La Cepal cuantifica el aporte de los migrantes: impulsan la economía de Chile y los estándares profesionales en México
Un estudio presentado este miércoles ve en la migración una oportunidad para el desarrollo sostenible de Latinoamérica y el Caribe: contribuyen al crecimiento económico y ralentizan el envejecimiento poblacional
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La movilidad humana ha alcanzado un complejo dinamismo en la última década en América Latina y el Caribe: en pocos años, diversos países pasaron de ser expulsores de población a receptores netos, con proporciones inéditas de población migrante que se mueve preponderantemente en la búsqueda de mejores oportunidades laborales. Un informe publicado este miércoles por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) revela que, en algunos casos, la migración tiene un impacto positivo en el Producto Interno Bruto (PIB) debido especialmente a su aporte de mano de obra y su concentración en áreas económicas productivas.
Entre las conclusiones del informe que se ha presentado en Santiago de Chile como parte del seminario regional Contribución de la migración internacional al desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe está que 13,4% del crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) de este país lo produce la fuerza de trabajo migrante. En sólo ocho años, casi se cuadruplicó el aporte del PIB generado por la mano de obra extranjera. Eso implicó que, a la vez, casi se triplicara su contribución a la economía nacional. En ese mismo periodo, la fuerza de trabajo de origen migrante trepó a un ritmo de 20% en promedio cada año, más de diez veces por encima del crecimiento anual de la fuerza de trabajo de origen chileno.
Chile se ha convertido en uno de los principales destinos de la migración internacional en Sudamérica. Desde 1992, el volumen de ciudadanos extranjeros (principalmente sudamericanos y fronterizos) en el país se sextuplicó. La migración por cuestiones de empleo ha crecido exponencialmente en la última década: en 2009 había 115.000 migrantes en el mercado laboral, una cifra que en 2013 se había duplicado y en 2017 alcanzó los 550.000. Esta diferencia implica que los migrantes pasaron de ser sólo el 1,6% de la fuerza de trabajo en 2009 al 6.5% en 2017. El estudio estima que debe ser más alta en la actualidad. En lo social, además, las migrantes que realizan tareas domésticas y de cuidado facilitan las obligaciones laborales de las mujeres locales.
Capital humano
Otra de las conclusiones del estudio es que en ocasiones la población inmigrante llega con una alta calificación profesional, lo que puede subir los estándares en un país. En México, por ejemplo, sólo el 15% de la población mayor de 25 años posee estudios de licenciatura concluidos o algún nivel de posgrado, mientras que en los colectivos migrantes esta proporción es muy superior: más del doble en el caso de quienes provienen de Estados Unidos (35%), casi tres veces por encima en el caso de los latinoamericanos (41%) y cuatro veces mayor entre los que llegan de otras regiones del mundo (60%).
Como consecuencia, la participación de inmigrantes en puestos de alto nivel es muy alta, ya sea como directivos, gerentes o CEO de empresas, o como profesionales y técnicos de alto nivel. “Al respecto, los datos indican que la proporción de inmigrantes en este tipo de ocupaciones supera, con mucho, a la de la población mexicana”, refiere el estudio.
En Perú, el grupo más grande de inmigrantes procede de Venezuela que, en 2019, representaba ya el 84,4% de los ciudadanos extranjeros en ese país. Aunque los estudios de la Cepal indican que aún es prematuro determinar los aportes de este colectivo al desarrollo sostenible ya que es una migración muy reciente, se sabe que el 40% de la migración venezolana que vive allí tiene un nivel de educación superior, especialmente en las áreas de salud y educación. No obstante, la contracara es la vulnerabilidad, las condiciones laborales deficientes y la dificultad para acreditar estudios y competencias.
Rejuvenecimiento poblacional
Por otra parte, el estudio destaca que, desde una perspectiva demográfica, la población migrante aminora los procesos de envejecimiento poblacional y a la vez revitaliza la natalidad. En Chile, entre 2010 y 2020, la migración contribuyó con más de un tercio del crecimiento demográfico, y ayudó a suplir el vacío de habitantes jóvenes.
Se estima que entre 2002 y 2017, la inmigración aportó el 45% del crecimiento de la población de 20 a 39 años, a la vez que ayudó a reducir el efecto negativo del descenso absoluto de la población menor de 20 años. Los inmigrantes también colaboran a través de su propia descendencia a compensar la reducción de la natalidad. Se calcula que en 2017, la migración contribuyó al 11% del crecimiento natural de la población en Chile, proporción que subió en los últimos años, a raíz del incremento de los flujos en 2018 y 2019.
“Es evidente que la llegada de inmigrantes en las últimas dos décadas ha contribuido a subsanar en parte, los desequilibrios demográficos intergeneracionales que deja el envejecimiento de la población, así como el descenso de la fecundidad por debajo de los niveles de reemplazo”, concluye el estudio de la Cepal.
La intención del seminario en el que se presentó el informe es poner en agenda los beneficios sociales, económicos y culturales de la migración internacional y promover un cambio de enfoque que reconozca explícitamente el derecho a la igualdad de trato y el respeto de los derechos humanos de las personas migrantes.