Cuando pasa la tormenta, para las mujeres no viene la calma
El cambio climático afecta a las personas de maneras diferentes, pero quienes llevan la peor parte son las mujeres, fundamentales para lograr un futuro más sostenible
Volver a casa luego del paso del huracán y ver que no queda casi nada en pie. Saber que lo que se sembró está muerto por la sequía. Tratar de salvar lo insalvable cuando todo queda bajo las aguas. Estas son experiencias aterradoras para cualquier persona. El cambio climático afecta a todos; pero no por igual. Quienes más sufren el impacto de esta crisis son las mujeres. La razón se resume en tres palabras: desigualdad de género.
Los más perjudicados por la crisis climática son los más pobres y, de acuerdo con los datos del Banco Mundial, las mujeres, en el pico de edad productiva, tiene...
Volver a casa luego del paso del huracán y ver que no queda casi nada en pie. Saber que lo que se sembró está muerto por la sequía. Tratar de salvar lo insalvable cuando todo queda bajo las aguas. Estas son experiencias aterradoras para cualquier persona. El cambio climático afecta a todos; pero no por igual. Quienes más sufren el impacto de esta crisis son las mujeres. La razón se resume en tres palabras: desigualdad de género.
Los más perjudicados por la crisis climática son los más pobres y, de acuerdo con los datos del Banco Mundial, las mujeres, en el pico de edad productiva, tienen mayor probabilidad de ser pobres que los hombres en el mismo grupo de edad. Además, son ellas las que más dependen de los recursos naturales en riesgo, especialmente en las zonas rurales.
Las probabilidades de morir luego de un evento climático extremo son 14 veces más altas para mujeres, niñas y niños que para los hombres, afirma ONU Mujeres. El Banco Mundial estima que más de 143 millones de personas podrían ser desplazadas para el año 2050 debido al cambio climático. La mayoría de ellas serán mujeres y niños.
En los países en desarrollo, las mujeres representan el 45% de la mano de obra agrícola y el porcentaje aumenta a casi 60% en algunos países de Asia y África, de acuerdo con datos recientes de la FAO. Sin embargo, como se lee en el estudio Mujeres, derecho y empresa, muchas economías no reconocen su derecho a la propiedad. De hecho, poseen menos del 10% de la tierra, según la ONU. Además, para muchas de ellas, el trabajo en el campo no es remunerado.
Las campesinas tienen menos acceso a créditos agropecuarios, capacitación y tecnología lo que la deja en un lugar de desventaja para afrontar las condiciones cada vez más cambiantes del clima.
América Latina no es la excepción
América Latina y el Caribe es una de las regiones que más azotadas por el cambio climático, de acuerdo con diversos estudios, entre ellos el último reporte de la Organización Meteorológica Mundial sobre el estado del clima en la región. Amenazas naturales como las sequías, huracanes, tormentas tropicales o incendios se producen cada vez con mayor frecuencia e intensidad, y seguirán en aumento. “Estos impactos tendrán un costo elevado en términos económicos. En una región marcada por altos niveles de violencia y desigualdad, también se espera que se agudicen las brechas de género”, sostiene Eliana Rubiano, economista del Banco Mundial.
“La discriminación de género en América Latina y el Caribe se manifiesta de muchas maneras: en la participación en el mercado laboral, en el acceso a los servicios públicos, a los activos productivos y en las diferencias salariales. Además, en la participación de las mujeres en la toma de decisiones. Por otro lado, con 14 de los 25 países con el mayor número de femicidios, América Latina tiene unas de las tasas más altas de violencia de género. Estos patrones de desigualdad, discriminación e inseguridad hacen que las mujeres de la región sean especialmente vulnerables a los choques económicos, de salud, entre otros, causados o magnificados por el cambio climático”, apunta la experta.
Rubiano menciona dos ejemplos sobre el impacto de eventos climáticos para las mujeres en la región: luego de la tormenta tropical Erika, las mujeres en Dominica experimentaron niveles más altos de vulnerabilidad, ya que participaban en aproximadamente el 55 % de las actividades económicas informales interrumpidas por la tormenta.
En Granada, el huracán Iván afectó todos los sectores económicos. En la industria de la nuez moscada, por ejemplo, hubo una gran pérdida de empleos especialmente entre las mujeres, que eran responsables de desyerbar y recoger las frutas, clasificarlas y embolsarlas. Las mujeres involucradas en el turismo también perdieron sus trabajos, ya que la mayoría de ellas prestaba servicios en el sector hotelero.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en el Corredor Seco América Central, las mujeres tienen que caminar distancias más largas para buscar agua.
Las mujeres y un futuro sostenible
Las brechas de género reducen la capacidad de respuesta de las mujeres ante el cambio climático, pero ellas también tienen un rol fundamental para afrontarlo y aportar soluciones de mitigación y adaptación. Es por esto el tema de Naciones Unidas de Día Internacional de la Mujer, que se celebra el próximo 8 de marzo, es “Igualdad de género hoy para un mañana sostenible”.
“Hay ejemplos alentadores de cómo las mujeres están al frente de las respuestas a los riesgos climáticos. Por ejemplo, las mujeres indígenas y rurales han adquirido conocimientos específicos a través de múltiples generaciones y juegan un papel clave para conservar la biodiversidad, brindar seguridad alimentaria, recursos e ingresos a sus familias. Las mujeres también poseen conocimientos relevantes en los sectores de agricultura y silvicultura, en temas de zonas marino-costeras, manejo de bosques, preparación de alimentos, administración y gestión de recursos hídricos y forestales”, sostiene Rubiano.
¿Qué hacer para cerrar las brechas de género y las mujeres puedan ser agentes de cambio para afrontar la crisis climática? La experta sugiere algunas propuestas:
· Poner a disposición de las mujeres información meteorológica a través del acceso a internet y a tecnologías de la información facilitan el acceso a capacitación e información sobre sistemas de alerta temprana sobre amenazas naturales.
· Brindar acceso a educación no formal en temas de cambio climático a nivel local, en particular sobre acciones de mitigación y adaptación. Este tipo de programas de formación debe considerar barreras de lenguaje, niveles de alfabetización y tener en cuenta las restricciones propias que enfrentan las mujeres en términos de responsabilidades familiares, restricciones a la movilidad, entre otras.
· Promover la participación y representación de las mujeres en las estructuras de toma de decisiones relacionadas con el cambio climático.
El sector privado es estratégico para afrontar los impactos de la crisis desde una perspectiva de género. Para la especialista, “desde este sector se podrían crear empleos para las mujeres que contribuyan a conservar el medio ambiente (empleos verdes), fomentar la participación femenina en cadenas de valor
agropecuarias y de valor forestal. Promover el empleo de más mujeres en el sector de energías renovables. Las oportunidades en la economía verde, es decir aquella que apuestan por el desarrollo sostenible, pueden ofrecer un mayor potencial de empleo para las mujeres, siempre que se brinde capacitación a las mujeres en los campos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y en desarrollo empresarial”.
Así mismo, el sector privado podría garantizar financiamiento para emprendimientos sostenibles liderados por mujeres.
Soluciones en marcha
En América Latina se están poniendo en marcha soluciones para que las mujeres tengan más participación en iniciativas para afrontar el cambio climático.
Rosa María Martínez, especialista del sector social del Banco Mundial, menciona algunos ejemplos que se están desarrollando en la región como el Mecanismo Dedicado Específico para Pueblos Indígenas y Comunidades Locales en México, que apoya proyectos productivos en paisajes forestales en los que se promueve la participación de las mujeres y se intenta corregir las brechas de género existentes en áreas rurales.
Otro de los ejemplos que recalca Martínez es el proyecto Fortalecimiento Empresarial en Paisajes Productivos Forestales. Este proyecto busca fortalecer el manejo forestal sustentable y aumentar las oportunidades económicas para las personas dependientes del bosque, incluidas mujeres, mujeres indígenas y empresas de mujeres. También agrega el Programa de Fortalecimiento de Capacidades en reducción de emisiones debidas a la deforestación y degradación forestal (REDD+) para Pueblos Indígenas y Comunidades Locales en América Latina y el Caribe que ha apoyado a mujeres de la región para incrementar su liderazgo y participación reconociendo la importancia de su conocimiento tradicional en la protección de los bosques.