha generado mayor demanda de gasoil y la falta de previsión en políticas públicas e infraestructuras.
El Gobierno argentino decretó semanas atrás que los camiones con matrícula extranjera debían pagar mucho más por el gasoil que los argentinos para desincentivar el cruce de camioneros de Brasil, Uruguay y Chile a las provincias fronterizas. Hace unos días, anunció el aumento del 5% al 12,5% el corte mínimo de biodiésel para el gasoil. Ambas medidas buscan aumentar la oferta de combustible, pero por ahora no han sido suficientes.
“Entre abril y septiembre, Argentina tradicionalmente necesita importar entre el 20% y el 25% del gasoil refinado que necesita porque no se autoabastece. Las refineras locales están funcionando al 100% pero no llegan porque la cosecha gruesa de la soja coincide con la de cultivos regionales, como la de caña de azúcar o la del limón”, detalla Rivero.
Algunos economistas sospechan también que el temor a que este invierno faltase gas natural —y fuese difícil importarlo debido al aumento de su precio por la guerra de Ucrania— hizo que algunas grandes industrias y productores agropecuarios comprasen más gasoil del que necesitaban como precaución.
Los transportistas creen que el Gobierno ha actuado tarde y de forma insuficiente y piden medidas más contundentes. Aún así, confían en que la crisis actual comience a remitir a partir de septiembre, cuando descienda la demanda estacional.
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