Alberto Fujimori reescribe la historia de Perú en Tik Tok
El autócrata, cinco meses después de salir de prisión, ofrece una versión parcial y sesgada de sus años como presidente
A sus 85 años, después de una década y media tras los barrotes por crímenes contra los derechos humanos, Alberto Fujimori se ha empeñado en consagrarse como un creador de contenidos. Desde inicios de marzo, cuando anunció su incursión en las redes sociales, ha cosechado en Tiktok 161.000 seguidores, 449.000 me gusta y algunos post con casi tres millones de reproducciones. También mantiene activas sus cuentas de Facebook y Twitter, donde era un usuario intermitente. Y hace poco lanzó su propia página web bajo el rótulo de “el presidente que cambió al Perú”.
Los analistas políticos se pre...
A sus 85 años, después de una década y media tras los barrotes por crímenes contra los derechos humanos, Alberto Fujimori se ha empeñado en consagrarse como un creador de contenidos. Desde inicios de marzo, cuando anunció su incursión en las redes sociales, ha cosechado en Tiktok 161.000 seguidores, 449.000 me gusta y algunos post con casi tres millones de reproducciones. También mantiene activas sus cuentas de Facebook y Twitter, donde era un usuario intermitente. Y hace poco lanzó su propia página web bajo el rótulo de “el presidente que cambió al Perú”.
Los analistas políticos se preguntan si el peruano-japonés —al que la población llama “chino”— que gobernó al país en los años noventa, está en campaña con miras al 2026 o si en todo caso pretende ser el trampolín mediático que su hija Keiko necesita para llegar al poder luego de tres intentos fallidos donde perdió por una cabeza. Si bien hace unos años se promulgó una ley que impide que los sentenciados por corrupción postulen a cargos de elección popular, el Tribunal Constitucional dejó la puerta entreabierta meses atrás al declarar inconstitucionales los impedimentos para aquellos que ya cumplieron su condena. Fujimori purgó 16 de los 25 años a los que fue condenado. Fue liberado en diciembre pasado, precisamente por una orden del TC —en desacato a la Corte IDH—, basándose en un indulto presidencial concedido en 2017 por “razones humanitarias”.
Del anciano demacrado que salió del penal de Barbadillo junto a un tanque de oxígeno al influencer que se pasea por los centros comerciales y se toma fotos con sus seguidores hay un cambio abismal. Para bien o para mal, Fujimori nunca ha dejado de ser el gran influencer de la política peruana. Y como tal está en búsqueda de nuevas audiencias. Jóvenes que todavía gateaban cuando ocupaba Palacio o que ni siquiera habían nacido. De todas sus piezas audiovisuales las más controversiales son aquellas que ha bautizado como “videomemorias”, clips de cuatro minutos en promedio donde se ha propuesto reivindicar su imagen.
En el primer capítulo de una saga que por ahora tiene cinco entregas, el exautócrata sostiene que no es un asesino, que solo defendió al pueblo y que su única culpa es haber vencido al terrorismo. En uno de los ambientes de la casa de su hija Keiko, donde vive, el patriarca dice frente a la cámara: “El terrorismo y sus aliados tergiversaron la historia: convirtieron a Sendero (Luminoso) y al MRTA (Movimiento Revolucionario Túpac Amaru) en víctimas y al Estado peruano en asesino”.
Para el abogado y politólogo Juan de la Puente la frase es falsa, pues no existe ningún proceso judicial ni político que indique que el Estado fue asesino. “Lo que se ha señalado es que hubo una práctica sistemática de violación a los derechos humanos en el periodo de violencia. No ha habido ningún esfuerzo que hayan realizado los grupos políticos por convertir a Sendero en víctima. Al contrario, después de que cayó Fujimori continuaron los procesos contra el terrorismo”, dice. El politólogo José Alejandro Godoy, por su parte, hace una lectura entrelíneas sobre el hecho de que Fujimori haya recurrido al término aliados. “Allí lo que quiere decir es que las organizaciones de derechos humanos y el periodismo de investigación que sacó a la luz los eventos vinculados al grupo paramilitar Colina son aliados del terrorismo. Es una dicotomía en la cual todo aquel que critica su gobierno no solo es un enemigo, sino un cómplice de los grupos terroristas”.
En aquel video inicial, Fujimori asegura que no existe una sola prueba en su contra y que se le condenó injustamente bajo la teoría del dominio del hecho, básicamente por ser el jefe de un gobierno acusado de criminal. “Acá lo que busca Fujimori es confundir a un público que no necesariamente sabe de términos de responsabilidad penal. La teoría de dominio del hecho implica que hay un conjunto de personas que son autores intelectuales de un evento que dominan una organización y son los que dan las órdenes o los operadores. Fujimori no disparó una pistola, pero tenía conocimiento de los crímenes del Grupo Colina y era el único que pudo evitarlos. Se llegó a esa conclusión luego de un cúmulo de evidencias en un proceso que duró 162 audiencias”, explica Godoy, autor de El último dictador, un libro que disecciona su decenio. El Grupo Colina asesinó y desapareció a 49 personas bajo la sospecha de ser subversivos.
Un hecho tristemente célebre es el fin de su mandato, cuando en noviembre de 2000, dos meses después de la emisión del primer ‘vladivideo’ —un conjunto de sobornos pagados por su principal asesor y hombre de confianza, Vladimiro Montesinos—, Fujimori renuncia a la presidencia desde Japón vía fax. Le dedica un capítulo al incidente, donde se justifica aduciendo una “operación en marcha para destituirlo”, pero que en sus planes siempre estuvo volver al Perú para defenderse personalmente. Y que por eso tomó un avión hacia Chile cinco años después, en 2005, para “lograr un blindaje jurídico” que le permitiese llegar al Perú con un número limitado de juicios.
Juan de la Puente rebate su versión: “Es una gran mentira que haya querido rendir cuentas. Él se opuso al proceso de extradición cuando aterrizó en Chile. Recordemos además que él postuló al Senado japonés. Alguien que pretende volver para dar explicaciones no va a candidatear ni querer hacer vida política en otro país. Es, claramente, un intento por reescribir la historia de su gobierno, ahora con su voz y con su imagen, insistiendo en un relato personalista, donde busca quedar como el ‘autor de la reconstrucción del país y la lucha contra el terrorismo’ cuando el contexto fue mucho más complejo”.
En otro de sus videos, Fujimori dice ser el autor intelectual del operativo Chavín de Huantar que rescató a 72 rehenes en la residencia del embajador de Japón en 1997. “Se me apareció en un sueño”, dice sobre los túneles que permitieron el sorpresivo ingreso de los militares para acribillar a los miembros del MRTA y liberar a los cautivos. Sueño que ha convertido en un libro llamado Chavín de Huantar: el rescate soñado. Sin embargo, esta es una versión que no ha sido confirmada por los altos mandos que participaron de la operación. En un informe para el diario El Comercio, el coronel José Williams Zapata dice que “fue producto de conversaciones con más de una persona”. El excomandante general del Ejército, César Astudillo Salcedo —quien estuvo al frente de un equipo de rescate—, en su libro Chavín de Huantar, el legado, tampoco lo menciona como aquel que planteó la idea en sus 269 páginas. Dice más bien: “Aunque Fujimori fue el actor más visible durante los 126 días que duró la toma de la embajada japonesa, y el resultado fue su mérito político, el mayor lo tuvieron los propios comandos y por ende, nuestras Fuerzas Armadas”.
En la entrega más reciente de sus videomemorias, Alberto Fujimori remarca que si no hubiesen capturado a los principales cabecillas terroristas, como Abimael Guzmán o Víctor Polay Campos, probablemente el país hubiese tenido que aceptar un acuerdo de paz con los grupos subversivos. En esa línea despotricó contra el jefe de Estado de Colombia, Gustavo Petro. “Solo veamos lo que vive hoy día nuestro hermano pueblo de Colombia. El presidente hoy en Colombia fue un guerrillero del M-19″. En otras palabras Fujimori nuevamente destaca que gracias a su gestión los subversivos no estén ocupando un escaño del Congreso o habiten Palacio.
Actualmente, Fujimori es procesado por un juicio pendiente: la masacre de Pativilca, en el que seis personas fueron cruelmente torturadas y asesinadas en 1992 al ser acusadas de terroristas. También construye sus videos para ejercer su defensa del caso. Este lunes se cumplirán cinco meses desde que fue excarcelado. Ya sin cánula nasal y sin balón de oxígeno, Fujimori continúa consolidándose como todo un tiktoker.
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