Kaspar Mueller: “Los bienes asegurados crecen cada año, pero no como la exposición a riesgos”
El ejecutivo de la reaseguradora ‘Swiss Re’ en América Latina advierte que las pérdidas por desastres sin seguro van en aumento
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En 2023, el año más caluroso del que se tiene registro, se registraron 142 catástrofes relacionadas con la naturaleza en el mundo que dejaron un agujero en las finanzas por valor de 280.000 millones de dólares. En América Latina y el Caribe, ocurrieron 27 de estos siniestros, entre ellos el huracán Otis en Acapulco, México, el evento climático que más daños económicos dejó, estimados en 15.000 millones de dólares, además de 47 personas fallecidas y 32 desaparecidas.
Por su trabajo, a Kaspar Mueller, presidente de reaseguro de América Latina de la reaseguradora Swiss Re, el dato que más le alerta es el gran número de los bienes que se perdieron por desastres que no estaban protegidos por ningún seguro (el 72%). En los últimos diez años, la brecha entre las pérdidas de la región con y sin protección promedia un 80%, que es mayor al 62% mundial y es superado solo por Asia (85%). En su mayoría, son desastres provocados por terremotos, ciclones tropicales e inundaciones, según el reporte Sigma, un referente sobre los riesgos mundiales en la industria de seguros que publica Swiss Re.
Ese informe refleja que el crecimiento en la contratación de pólizas es más lento que el crecimiento de las catástrofes, algo preocupante ante el potencial aumento de los eventos climáticos, dice Mueller. “Uno de los temas más estratégicos (para la industria) es mitigar esa brecha”, dice Mueller, en esta entrevista en la que profundiza sobre la baja cultura en seguros y su impacto en las catástrofes naturales.
Pregunta. ¿Qué hace diferente a 2023 en cuestión de desastres?
Respuesta. El 2023 es el año con más catástrofes entre los que tenemos datos. No es solo el valor con daños globales mayores a los 100.000 millones de dólares, también el número de eventos. No tuvimos un solo gran evento, como en 2022 que solo con el huracán Ian fueron 60.000 millones de dólares. Pero tuvimos muchos más eventos medianos, (con pérdidas) de entre uno y cinco mil millones. Esa tendencia se observa también en América Latina.
P. ¿Cuál es la conclusión?
R. La frecuencia de los eventos de nivel medio crece más que la frecuencia de los grandes eventos. Después de los ciclones tropicales, las tormentas convectivas severas -aquellas con precipitación muy intensa, granizo, actividad eléctrica y fuertes turbulencias- se han consolidado como el segundo mayor peligro que genera pérdidas.
P. ¿Cómo han evolucionado las pérdidas por desastres naturales en América Latina y México?
R. En términos ajustados a la inflación global, las pérdidas aseguradas por catástrofes naturales aumentaron 5,9% anual entre 1994 y 2023. Esto se debe a una combinación de más personas con más cosas de valor en lugares más peligrosos, sumado a los efectos del cambio climático. Nosotros sabemos que la temperatura es más alta, tienes más humedad en el aire, más lluvia y más inundaciones. Las inundaciones y huracanes son más agresivos.
P. ¿Y en esa combinación, qué pesa más en las pérdidas?
R. Decimos que la influencia del cambio climático es menor que la influencia de tener cosas con más valor en lugares más peligrosos. Pero el efecto del cambio climático está también presente.
P. Ante este entorno, ¿cómo se ha comportado la contratación de seguros?
R. Los bienes asegurados crecen cada año, pero no como crece la exposición a riesgos. El crecimiento del seguro es menor al crecimiento de los daños. Por eso la brecha entre pérdidas aseguradas y no aseguradas es un poco más grande cada año. Se espera que el total de primas en América Latina crezca 3,4% en términos reales en 2024, comparado con un 6% esperado en 2023.
P. En ese aspecto, ¿cómo está México?
R. La pérdida económica es mucho más grande que la protección en seguros. Para México, en los últimos diez años, las pérdidas por desastres son de 22.000 millones de dólares de los cuáles 75% no estaba asegurado.
P. ¿Qué caracterizó a México en 2023 en términos de catástrofes?
R. Otis es la única catástrofe en 2023 de México (que dejó) entre 1.000 y 5.000 millones de dólares, pero fue una catástrofe relevante no solo por el tamaño, sino porque es la primera vez que en tan poco tiempo una tormenta tropical pasa a huracán 5. Es la primera vez que un huracán 5 toca una gran ciudad. Katrina e Irma, en Nueva Orleans y Miami, no eran 5. Era el final del periodo de huracanes y, mucho más al sur, lo cual salía de las probabilidades de los modelos.
P. ¿Cuáles son las proyecciones de catástrofes y vulnerabilidad para la región y para México?
R. Sabemos que el cambio climático va a continuar. En particular, las sequías e inundaciones serán más fuertes. La tendencia global es que los daños van a crecer más que la inflación, algo que aplicará también para América Latina. A nivel global, los países ricos pagan más relativamente del PIB para seguros y economías desarrolladas.
P. ¿Qué caracteriza a México y América Latina en cuanto a desastres naturales?
R. El tema es que hay ciertos países que tienen los dos riesgos más importantes: daños por terremoto y huracanes. Los terremotos, en la costa oeste; y en el Caribe, parte de México, América Central los huracanes son los riesgos más importantes. En los riesgos secundarios, como incendios forestales, sequías, e inundaciones, tienes una gran exposición al sur.
P. ¿Ante catástrofes de grandes magnitudes, puede ser que aumenten las pérdidas aseguradas por una mayor conciencia de las personas sobre el peligro?
R. Nuestra memoria es de corto plazo. En el próximo año al desastre, la gente compra más seguros, pero después no. Cuando tienes un terremoto, los números suben, pero después ya no crecen. Después de la covid-19, la gente compró más seguros de gastos médicos, pero después bajó. Tenemos una memoria muy de corto plazo.
P. ¿La frecuencia y magnitud de las catástrofes por el cambio climático incrementarán los precios de los seguros?
R. Hacemos un cálculo de la probabilidad de daños para calcular el precio. No teníamos un evento del huracán al sur, pero ahora sí, y eso va a subir los precios. El otro tema que influye en el precio es la inflación de los daños que tienes que pagar en el futuro. Si tienes más gastos en daños, eso va a subir los precios. En el largo plazo, van a subir porque los daños van a subir.
P. ¿Podría llegar un momento en que la frecuencia de catástrofes y el costo de los daños sea tal que las aseguradoras y reaseguradoras no lo quieran absorber?
R. Es un riesgo que existe. Una parte es la capacidad del mercado global para proteger los riesgos, y otra parte es la vulnerabilidad: cómo se construyen las casas, cuáles son las reglas para construirla. Pero necesita haber un ambiente para que sea negocio para la industria seguros. En algunas partes del mundo, la operación de los seguros es difícil. En Florida, por ejemplo, el mercado para la protección de tu casa no funciona más porque la situación legal para las aseguradoras es difícil. Allí, los cálculos para saber lo que se tiene que pagar depende de la situación legal y puede variar de una a diez veces allá.
P. ¿Cómo acortar esa brecha entre pérdidas aseguradas y no aseguradas?
R. A nivel individual, no queremos comprar un seguro porque es humano: no queremos pensar en que van a pasar cosas malas, y por eso tienes esa brecha. Hay que pensar que cuando tienes un daño, lo pagas como sociedad. Alguien tiene que pagar la cuenta siempre. Si podemos minimizar esa brecha y trabajar con Gobiernos y organizaciones para tener una vista de más largo plazo, las sociedades tendrán más protección y podrán recuperarse más rápido. No solo en México, en todo el mundo.