Leidy Cuestas, la diseñadora industrial que cambia las vidas de niños con parálisis cerebral
A los 24 años, se convirtió en la mujer más joven en lograr una patente de invención en salud en Colombia. El año pasado, su gimnasio de rehabilitación en casa para niños con parálisis cerebral o con discapacidad física fue incorporado al sistema de salud
Leidy Cuestas (35 años) se propuso que su tesis de grado como diseñadora industrial le cambiara la vida por lo menos a una persona: Laura, una niña de cinco años con parálisis cerebral, que había conocido en la vereda de Maya, Cundinamarca. “No tenía diagnóstico médico. Su papá la había abandonado. Su mamá ganaba 170.000 pesos al mes sembrando piña y tenía dos hijos más”, recuerda. Luego descubrió que Laura tenía displasia de cadera, discapacidad auditiva y desnutrición, y que se la pasaba encerrada en su casa porque en el pueblo la gente atribuía su condición al diablo o a un castigo divino.
“Esa niña se me metió en la cabeza”, dice Cuestas, que por meses se dedicó a observar. Visitó centros de rehabilitación, asistió a terapias, compartió con niños en condición de discapacidad, se reunió con fisioterapeutas y escuchó a madres que le contaron cómo se echaban al hombro a sus hijos. Vio las camisas de fuerza, los cuartos grises de tres metros por tres donde los trataban, la ausencia de color y de formas que alegraran a los niños. Entendió que nada estaba hecho para ellos. Con esa información, creó Gym Smile, el primer gimnasio de rehabilitación en casa para niños con parálisis cerebral.
Con la ayuda de una firma de abogados que la tomó como un caso pro bono, logró la patente de invención en salud para su gimnasio y se convirtió en la mujer más joven de Colombia en conseguirla. Hoy, esta inventora ha entregado 560 gimnasios con su fundación Unidos para Sonreír en Colombia y países como México, Argentina, España y Estados Unidos.
En 2023, después de ocho años de intentar que Gym Smile fuera incluido en las prescripciones médicas para niños con esa condición, Cuestas logró que se incorporara en el sistema de salud. Las EPS ya han entregado 15 gimnasios y este año Gym Smile fue escogido como uno de los tres proyectos ganadores en la competencia de soluciones innovadoras en salud Latam Health Champions 2024.
Los comienzos
Cuando Gym Smile era una tesis de pregrado, ya Cuestas era invitada a ferias de innovación. “En menos de un año estaba en Harvard, saliendo por primera vez del país y exponiendo mi invento frente a un jurado, sin saber hablar inglés”, cuenta orgullosa. Con 21 años, se subió al escenario y lo hizo con la ayuda de un miembro del público que se convirtió en traductor. “Me felicitaron porque eso es lo que hacen los emprendedores, resolver con lo que tienen, y me escogieron para un bootcamp con la organización Dat Ventures, un programa de tres meses diseñado para que los innovadores logren materializar su creación”. Cuestas fue la primera mujer de Latinoamérica en entrar.
El prototipo pasó por pruebas en los laboratorios de Harvard y el MIT para determinar su efectividad. No solo las superó, sino que a los pocos meses llegaron las primeras propuestas de inversión. “¿Dónde firmo?”, pensó Cuestas cuando le ofrecieron un millón de dólares por su invento. Luego la tentaron con una oficina en Delaware y la propuesta de comercializar su gimnasio por todo Estados Unidos. Solo Estados Unidos. Rechazó la propuesta sin pensarlo dos veces. “Laura me estaba esperando en Colombia”, recuerda.
Volvió al país, llamó a la mamá de Laura y le dijo que el primer gimnasio estaba listo. Pero la niña murió dos días después. Cuestas nunca pudo entregarle su invento. Desorientada y triste, detuvo el proyecto por unos meses. En 2014, lo retomó, creando la fundación Unidos para Sonreír, que entrega gimnasios hechos a la medida a niños como Laura. En la fundación los diagnostican, les hacen seguimiento, entregan a sus cuidadores una rutina de ejercicios y les enseñan cómo usar el gimnasio en casa. También les dan mercados y les ofrecen apoyo psicológico. “Los padres son capaces de hacer todo por sus hijos. El problema es cuando no saben cómo”.
Cuestas lo sabe más que nadie. Cuando tenía la edad de Laura, su papá fue asesinado. Ella, su hermana gemela y su mamá vieron esfumar la vida que conocían, llena de comodidades. “Mi mamá nos sacó adelante manejando un taxi, nos pagó la universidad y nos enseñó que teníamos que compartir, aunque tuviéramos poco”. Por eso, cuando conoció a Laura, no pudo ignorar el dictamen de su corazón.
Después de rechazar las inversiones en Estados Unidos, tocó puertas en Colombia. Recibió muchos “no” como respuesta. En su propia universidad le dijeron que el proyecto nunca iba a ser rentable porque “el diseño se inventó para dar estatus y no para cambiar vidas”. Esa frase la transportó a los centros de rehabilitación y le recordó todas las veces que la excluyeron por ser diseñadora. “No me dejaban entrar a las terapias. Las fisioterapeutas decían que una diseñadora industrial no podía hacer nada para ayudar a los niños”.
Pese a todo, decidió apostar de nuevo a la promesa que había hecho con Laura y conformó su empresa con las dos inversionistas que creyeron en ella desde el principio: su mamá y su hermana gemela. “Soy una mujer que nunca acepta un no como respuesta, necesito por lo menos un tal vez”, afirma.
Hace pocos días recibió la llamada del papá de unos gemelos con parálisis que tienen el gimnasio. “Quiero mostrarte algo que te va a hacer feliz”, le dijo, días antes de la celebración de una carrera que hace la fundación para recaudar fondos: “Mi hija va a empezar la carrera en bicicleta y mi hijo va a caminar 200 pasos. Leidy, usted nos cambió la vida”.
*Apoyan Ecopetrol, Movistar, Fundación Corona, Indra, Bavaria y Colsubsidio.
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