Los desafíos de los combustibles sostenibles en la aviación
La vinculación entre los sectores de la agricultura y los biocombustibles será clave para garantizar un suministro adecuado de materias primas, creando un vínculo especialmente fuerte en América Latina y el Caribe, donde el agro produce los principales insumos
EL PAÍS ofrece en abierto la sección América Futura por su aporte informativo diario y global sobre desarrollo sostenible. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.
El mundo está inmerso en una carrera contrarreloj para frenar el avance del cambio climático. Todos los sectores se encuentran desafiados, entre ellos el de la aviación, que tiene un alto nivel de dependencia de los combustibles fósiles. La aviación comercial representa entre el 2% y el 3% de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) y aproximadamente el 12% de las emisiones del sector transporte.
No existe una única medida para descarbonizar el sector de la aviación. En el marco de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), los Estados han consensuado un enfoque integral que incluye medidas tecnológicas, mejoras operacionales y medidas basadas en el mercado, todas orientadas a alcanzar este objetivo común. Una solución emergente que cuenta con un amplio apoyo es el uso de combustibles sostenibles para la aviación (SAF, por su acrónimo en inglés). Los SAF son considerados como una herramienta poderosa para descarbonizar el transporte aéreo, tras el objetivo de conseguir cero emisiones netas de CO2 para el año 2050. En efecto, podrían contribuir con un 65% de las reducciones necesarias para alcanzar dicha la meta.
El potencial de los SAF no solo radica en su capacidad para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), sino también en su capacidad para crear nuevas oportunidades económicas. A diferencia de otros sectores del transporte, como los automóviles o los autobuses, donde la electrificación ha ido ganando terreno, la aviación depende de combustibles líquidos para sus operaciones.
En consecuencia, el desarrollo de los SAF constituye una valiosa oportunidad para la explotación de una vasta gama de materias primas sostenibles, como aceites vegetales, azúcares, y almidones provenientes del sector agrícola. Las Américas en general, y Latinoamérica y el Caribe en particular, están en una posición única para liderar este desarrollo gracias a su riqueza en recursos naturales y también por la experiencia de algunos países en la producción de biocombustibles para el transporte terrestre.
El camino parece prometedor. Sin embargo, los desafíos para desarrollar una industria robusta de SAF son significativos. Según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), para el 2050 será necesario producir 449 millones de metros cúbicos de SAF para cumplir los objetivos de reducción de emisiones. En comparación, actualmente el mundo produce alrededor de 165 millones de metros cúbicos de biocombustibles, destinados en su mayoría al transporte terrestre. Esto significa que, en poco más de dos décadas, se debe generar una industria totalmente nueva, con un tamaño de casi tres veces el tamaño actual de la producción global de biocombustibles líquidos, lo que representa un reto formidable en términos de infraestructura, inversión y capacidad de producción.
Además de la magnitud de la demanda futura, otro aspecto que se debe considerar es la creación de un mercado global coherente y transparente para los SAF. Hoy en día, la falta de armonización de los estándares de sostenibilidad y los mecanismos de certificación fragmentados complican el desarrollo de un mercado fluido. El esquema CORSIA (Carbon Offsetting and Reduction Scheme for International Aviation), impulsado por la OACI, representa un avance importante en esta dirección, pero aún enfrenta desafíos en su implementación a nivel global. Huelga subrayar que la armonización de los estándares no solo facilitará el comercio internacional de SAF, sino que también reducirá la incertidumbre, permitiendo economías de escala y mayores flujos de inversión hacia esta industria en crecimiento.
El desarrollo de SAF producirá un efecto virtuoso, pues no solo contribuirá con la lucha contra el cambio climático, sino que generará múltiples beneficios adicionales. La vinculación entre los sectores de la agricultura y los biocombustibles de aviación será clave para garantizar un suministro adecuado de materias primas, creando un vínculo especialmente fuerte en América Latina y el Caribe, donde el agro produce las principales familias de insumos para SAF. Esto fomentará la reducción de emisiones e impulsará la creación de cadenas de valor asociadas, que generarán a su vez empleos sostenibles y agregarán valor a la producción agrícola, lo que representa una oportunidad única para dinamizar las economías locales.
A nivel global, las inversiones en SAF comienzan a materializarse, con decenas de plantas en operación y otras tantas en construcción. Sin embargo, la región de América Latina y el Caribe avanza a un ritmo lento y no debiera quedarse atrás. El desarrollo de un mercado masivo de SAF en la región dependerá en gran medida de la capacidad de los países para aprovechar sus ventajas comparativas, no solo en términos de materias primas, sino también de experiencia en certificaciones de sostenibilidad, algo que ya se ha demostrado en la industria de los biocombustibles terrestres. La clave para el avance de esta industria radica en la creación de políticas públicas coherentes y marcos regulatorios que promuevan la inversión en infraestructura y faciliten el acceso al financiamiento.
Adicionalmente, en este contexto, el papel de la cooperación internacional será decisivo y determinante. La colaboración entre los países para compartir conocimientos, tecnología y recursos permitirá reducir la brecha tecnológica y mejorar las capacidades colectivas de producción y distribución de SAF. Al mismo tiempo, la formación de alianzas público-privadas será esencial para compartir riesgos y movilizar el capital necesario para construir una industria de SAF a gran escala. Es igualmente importante que las universidades y centros de investigación trabajen en conjunto con la industria para desarrollar soluciones tecnológicas que permitan la conversión de biomasa en SAF de manera eficiente y sostenible.
En conclusión, los combustibles sostenibles de aviación representan una de las oportunidades más grandes y viables para descarbonizar el sector aéreo. No obstante, para que esta promesa se materialice, es esencial que los países de América Latina y el Caribe actúen de manera coordinada, aprovechando sus ventajas comparativas y desarrollando políticas públicas que favorezcan la inversión en infraestructura, tecnología y formación de capacidades. El futuro de una aviación sostenible está en juego y, con él, la oportunidad de transformar nuestras economías hacia modelos más ecológicos y resilientes.