Álvaro Uribe retoma la ofensiva hacia la campaña presidencial de 2026
El expresidente ha estado buscando alianzas entre rivales de la extrema derecha, se ha acercado a antiguos enemigos como Germán Vargas Lleras y ha alineado a su partido con su hoja de ruta para recuperar el Ejecutivo
Quedan siete meses para las elecciones presidenciales de 2026 y Álvaro Uribe no pierde un minuto. El expresidente de derechas, quien gobernó a Colombia de 2002 a 2010, parecía vivir en el ocaso de su poder cuando su pupilo Iván Duque salió de la presidencia con la popularidad en el piso, en 2022. Más recientemente, se pensaba que quedaba por fuera de la campaña, tras ser condenado en julio por soborno a testigos. Pero Uribe nunca ha tenido entre sus planes salir del panorama político. Mientras se define su proceso penal en una segunda instancia, puede seguir recorriendo el país. Con decenas de candidatos en la derecha que quieren enarbolar la bandera del antipetrismo, un Uribe que no es aspirante presidencial se ha posicionado como la persona que puede lograr una gran coalición para derrotar al petrismo. El gran líder de la derecha en las últimas dos décadas sabe que su bendición puede ser clave para quien frente al candidato del presidente de izquierdas. Está buscando la ruta de la victoria.
“No vamos a decir fuera Petro, vamos a decir adentro democracia”, dijo Uribe el 20 de agosto, en su primer discurso tras quedar libre, en el municipio de Sabaneta. Allí insistió en la necesidad de hacer una enorme coalición electoral, una más allá del partido que fundó y preside, el Centro Democrático, “para recuperar al país de las garras del neocomunismo soportado en el narcoterrorismo”. Los meses anteriores había dedicado casi todo su tiempo a preparar su defensa judicial, y la campaña de los precandidatos de su partido habían quedado frenadas tras el asesinato de uno de ellos, el senador Miguel Uribe Turbay. Uribe busca recuperar el tiempo perdido.
Primero ha buscado acercarse a los candidatos en la extrema derecha que no pertenecen al Centro Democrático y parecen puntear en los sondeos internos. El fin de semana pasado estuvo reunido con el abogado Abelardo De La Espriella, de quien se rumora está bien posicionado en esas encuestas de intención de voto, que una reciente ley prohíbe que se hagan públicas hasta el 1 de noviembre. “Coincidimos en la necesidad de buscar los más altos consensos”, escribió Uribe en sus redes. Un día antes, la reunión fue con la experiodista Vicky Dávila, quien solía liderar en esa derecha más dura hasta el desembarco de De La Espriella. “Hablamos sobre la aspiración de un alto porcentaje de la ciudadanía de cuidar el proceso electoral para asegurar el triunfo de las opciones democráticas sobre el desafío de la continuidad neocomunista”, explicó el expresidente sobre su intento de conciliación entre los rivales por un “bien mayor”. El expresidente también se ha reunido con Juan Carlos Pinzón, exministro de Defensa que busca pista en la derecha, y con el senador Efraín Cepeda, aspirante del tradicional Partido Conservador.
Luego están los acercamientos con viejos enemigos en la misma derecha. Álvaro Uribe y Germán Vargas Lleras, líder del partido Cambio Radical, pasaron años como declarados rivales y ahora consideran ser aliados. La disputa fue especialmente evidente en el periodo en que este último fue ministro y vicepresidente de Juan Manuel Santos, el liberal que fue ministro de Defensa de Uribe y que este considera un traidor por negociar con la guerrilla de las FARC. Uribe y Vargas Lleras han acordado dejar esa disputa de lado y hacer una cumbre parlamentaria de oposición el próximo 15 de octubre, para coordinar sus bancadas en su rechazo a Petro en lo que queda de Gobierno.
Pero ya desde antes es evidente la convergencia. Esta semana los dos partidos han publicado un comunicado conjunto en defensa de la precandidata y senadora uribista Paloma Valencia, acusada por Petro de ser “cómplice” de los 6.402 asesinatos de civiles en menos de militares conocidos como falsos positivos, y ocurridas mayoritariamente durante el Gobierno de Uribe. Cambio Radical y el Centro Democrático, dice el comunicado, “responsabilizan directamente al presidente Gustavo Petro y a su Gobierno por la seguridad e integridad de todos los integrantes de la oposición”.
Por último, Uribe busca alinear a su partido con su estrategia. En el Centro Democrático hay senadores que llevan más de una década esperando la bendición de Uribe, como cuatro precandidatos: Valencia, Andrés Guerra, Paola Holguín y María Fernanda Cabal. Esta última insistió en los últimos meses que el candidato debe ser elegido entre la militancia del partido, pero Uribe cambió las reglas del juego y permitió que el padre del asesinado Miguel Uribe Turbay, llamado Miguel Uribe Londoño, participe en el proceso por el que definirán, a través de una encuesta, al candidato. El expresidente también estableció que quien salga elegido, un nombre que se espera que sea revelado entre diciembre y enero, participará en una consulta más amplia, de toda la derecha, que se hará el 8 de marzo, día de las elecciones legislativas. Cabal, resignada, aceptó. “Finalmente, el partido es del presidente Uribe, así nosotros hayamos ayudado a construirlo”, dijo entonces al diario El Tiempo.
El expresidente no quiere soltar las riendas de la estrategia para 2026, después de haber sido exitoso en poner sucesores en 2010 con Santos y en 2018 con Duque, pero tras haber fracaso en 2014 y 2022. Este jueves, en un mensaje en memoria de Uribe Turbay, pidió recordar “su capacidad organizativa para llegar a una gran coalición democrática que gane para salir del neocomunismo”. Esa es la bandera, el antipetrismo, con la que Uribe busca tejer una gran coalición que no ha cuajado aún, pero tampoco se puede descartar.