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Redes de jóvenes comunicadores para combatir la delincuencia en la Amazonia

En Acre, el periodismo comunitario ha iniciado una transformación entre la juventud: les ofrece una alternativa de vida, y les ha abierto la posibilidad de tener una nueva visión del mundo

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“Los pueblos originarios siguen presentes en este mundo no porque hayan sido excluidos, sino porque escaparon”, escribe el intelectual brasileño Ailton Krenak en La vida no es útil. Esta frase resuena en el Estado brasileño de Acre. Con 35 tierras indígenas (TI) habitadas por 15 pueblos de tres familias lingüísticas diferentes (Pano, Aruak y Arawá), el territorio alberga al 3,82% de esta población. Sin embargo, este pueblo convive hoy en día con datos alarmantes de violencia y criminalización.

Las cifras del Anuario de Seguridad Pública y del Atlas de la Violencia 2024 revelan que la presencia de la identidad originaria en el sistema penitenciario se quintuplicó entre 2005 y 2023, mientras que la tasa de homicidios entre los indígenas alcanzó los 43,9 por cada 100.000 habitantes en 2022. Todo ello se produce en un territorio que se ha convertido en ruta del narcotráfico en la triple frontera entre Brasil, Perú y Bolivia en la última década.

“Además de que la organización criminal está invadiendo territorios indígenas, también estamos observando la cooptación de jóvenes de estas comunidades”, alerta Bernardo Fiterman Albano, coordinador del Grupo de Acción Especial para el Combate al Crimen Organizado (Gaeco), parte del Ministerio Público de Acre (MPAC). Este aumento de la actividad delictiva de las facciones viene acompañado de la creación de frentes responsables de la gestión en cada territorio. Para muchos jóvenes indígenas, el escudo contra esta realidad es el periodismo comunitario, que les ha ofrecido una alternativa de vida, y les ha abierto la posibilidad de tener una nueva visión del mundo.

Un rastro de sangre

Para entender el presente, es necesario mirar al pasado. El movimiento indígena en Brasil se fortaleció a partir de los años 70 y 80, con la fundación de la UNI (Unión de Naciones Indígenas), liderada por Krenak, y que estuvo presente en la Constituyente de 1988, logrando el Capítulo VIII - De los Indios en la Constitución Federal. Esta sección reconoce a los pueblos indígenas sus derechos sobre las tierras que ocupan tradicionalmente, garantizando la demarcación, el uso exclusivo de los recursos y el respeto a su organización social, costumbres, lenguas y tradiciones.

La Comisión Pro Indígenas de Acre (CPI-AC), fundada en 1979, también desempeñó un papel esencial en la formación de líderes. Ahí es donde comienza la trayectoria de Samsara Nukini, de la aldea Panã, en la ciudad de Mâncio Lima. Madre de tres hijos, divorciada y sobreviviente de una relación violenta, esta mujer de 30 años aceptó una beca en el departamento de comunicación de la CPI-Acre en 2023: “No estamos aquí solo por la violencia y nuestra resistencia. Somos canto y danza”, sostiene. Para ella, obtener la beca en comunicación supuso superar un escenario de violencia y desigualdad para convertirse en una de las voces más destacadas en el feminismo indígena de Acre. En 2024, ganó el Premio Chico Mendes de Resistencia en la categoría de jóvenes liderazgos.

Becas como la que obtuvo Nukini se conceden anualmente a través del proyecto que creó la Red de Comunidades Indígenas de Acre (RCIA), que ha beneficiado a más de 30 estudiantes desde 2021 con el objetivo de recuperar el liderazgo de las comunidades originarias sobre sus territorios. “La organización criminal compite con los líderes tradicionales. Y esta figura pasa a ser cuestionada por la ‘disciplina’ de la facción. Esto provoca un desajuste, una ruptura en el sistema en su conjunto”, expone el fiscal Fiterman, de Gaeco. “Hemos sido testigos de la consolidación de estas rutas de tráfico de drogas por parte de las facciones”, afirma. Hasta mayo de 2024, 22 operaciones de la Fuerza Nacional activas en tierras indígenas en Brasil.

Durante una incursión por el territorio indígena Apurinã, en la región de Boca do Acre, en 2021, el estudiante de Historia Ximery Apurinã se encontró con una cruz en la cerca del patio de una vecina. Era la marca del lugar en el que había tenido que enterrar a su hija, después de que le impidieran acceder al cementerio indígena por una disputa territorial. “La historia me hizo comprender esta tensión de una manera muy amplia, no solo en relación con la historia de los pueblos, sino con la historia de la humanidad”, relata el estudiante.

Rapé y resistencia

“Quiero vivir”, dijo el defensor del medio ambiente Chico Mendes antes de ser asesinado en 1988, tras ver el final de la primera versión de la telenovela Vale Tudo, famosa por debatir si vale la pena ser honesto en Brasil, consciente de que “los entierros simbólicos no salvan la Amazonia”. En 2025, la diputada indígena Célia Xakriabá fue atacada por la policía durante la Marcha del Campamento Terra Livre, organizado por la Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), la movilización indígena más grande del país que se repite anualmente desde 2004 en Brasilia. Es una muestra más de que la violencia no se ha ido de las tierras amazónicas.

Durante la elaboración de este reportaje, se intentó recabar testimonios de indígenas que viven la realidad de violencia en las aldeas. Sin embargo, el miedo a represalias silencia a las comunidades. Unhepa Nukini, comunicador de la TI Nukini, aldea Isã, cerca del Parque Nacional de la Serra do Divisor, en la región de Juruá, a la margen izquierda del río Môa, lamenta la situación. “La comunicación llega al territorio como un arma. A menudo, nos vemos amenazados no solo por los invasores, sino también por el propio sistema gubernamental”.

América Futura se puso en contacto con la secretaria de Pueblos Indígenas del Estado de Acre, Francisca Arara, pero no obtuvo respuesta. “La comunicación se ha utilizado dentro de nuestra cultura para defender nuestro modo de vida, nuestra espiritualidad, nuestras costumbres, nuestra rutina diaria, nuestra educación y nuestra salud”, sentencia.

Nukini también forma parte del colectivo RCIA, representado por 16 jóvenes de siete pueblos (Puyanawa, Yawanawá, Huni Kuĩ, Nukini, Manxineru, Apurinã y Shanenawá). Posteriormente, surgieron otros colectivos como Tetepawa Comunica. Samsara Nukini comenta cómo, por ejemplo, el uso del rapé (un preparado a partir de hojas de tabaco) en espacios públicos se ha convertido en un acto de resistencia, debido al borrado histórico que se ha llevado a cabo: “Es algo grandioso, gratificante, que siento dentro de mí y soy de donde nací”. Y añade: “Tenemos que romper esas etiquetas que nos pone la sociedad, que solo nos da visibilidad cuando hay una invasión o explotación, o cuando la educación y la salud se encuentran en una situación precaria”.

Hasta 2021, Nukini utilizaba el nombre de “Cleiton”, con el que fue anotado en el registro civil en una época en la que las oficinas gubernamentales no permitían el uso de nombres en lengua indígena en las partidas de nacimiento. Hoy defiende que al periodismo tradicional le falta valentía para profundizar en situaciones delicadas, como el aumento de la delincuencia en las aldeas: “Asumo esa responsabilidad, pero además hay una espiritualidad que me guía, que proviene de la naturaleza”, señala. “Necesitamos que espacios como los periódicos y los medios de comunicación se abran para mostrar la cultura. Tener el valor de mostrar a un txai (compañero) pintando, saber la importancia de los kenês -de los cantos- saber lo que la gente dice en sus lenguas...”.

Ximery afirma que quiere recuperar lo que este proceso de borrado ha quitado: “Estamos caminando hacia el fin del mundo. Estoy del lado de la defensa del medio ambiente, del lado de los pueblos indígenas. Quien quiera sumarse a la lucha, ya sea blanco, de cualquier color, creyente o no, es bienvenido. Sobre todo, si lo hace de corazón”.

Nukini recuerda que Brasil es territorio indígena y que es necesario “que la sociedad se una para pensar en el bienestar del planeta Tierra”. Tanto para poder seguir respirando en el futuro como para proteger a esta población en el presente y no repetir los errores del pasado.

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