Uno de los ríos más contaminados del Ecuador gana un juicio y es declarado sujeto de derechos
El río Machángara atraviesa 22 kilómetros de la capital ecuatoriana y lleva consigo desechos humanos e industriales de los poco más de dos millones de habitantes. Sus aguas están tan contaminadas como las del alcantarillado de París, según un estudio
“Machángara de menta: eres mi río”, dice la primera línea de la demanda de acción de protección del río, uno de los más contaminados del Ecuador y que atraviesa 22 kilómetros de Quito, la capital ecuatoriana. El poema del ecuatoriano Jorge Carrera Andrade fue escrito hace más de 90 años, cuando este afluente formaba parte de la vida de sus habitantes. Con el paso del tiempo, el desarrollo de la ciudad y un sistema de alcantarillado que arroja sus desechos al agua provocó que las personas vivan de espaldas a él. De la postal del Machángara de menta, cristalino y en el que era posible bañarse, no queda nada. Ahora son aguas negras: contaminadas por basura plática, aguas residuales y todo tipo de descargas industriales. Pero el deseo de rescatar aquel río reunió a abogados, científicos, y ciudadanos para buscar soluciones y plantear una demanda que convierta al río en sujeto de derechos.
Todo comenzó con una reunión, la idea de descontaminar el ecosistema del río y grupo de WhatsApp. Poco a poco, miembros de diferentes sectores de la sociedad civil se unieron al chat. El grupo Por el Machángara creció hasta agrupar a 50 expertos que han trabajado por el río. “Había una conjunción increíble de gente que venía desde la cartografía, la hidrología, la infectología, la cultura y, de pronto, estábamos todos ahí”, cuenta Ramiro Ávila Santamaría, uno de los abogados del caso.
Dentro de este proceso de participación ciudadana colaboró Marta Echavarria, fundadora de Mujeres por el Agua, organización que reúne a mujeres dedicadas a la investigación del agua en el Ecuador. Desde hace cuatro años, Echavarria ha visibilizado el estado de los ríos a través de caminatas. Una de esas visitas fue al Machángara. “Muchas personas no sabían ni qué río era, cuando es una de las arterias principales de la historia de Quito”, comenta. “Vemos cómo el desarrollo urbano ha convertido a los ríos en basureros y la ausencia de gestión política para tratar esas aguas y lograr un desarrollo sostenible”.
Ramiro Ávila y más de una decena de colectivos de la sociedad civil trabajaron durante un año y medio en la construcción de la acción de protección a favor del río Machángara. Las reuniones eran periódicas, por Zoom. En cada encuentro, un experto hablaba sobre el río: “Escuchaba los discursos y luego pedía que hagan un documento. Así, notaricé las opciones de la gente para usarlo como evidencia en el juicio”, relata Ávila. Con toda la información, un equipo de científicos de la Universidad de las Américas realizó la prueba final, un análisis del agua del río. Era el último eslabón para demostrar lo que todos sabían: la situación del río era crítica.
El agua de una alcantarilla
Las aguas del río Machángara están tan contaminadas como las del alcantarillado de París. Esos fueron los resultados que arrojó el análisis, dice Blanca Ríos-Touma, investigadora de la Udla y una de las científicas que realizó el análisis para el juicio. La ecóloga, junto con un grupo de estudiantes de Ingeniería Ambiental, tomaron muestras del río Machángara y encontraron en solo un mililitro de agua más de 200 colonias fecales, bacterias que se encuentran en los intestinos de los animales y humanos.
Todas aquellas aguas negras desembocan en el río. La única planta de tratamiento de aguas residuales existente apenas procesa el 2% del agua de la ciudad, explica la experta que ha estudiado el Machángara por más de 20 años. Regresar al río es encontrarse con una superficie de espuma blanca: son los tensoactivos —compuestos que se encuentra en detergentes, jabones y desengrasantes— que infectan el río. “La situación no ha mejorado. Nos hemos cargado el río”.
Las aguas del Machángara prácticamente no tienen vida. “Solo quedan organismos descomponedores como hongos o bacterias”, tolerantes a una contaminación severa, subraya Ríos-Touma. El oxígeno de sus aguas es uno de los problemas más preocupantes: está por debajo del 80%, límite permitido para la preservación de la vida acuática. Incluso hay zonas, cuenta la científica, en las que han encontrado apenas un 2% de oxígeno. Lo que ha provocado que todos los organismos y animales que dependen del oxígeno, como peces, algas e insectos, mueran.
“En un río limpio puedes encontrar entre 60 grupos de insectos acuáticos”, indicadores naturales del estado de buen estado del agua y uno de los grupos más sensibles a los cambios ambientales, apunta Ríos-Touma. “En el Machángara se ha perdido un 85% de la diversidad de estas especies”.
El río asiste a la audiencia
“En la demanda del río Machángara hay historia, cultura y ciencia”, admite convencido Ávila. La acción de protección vio la luz el 28 de mayo de 2024. Allí llevaron dos frascos: uno con agua del río y un papel en el que estaba escrito “Machángara”, y el otro de agua con menta. Fue un “acto simbólico llevar al río a la audiencia”. Los jueces vieron el agua turbia, que todos conocen y, a su vez, el olor del agua de lo que alguna vez fue el río.
“El Machángara compareció por sí mismo. Es sujeto de derechos y cualquier persona puede actuar a nombre de los ríos”, resalta Ávila. María Elena Rodríguez, parte del Cabildo Cívico de Quito, fue una de las representantes del río en la demanda. La Constitución del Ecuador permite que cualquier persona represente a la naturaleza —animales, plantas, ríos, ecosistemas enteros— cuando vea que sus derechos están siendo vulnerados. Incluso, el artículo 71 de la Constitución establece que “la naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la vida, tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos”. Aunque, en la práctica, es algo que no sucede.
Rodríguez cuenta que su pedido fue claro, una restitución “integral” del río: “Hay muchos derechos fundamentales que han sido afectados, como los derechos a la naturaleza y el derecho a la ciudad, a apropiarnos y disfrutar del espacio verde”. Un cuerpo de agua degradado, que cruza el sur, norte y el hipercentro, es un actor clave, que impacta la calidad de vida y hasta puede ocasionar el desarrollo de enfermedades para sus habitantes.
Para Ávila, la construcción de las reparaciones del río fue uno de los puntos mejor logrados porque incluye un enfoque ambiental y social. Lo principal fue reconocer al Machángara como sujeto de derechos, “significa darle un valor distinto, algo que es objeto, le dices que es sujeto, algo que no tiene valor, de pronto, tiene derechos”. Lo siguiente fue declararlo como eje estratégico para la regeneración social y ambiental: si se limpia el río, se reactiva la vida de la ciudad. Además de implementar plantas de tratamiento de aguas residuales con tecnologías basadas en la naturaleza. “Lo interesante era plantear soluciones diferentes a las que ha hecho el Municipio de Quito y que no han funcionado. Ese es el aporte que tiene la demanda”, zanja Ávila.
Movimientos sociales argumentaron la violación de derechos del Machángara y todas las 54 quebradas y riachuelos, que llegan al río durante su trayecto. Sin contar los otros afluentes en los que desemboca el Machángara y que están contaminados por sus aguas. Como el San Pedro, de Quito, que recibe parte de la basura plástica, aguas servidas y desechos de la ciudad.
Las víctimas indirectas son los más de dos millones de habitantes de ciudad andina y todas las comunidades que reciben sus aguas contaminadas río abajo, además de “la flora y la fauna que habitaba en el río Machángara, así como todos los organismos que quedan y han podido sobrevivir en este ambiente”.
Pese a que el río Machángara ganó la demanda, el Municipio de Quito apeló el fallo judicial. Su justificación fue no estar de acuerdo con los mecanismos de descontaminación. Pero los colectivos ciudadanos y movimientos sociales están dispuestos a recuperar el río y volver a ver un Machángara limpio. Esperan el cumplimiento inmediato de la sentencia. La ecóloga Blanca Ríos-Touma añade que la reparación es un proceso sostenido, en el que la recuperación de este afluente no debe depender de voluntades políticas.
Que el río haya sido declarado como sujeto derechos es un éxito: “Una victoria que la tomamos como nuestra porque es empoderarnos y decir que como ciudadanos podemos provocar un cambio”, sostiene Echavarria.