Maduro, en su trono de bayonetas
El chavismo tiene la fuerza de las armas, pero no la razón. No van a convencer, por lo que su primera opción será arremeter
La juramentación de Nicolás Maduro para un tercer mandato marca una nueva etapa en la historia de Venezuela. El 10 de enero de 2025 Maduro inaugura formalmente su período de dictadura. A la vez, las diezmadas fuerzas de la democracia en Venezuela deben prepararse para una etapa de resistencia, que no tiene en el horizonte una fecha límite, ni una estructura consistente.
Este panorama reta a las fuerzas democráticas, no solo porque deben caracterizar al régimen, sino decidir con cuál estrategia lo enfrentarán.
Edmundo González Urrutia, ganador de las elecciones del 28 de julio, ha debido desistir de su intento de ingresar al territorio nacional. Desde septiembre está en exilio, pero en las últimas semanas informaba de su objetivo de juramentarse. María Corina Machado, de cuya valentía y arrojo nadie duda, tuvo que tragar grueso este 10 de enero y pedirle a Gonzalez Urrutia que no fuera a Venezuela.
La líder se inclinó por esta decisión después de protagonizar la primera protesta masiva, el 9 de enero. Sin embargo, posteriormente fue atacada físicamente por funcionarios que pusieron en peligro su vida. En una alocución en la tarde del viernes, relató cómo fue interceptada, el secuestro que vivió: la persiguieron, la bajaron de la motocicleta que la trasladaba, la pusieron entre dos hombres en otra motocicleta, escuchó disparos, luego para dejarla ir la obligaron a grabar videos de fe de vida.
“Le he pedido a Edmundo que no ingrese, su integridad está en peligro. Maduro consolidó el golpe de Estado y la violación a la Constitución. Es hora de hacer todo lo necesario para restituirla” dijo. “Maduro cruzó la raya roja. No se puso la banda en el pecho, sino un grillete”, sentenció.
En 2014 Maduro decía reiteradamente que no le importaba que le llamasen dictador. Hoy recibe el título en un trono de bayonetas.
De acuerdo con los académicos Dorothy Kronick y Javier Corrales, los pasos dados por el Gobierno de Maduro para avanzar hacia este periodo vienen de aprendizajes dentro de los distintos estados del autoritarismo que ha vivido Venezuela, especialmente desde 2013, cuando el sucesor de Chávez llega al Palacio de Gobierno tras una votación cuestionada.
En 2015 ya el chavismo no era mayoría electoral. La oposición ganó la Asamblea Nacional abrumadoramente. Su labor fue entorpecida por el chavismo, pero también por los errores y la falta de acuerdo de un gobierno interino que nunca tuvo el control territorial.
Posteriormente, se producen los fraudes en elecciones regionales de 2017- en el estado Bolívar - y 2021 en el estado Barinas. En el primero, simple y sencillamente forjaron unas actas para favorecer al candidato del oficialismo; en el segundo caso, inhabilitaron posteriormente al ganador de la elección vía Tribunal Supremo de Justicia.
El 28 de julio, el Gobierno avanzó más en su apetito depredador. María Corina Machado condujo a los venezolanos a ganar una elección imposible. El chavismo no solo perdió, sino que las fuerzas democráticas, representadas por González Urrutia, obtuvieron más del 67 por ciento de los votos.
Entonces, Maduro se robó la elección. Tomada la decisión de no entregar, también asumió el costo: una violación masiva de derechos humanos que ha llevado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a tipificarla de terrorismo de Estado.
¿Y por qué han ido haciendo todo con total impunidad? Porque cuentan con el favor de la institución armada, argumentan Kronick y Corrales en el ensayo Cómo Maduro robó el voto de Venezuela.
Ese hecho se verifica en la juramentación celebrada este 10 de enero de 2025. Al acto protocolar solo asistieron como jefes de gobierno el nicaragüense Daniel Ortega y el cubano Miguel Díaz Canel. Los mandatarios de izquierda democrática desistieron de presentarse. Gustavo Petro argumentó que no asistiría por las violaciones de los derechos humanos, Lula Da Silva ya había marcado distancia desde su fracasado intento de mediación; el mandatario chileno, Gabriel Boric fue más directo: en Venezuela hay una dictadura, declaró. Por su parte, la mandataria mexicana Claudia Sheinbaum se lavó las manos.
En un documento previo al acto protocolar, el decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela, Juan Carlos Apitz, argumentaba que al no haberse cumplido los extremos de las leyes electorales venezolanas, “la Asamblea Nacional no debe juramentar legítimamente a nadie para el cargo de presidente de la República, y si lo hiciere, tal juramentación será contraria a la Constitución Nacional y las leyes electorales vigentes”.
La Constitución venezolana establece que el periodo constitucional de la presidencia inicia hoy mismo.
¿A dónde puede llevar este camino que asumió Maduro y la cúpula?
Juanita Goebertus, directora para Las Américas de Human Rights Watch escribió:
“La toma de posesión de Maduro desconoce la voluntad popular. Estamos ante una dictadura que se sostiene únicamente en la brutal represión”.
Una vez cometido el acto, las reacciones no se hicieron esperar. Por distintas redes de Whatsapp circulan los mensajes. Entre ellos, de grupos de izquierda que aseguran que ha llegado el momento de organizar la resistencia en Venezuela. Las disidencias, que alguna vez apoyaron a Chávez, pero no a Maduro, están siendo perseguidas. El excandidato presidencial Enrique Marquez está bajo desaparición forzosa, una vez que fue detenido por las fuerzas del Estado. La constituyente Maria Alejandra Díaz informó que amenazaron con apresar a sus hijos si ella no se entrega al Gobierno. Es una práctica que se ha instalado en el país.
Del lado de los grupos de oposición tradicional hay fisuras. Por una parte, quienes han estado al lado de Machado son perseguidos y hechos presos; muchos han debido exiliarse o pasar a la clandestinidad. Figuras emblemáticas como Henrique Capriles Radonski, aun en el país, o el gobernador Manuel Rosales, tienen un acercamiento distinto sobre cómo enfrentar al Gobierno de Maduro. Otros sectores han sido cooptados.
En Venezuela se ha intentado de todo para restaurar la democracia. Hasta la ruta electoral ha sido infructuosa. El Gobierno de Maduro ha escogido el camino más difícil para todos, incluso para ellos mismos. En este momento tienen las fuerzas de las armas, pero no la razón. No van a convencer, por lo que su primera opción será arremeter. Es un peligro, pero está en coherencia con lo que ha sido su hoja de ruta contra la democracia.
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