La salud del Gobierno
Mientras la Administración de Gustavo Petro se publicita como la mejor que ha tenido Colombia, los hechos muestran otra realidad: crimen que controla ciudades, politiquería y déficit fiscal
Lo único que funciona bien en este Gobierno es la publicidad en los medios de comunicación y en las redes sociales para señalar que el gobierno del cambio sí cumple en la reforma agraria, en la salud, en las pensiones, en los derechos laborales y en la reconciliación, etc, etc...Algo así como el mejor gobierno que ha tenido Colombia. Los demás oficios de la administración muestran deficiencias graves. Nunca antes se había visto un aparato tan prolífico. Todos los mensajes de las redes sociales controlados por el Gobierno se suman al ...
Lo único que funciona bien en este Gobierno es la publicidad en los medios de comunicación y en las redes sociales para señalar que el gobierno del cambio sí cumple en la reforma agraria, en la salud, en las pensiones, en los derechos laborales y en la reconciliación, etc, etc...Algo así como el mejor gobierno que ha tenido Colombia. Los demás oficios de la administración muestran deficiencias graves. Nunca antes se había visto un aparato tan prolífico. Todos los mensajes de las redes sociales controlados por el Gobierno se suman al derroche publicitario.
Para determinar la realidad de los hechos, la periodista María Isabel Rueda resolvió tomar las dos manos, la derecha y la izquierda, y llevar a Colombia donde el especialista en economía política, el doctor Mauricio Cárdenas. El panorama que resultó de esa consulta es más que preocupante. Las defensas están por el suelo; es el problema más grave en este momento. Se trata de la misma enfermedad que vivimos en los ochenta. La bacteria está organizada: controlan ya las ciudades con la extorsión, el microtráfico, y haciendo alianzas con el petrismo van por la política.
Las infecciones más letales son el Fonsecom (Fondo Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana) del Ministerio del Interior, hoy dedicado a hacer placas huella (pequeñas vías pavimentadas) con las juntas de acción comunal como contratistas del Estado. Pura politiquería. Es la caja menor del ministro del Interior. Hay que acabarlo -dice el experto Cárdenas-. Hablamos de un ahorro de billones de pesos. La otra infección peligrosa es el Fontic, en el Ministerio de las TIC, billón árido e intocable. Se dedica a regalar computadores y tabletas.
El sistema circulatorio padece amnesia de inversión. La inflamación va a terminar en 5%, más 2% con crecimiento de la productividad, estaremos por encima del 7%. La diabetes fiscal es la más alta de toda nuestra historia. El corazón está muy grande: pasamos el empleo del 2018 de un millón a un millón trescientos mil, y sigue subiendo. No hay cómo pagar esa nómina. Estatizar la salud, la educación superior, e ir en contra de las concesiones de infraestructura y después de los servicios públicos es llegar a un coma inducido.
La Constituyente es un engaño. El presidente dice que no hay que reformar la Constitución, que solo se trata de aprobar las reformas sociales que el país necesita, haciendo caso omiso de la omnipotencia de la Asamblea para cambiar lo que decidan las mayorías, lo que se les dé la gana. La Constituyente es el instrumento para cambiar las reglas electorales y perpetuarse en el poder.
Lo otro que debe quedar claro es que los partidos políticos no pueden participar sino en una consulta interna. Luego si hay una consulta del Pacto Histórico, el que la gane va derecho a la primera vuelta. Las consultas internas no tienen segunda vuelta.
Para el médico de María Isabel, la única manera de recuperar al paciente es un acuerdo nacional que proyecte al país más allá de un gobierno, y que a partir de que se conozcan los resultados electorales se convoque, por quien resulte ganador, al Acuerdo en el que debería llamarse a todos los partidos, en especial a la oposición. Las decisiones no se tomarían por consenso ni por unanimidad sino por mayoría, y bajo una agenda muy delimitada, con la participación de las Cortes y del Congreso. Muy difícil, por no decir imposible.